EL PAPEL DE LA EMPRESA CULTURAL EN EL DESARROLLO DE BARCELONA EN LA METRÓPOLI

A modo de balance, esta semana en RethinkBCN os ofrecemos un resumen de las ponencias de Isabel Vidal en torno al papel de la cultura como factor de cohesión metropolitano, Carles Vivancos, que reflexiona sobre los retos del actual sistema de seguridad pública del AMB, y Cristina Colom, que habla de la emergencia digital en el área de Barcelona.

Por Isabel Vidal, directora general del Grupo Focus y presidenta de la ADETCA

La administración pública debe intervenir obligatoriamente allí donde no hay tejido ni densidad cultural.  Debe generar las vías culturales donde circulen los contenidos de producción pública o privada, a los que les es imposible invertir inicialmente. Ejemplos como el proyecto de las Tres Xemeneas en Badalona son importantísimos y muestran el modelo y el camino a seguir, y que no es exclusiva responsabilidad de la administración local, sino también autonómica y estatal.  Sería necesaria sin embargo una revisión en profundidad en sus modelos de gobernanza. Delegar en algunos casos su responsabilidad adquirida en las urnas, en organismos en principio independientes de la misma jerarquía administrativa, no debería provocar la ceguera a las posibilidades que brindan las empresas sólo por el hecho de ser empresas y de tener carácter privado. En ocasiones parece como si los gestores de las subvenciones o de las licencias fueran los que ahora mandan sobre la planificación cultural en sustitución de la responsabilidad de la administración política.

Al empresariado cultural con posibilidades que no tiene ninguna obligación, pero entiendo que sí tiene responsabilidad, nos toca seguir ejerciendo de auriga que estimula los caballos y buscar siempre complicidades para el retorno social de nuestra actividad. No nos podemos perder la voluntad de influencia cultural de empresas estratégicas como Planeta, Random House, Focus, Sónar, Cruïlla, Primavera Sound, Media Pro, Fundación La Caixa, ni la de espacios de reflexión y debate profundo como el Rethink, todos radicados en Barcelona, con una clara voluntad de incrementar la vitalidad cultural de la ciudad, por sus ciudadanos y por la imagen que Barcelona debe proyectar al mundo.

Una ciudad donde hay bajos culturales (librerías, salas de conciertos, museos, galerías, teatros, cines, bibliotecas, escuelas de artes, etc) en todos los barrios, es una ciudad cohesionada y más cívica. Donde no hay equipamientos culturales, hay problemas, aislamiento y marginación. Por eso, cuando hablamos de descentralización en términos culturales nos estamos refiriendo a crear nuevos centros o pools culturales.  No se puede ahogar ni aislar culturalmente a nadie. Aquí obligatoriamente interviene la administración. Pero desde mi punto vista, no sólo para descentralizar la actividad, sino para oxigenar la vida en comunidad. No se le puede exigir a una empresa privada que se instale donde no hay posibilidad de ser viable. Pero sí se le debe exigir a la administración que apoye cualquier iniciativa privada que permita este efecto.

Aquí es donde la cultura ofrece una clara posibilidad de crear metrópoli: a partir del desbordamiento de entidades y equipamientos que se ubican en el centro de Barcelona, pero también de cualquier ciudad como Sant Adrià u otras. Y un día estos márgenes ya se han ido y un día los centros se unen.  En definitiva, esta es la obligación de la administración: acercar la cultura a los ciudadanos, y apoyar sin ninguna excusa cualquier acción cultural privada que lo permita.

Seguridad y territorio: ¿Hay que crear un órgano en el AMB?

Carles Vivancos, analista de política

A pesar de su aparente simplicidad, el sistema de seguridad pública con el que contamos presenta algunos agujeros que necesitan encarar soluciones actualizadas.

Los dos temas que aparecen como los más destacados son el de la seguridad en el transporte colectivo dentro del territorio metropolitano y el de la persecución de delitos, menores y no tanto menores, en áreas urbanas que se despliegan sobre varios municipios vecinos y sin solución de continuidad.

Las actuales líneas de metro, de cercanías y de autobuses pueden llegar a pasar, en algunos casos, hasta por seis municipios diferentes dentro del ámbito metropolitano. Aunque su seguridad corre a cargo, en primera instancia, de servicios de seguridad privada que recurren a la policía, básicamente a los Mossos, en caso de problemas mayores, ello impide que las respectivas Policías Locales, normalmente con despliegues más cercanos a las líneas de transporte público y con mayor conocimiento de los delincuentes habituales, puedan contribuir eficazmente a mejorar la seguridad pública en un sistema de transporte que usan a diario millones de ciudadanos. Este problema ni es nuevo ni se plantea sólo en Barcelona.

