EL REPTE DEL CANVI CLIMÀTIC EN LES METRÒPOLIS

Hector Santcovsky reflexiona sobre l’òptica estratègica i la perspectiva global que han d’assumir les metròpolis per contribuir decisivament a la transició cap a un nou model energètic

 

por Hector Santcovsky, sociólogo y politólogo

Desde las primeras COOP hasta las diversas conferencias de Hábitat, la agenda específica de la sostenibilidad ha entrado en la reflexión y proposición de medidas para mitigar los efectos del cambio climático en el medio urbano, especialmente en los territorios más densamente poblados como las áreas metropolitanas.

Estes espacios son verdaderas bombas productoras de factores que inciden en el cambio climático y, por lo tanto, requieren una fuerte actuación. Siempre serán un factor de mucha importancia y unos grandes concentradores y consumidores de recursos con impacto directo en el cambio climático.

Durante en los últimos años las políticas ambientales de movilidad, urbanísticas y de proyectos constructivos han evolucionado en el campo de la sostenibilidad. La incorporación de tecnologías nuevas o las evaluaciones ambientales han reconfigurado la aproximación al territorio, especialmente en las grandes aglomeraciones urbanas. No obstante, los últimos tiempos han demostrado que estamos lejos de resolver los problemas, riesgos y retos en términos de políticas ambientales.

Tenemos los hechos por delante. La ola de calor este verano ha batido todos los registros anteriores. El panorama es desolador con inundaciones internas y en territorios cercanos al mar, olas de calor, sequías, incendios, precipitaciones fuera de toda predicibilidad, ciclones y tormentas más frecuentes y fuertes fenómenos meteorológicos extremos con impactos dramáticos en las vidas humanas que producen daños graves en las economías, el medio ambiente y el bienestar de la población.

La situación ha llegado a tal punto dramático que el propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha denunciado en una de sus intervenciones que estamos ante un colapso climático.

Los efectos del cambio climático en las metrópolis se han convertido en uno de los principales epicentros de todo tipo de debate. Las metrópolis concentrarán más del 50% de la población mundial en 2050. A esto debemos sumarle el impacto que significarán la urbanización y el cambio climático.

El combate contra el cambio climático exige medidas importantes de reducción de emisiones, de cambio de modelos productivos, de políticas de residuos y urbanización y movilidad más sostenibles, de aumento de espacios verdes y de cambio de modelo energético. Las metrópolis, por su ingente capacidad de consumo, por la alta contaminación derivada del transporte y los ciclos de producción, conforman uno de los factores que más inciden en la evolución de los problemas del cambio climático, ya que representan entre el 70% y el 75% de las emisiones de CO2 derivadas del uso final de la energía a escala mundial.

También son espacios donde se produce un alto nivel de desigualdad y pobreza, especialmente en los países más atrasados.

</borð>Para abordar estos retos significativos, muchas metrópolis están tomando medidas para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos. Iniciativas como la promoción del transporte público sostenible, el desarrollo de políticas de eficiencia energética, la incorporación de modelos constructivos basados en infraestructuras y materiales resistentes al cambio climático, la implantación de energías renovables en comunidades energéticas, etc.Por otro lado, es necesario seguir trabajando para acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y, al mismo tiempo, para producir energía renovable, así como mejorar la eficiencia en el consumo y, sobre todo, evitar la extensión de situaciones de pobreza energética. Es imprescindible que el país se dote urgentemente de un plan viable a corto plazo y que contemple la implantación de energías renovables, ya que el coste de importarla de fuera de Cataluña o de comunidades cercanas (Aragón) significará un coste muy importante y prolongar la dependencia energética.Para estos retos habrá que profundizar en modelos energéticos de proximidad, basados en energías renovables, con comunidades energéticas en espacios residenciales, y sobre todo en el tejido industrial y los polígonos de actividad económica desde la construcción de proyectos confiables y asequibles. Energías verdes, limpias, renovables, inteligentes, eficientes. Y de proximidad. El catálogo de medidas que al mismo tiempo son oportunidades económicas es importante y muchas experiencias ya están en marcha. Tenemos dos dificultades: no podremos disponer de toda la energía renovable en las áreas metropolitanas por la evidente falta de espacio, y la otra es la velocidad de sus aplicaciones: la covid, la guerra de Ucrania y el precio de los combustibles han hecho aterrizar a los gobiernos con toda su crudeza y reconocer que, sin la aceleración de los procesos, no se llegará a tiempo a resolver los problemas pendientes en el tiempo necesario.Creemos que hay tres vectores imprescindibles que hay que incorporar al debate, aunque su desarrollo en este espacio será limitado.El primero se hace referencia al modelo de crecimiento. Si bien es legítima la posición de ralentización del crecimiento, sus propuestas no resuelven los problemas de consumo de recursos si no se eliminan o reducen otras causas que empobrecerían notablemente la calidad de vida. Decir que con ciertas medidas se reducirán las emisiones no es una posición suficientemente coherente porque, por poner un ejemplo, el crecimiento vegetativo o su simple mantenimiento en materia de producción energética o alimentaria genera una situación que con un paro productivo no se resuelve. No hablamos ya de un descenso de ciertas actividades industriales o la negación de los beneficios del comercio y el turismo. Otro tema es su racionalización o su nueva configuración que es el gran reto actual, y aquí hay que pensar en propuestas alternativas, algunas de las cuales se referenciarán aquí.Un segundo factor ligado con el anterior es como corregir los problemas, pero con internalización de soluciones. Sin industria nacional descarbonizada, sin bienes de equipamiento para la transformación hacia una industria más sostenible, sin producción de vehículos – especialmente pesados, de distribución urbana, de transporte colectivo, de nuevos combustibles no fósiles, sea hidrógeno verde o biogénico – no se corregirán efectivamente los problemas. Y eso significa que el gobierno del estado y las autonomías y las áreas metropolitanas deben desarrollar políticas en perspectiva. Es un cambio muy importante – por no decir radical – en las políticas industriales.El tercer vector corresponde a las áreas metropolitanas impulsar 4 ejes de actuación para estimular los dos aspectos anteriores que, en gran parte, corresponden al Estado y las autonomías:- Actuar por la pedagogía y diseminación de la realidad que nos enfrentamos, pero sobre todo de las medidas, liderando la concienciación sobre las necesidades de transición ecológica justa, y trabajando por la eficiencia energética en los hogares, pero también por la descarbonización de la industria o el transporte.- La segunda línea es impulsar los acuerdos territoriales entre los agentes alineándolos: pactos metropolitanos para la transición ecológica, con todos los actores, consensuando planes y programas, incidiendo en las políticas supra locales, participando como voz del territorio en la planificación autonómica o del Estado.- El tercer eje es hacer de lobby de manera mucho más proactiva para ser la voz de los agentes del territorio ante los gobiernos supra locales.
– Las instituciones es necesario que promuevan el marco, la incidencia y, si es posible, las medidas institucionales que afectan a las empresas y agentes no estrictamente basadas en regulaciones, sino más orientadas al fomento de la investigación, la implantación de proyectos, la participación mediante ayudas subvenciones, la elaboración consensuada con los actores de normativas, etc., respondiendo a lo que necesita el tejido económico y social del país.Las metrópolis tienen un gran reto por delante. Pero también es necesario que cambien la óptica «administradora» por una óptica estratégica y en perspectiva global, porque su papel en la transición que nos tocará vivir será de primera magnitud.Caldrá, pues, desde el mundo local-metropolitano actuar para hacer efectivo este cambio, desde el rol que le corresponda, pero con la responsabilidad que le corresponde por la construcción de un futuro descarbonizado de las ciudades y de su actividad económica.

«Las metrópolis representan entre el 70% y el 75% de las emisiones de CO2 derivadas del uso final de la energía a nivel mundial

por Hector Santcovsky, sociólogo y politólogo

Desde las primeras COOP hasta las diversas conferencias de Hábitat, la agenda específica de la sostenibilidad ha entrado en la reflexión y proposición de medidas para mitigar los efectos del cambio climático en el medio urbano, especialmente en los territorios más densamente poblados como las áreas metropolitanas.

Estes espacios son verdaderas bombas productoras de factores que inciden en el cambio climático y, por lo tanto, requieren una fuerte actuación. Siempre serán un factor de mucha importancia y unos grandes concentradores y consumidores de recursos con impacto directo en el cambio climático.

Durante en los últimos años las políticas ambientales de movilidad, urbanísticas y de proyectos constructivos han evolucionado en el campo de la sostenibilidad. La incorporación de tecnologías nuevas o las evaluaciones ambientales han reconfigurado la aproximación al territorio, especialmente en las grandes aglomeraciones urbanas. No obstante, los últimos tiempos han demostrado que estamos lejos de resolver los problemas, riesgos y retos en términos de políticas ambientales.

Tenemos los hechos por delante. La ola de calor este verano ha batido todos los registros anteriores. El panorama es desolador con inundaciones internas y en territorios cercanos al mar, olas de calor, sequías, incendios, precipitaciones fuera de toda predicibilidad, ciclones y tormentas más frecuentes y fuertes fenómenos meteorológicos extremos con impactos dramáticos en las vidas humanas que producen daños graves en las economías, el medio ambiente y el bienestar de la población.

La situación ha llegado a tal punto dramático que el propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha denunciado en una de sus intervenciones que estamos ante un colapso climático.

Los efectos del cambio climático en las metrópolis se han convertido en uno de los principales epicentros de todo tipo de debate. Las metrópolis concentrarán más del 50% de la población mundial en 2050. A esto debemos sumarle el impacto que significarán la urbanización y el cambio climático.

El combate contra el cambio climático exige medidas importantes de reducción de emisiones, de cambio de modelos productivos, de políticas de residuos y urbanización y movilidad más sostenibles, de aumento de espacios verdes y de cambio de modelo energético. Las metrópolis, por su ingente capacidad de consumo, por la alta contaminación derivada del transporte y los ciclos de producción, conforman uno de los factores que más inciden en la evolución de los problemas del cambio climático, ya que representan entre el 70% y el 75% de las emisiones de CO2 derivadas del uso final de la energía a escala mundial.

También son espacios donde se produce un alto nivel de desigualdad y pobreza, especialmente en los países más atrasados.


Para abordar estos retos significativos, muchas metrópolis están tomando medidas para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos. Iniciativas como la promoción del transporte público sostenible, el desarrollo de políticas de eficiencia energética, la incorporación de modelos constructivos basados en infraestructuras y materiales resistentes al cambio climático, la implantación de energías renovables en comunidades energéticas, etc.

Por otro lado, es necesario seguir trabajando para acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y, al mismo tiempo, para producir energía renovable, así como mejorar la eficiencia en el consumo y, sobre todo, evitar la extensión de situaciones de pobreza energética. Es imprescindible que el país se dote urgentemente de un plan viable a corto plazo y que contemple la implantación de energías renovables, ya que el coste de importarla de fuera de Cataluña o de comunidades cercanas (Aragón) significará un coste muy importante y prolongar la dependencia energética.

Para estos retos habrá que profundizar en modelos energéticos de proximidad, basados en energías renovables, con comunidades energéticas en espacios residenciales, y sobre todo en el tejido industrial y los polígonos de actividad económica desde la construcción de proyectos confiables y asequibles. Energías verdes, limpias, renovables, inteligentes, eficientes. Y de proximidad. El catálogo de medidas que al mismo tiempo son oportunidades económicas es importante y muchas experiencias ya están en marcha. Tenemos dos dificultades: no podremos disponer de toda la energía renovable en las áreas metropolitanas por la evidente falta de espacio, y la otra es la velocidad de sus aplicaciones: la covid, la guerra de Ucrania y el precio de los combustibles han hecho aterrizar a los gobiernos con toda su crudeza y reconocer que, sin la aceleración de los procesos, no se llegará a tiempo a resolver los problemas pendientes en el tiempo necesario.

Creemos que hay tres vectores imprescindibles que hay que incorporar al debate, aunque su desarrollo en este espacio será limitado.

El primero se hace referencia al modelo de crecimiento. Si bien es legítima la posición de ralentización del crecimiento, sus propuestas no resuelven los problemas de consumo de recursos si no se eliminan o reducen otras causas que empobrecerían notablemente la calidad de vida. Decir que con ciertas medidas se reducirán las emisiones no es una posición suficientemente coherente porque, por poner un ejemplo, el crecimiento vegetativo o su simple mantenimiento en materia de producción energética o alimentaria genera una situación que con un paro productivo no se resuelve. No hablamos ya de un descenso de ciertas actividades industriales o la negación de los beneficios del comercio y el turismo. Otro tema es su racionalización o su nueva configuración que es el gran reto actual, y aquí hay que pensar en propuestas alternativas, algunas de las cuales se referenciarán aquí.

Un segundo factor ligado con el anterior es como corregir los problemas, pero con internalización de soluciones. Sin industria nacional descarbonizada, sin bienes de equipamiento para la transformación hacia una industria más sostenible, sin producción de vehículos – especialmente pesados, de distribución urbana, de transporte colectivo, de nuevos combustibles no fósiles, sea hidrógeno verde o biogénico – no se corregirán efectivamente los problemas. Y eso significa que el gobierno del estado y las autonomías y las áreas metropolitanas deben desarrollar políticas en perspectiva. Es un cambio muy importante – por no decir radical – en las políticas industriales.

El tercer vector corresponde a las áreas metropolitanas impulsar 4 ejes de actuación para estimular los dos aspectos anteriores que, en gran parte, corresponden al Estado y las autonomías:

– Actuar por la pedagogía y diseminación de la realidad que nos enfrentamos, pero sobre todo de las medidas, liderando la concienciación sobre las necesidades de transición ecológica justa, y trabajando por la eficiencia energética en los hogares, pero también por la descarbonización de la industria o el transporte.

– La segunda línea es impulsar los acuerdos territoriales entre los agentes alineándolos: pactos metropolitanos para la transición ecológica, con todos los actores, consensuando planes y programas, incidiendo en las políticas supra locales, participando como voz del territorio en la planificación autonómica o del Estado.

– El tercer eje es hacer de lobby de manera mucho más proactiva para ser la voz de los agentes del territorio ante los gobiernos supra locales.
– Las instituciones es necesario que promuevan el marco, la incidencia y, si es posible, las medidas institucionales que afectan a las empresas y agentes no estrictamente basadas en regulaciones, sino más orientadas al fomento de la investigación, la implantación de proyectos, la participación mediante ayudas subvenciones, la elaboración consensuada con los actores de normativas, etc., respondiendo a lo que necesita el tejido económico y social del país.

Las metrópolis tienen un gran reto por delante. Pero también es necesario que cambien la óptica «administradora» por una óptica estratégica y en perspectiva global, porque su papel en la transición que nos tocará vivir será de primera magnitud.

Caldrá, pues, desde el mundo local-metropolitano actuar para hacer efectivo este cambio, desde el rol que le corresponda, pero con la responsabilidad que le corresponde por la construcción de un futuro descarbonizado de las ciudades y de su actividad económica.

«Las metrópolis representan entre el 70% y el 75% de las emisiones de CO2 derivadas del uso final de la energía a nivel mundial»

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