Pero esto resulta insuficiente para atender las necesidades, crecientes en cantidad y complejidad, de la seguridad pública urbana actual. Parece difícil pensar que se pueda avanzar mucho más en la mejora de la seguridad metropolitana sin algún tipo de fuerza policial con jurisdicción (funcional y territorial) y capacidad suficiente para llevar a cabo sus misiones en todo el ámbito del Área Metropolitana de Barcelona. Y eso nos lleva, indefectiblemente, a preguntarnos sobre la autoridad política que debería hacerse cargo de esta hipotética metro-policía.

La emergencia digital en el área metropolitana de Barcelona

Para Cristina Colom, experta en humanismo tecnológico, analiza los cambios que comportará la digitalización de la sociedad

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, que está empezando a salir de una pandemia global, en un escenario donde estamos poniendo en riesgo la propia sostenibilidad del planeta (en la que denominamos década del clima y en la que tenemos que alcanzar los ODS de la Agenda 2030). A este panorama añadimos problemáticas socio-económicas muy relevantes como la guerra en tierras europeas, el nivel de inflación actual, el aumento de visibilidad e incorporación en instituciones democráticas de partidos o movimientos muy extremistas, pero también garantizar agua potable, luchar contra enfermedades emergentes, la proliferación de terrorismo en ciertas zonas del mundo pero que también nos afectan,  el desarme o el hecho del envejecimiento y el número de refugiados… y en medio de todo este escenario… estamos también en una emergencia digital.

La emergencia digital es una situación generada por una transformación digital asimétrica y acelerada que requiere medidas urgentes para garantizar la equidad y la protección de los derechos humanos ahora más que nunca en todos los entornos, tanto los presenciales como los digitales, así como garantizar la sostenibilidad del planeta.

Por Isabel Vidal, directora general del Grupo Focus y presidenta de la ADETCA

La administración pública debe intervenir obligatoriamente allí donde no hay tejido ni densidad cultural.  Debe generar las vías culturales donde circulen los contenidos de producción pública o privada, a los que les es imposible invertir inicialmente. Ejemplos como el proyecto de las Tres Xemeneas en Badalona son importantísimos y muestran el modelo y el camino a seguir, y que no es exclusiva responsabilidad de la administración local, sino también autonómica y estatal.  Sería necesaria sin embargo una revisión en profundidad en sus modelos de gobernanza. Delegar en algunos casos su responsabilidad adquirida en las urnas, en organismos en principio independientes de la misma jerarquía administrativa, no debería provocar la ceguera a las posibilidades que brindan las empresas sólo por el hecho de ser empresas y de tener carácter privado. En ocasiones parece como si los gestores de las subvenciones o de las licencias fueran los que ahora mandan sobre la planificación cultural en sustitución de la responsabilidad de la administración política.

Al empresariado cultural con posibilidades que no tiene ninguna obligación, pero entiendo que sí tiene responsabilidad, nos toca seguir ejerciendo de auriga que estimula los caballos y buscar siempre complicidades para el retorno social de nuestra actividad. No nos podemos perder la voluntad de influencia cultural de empresas estratégicas como Planeta, Random House, Focus, Sónar, Cruïlla, Primavera Sound, Media Pro, Fundación La Caixa, ni la de espacios de reflexión y debate profundo como el Rethink, todos radicados en Barcelona, con una clara voluntad de incrementar la vitalidad cultural de la ciudad, por sus ciudadanos y por la imagen que Barcelona debe proyectar al mundo.

Una ciudad donde hay bajos culturales (librerías, salas de conciertos, museos, galerías, teatros, cines, bibliotecas, escuelas de artes, etc) en todos los barrios, es una ciudad cohesionada y más cívica. Donde no hay equipamientos culturales, hay problemas, aislamiento y marginación. Por eso, cuando hablamos de descentralización en términos culturales nos estamos refiriendo a crear nuevos centros o pools culturales.  No se puede ahogar ni aislar culturalmente a nadie. Aquí obligatoriamente interviene la administración. Pero desde mi punto vista, no sólo para descentralizar la actividad, sino para oxigenar la vida en comunidad. No se le puede exigir a una empresa privada que se instale donde no hay posibilidad de ser viable. Pero sí se le debe exigir a la administración que apoye cualquier iniciativa privada que permita este efecto.

Aquí es donde la cultura ofrece una clara posibilidad de crear metrópoli: a partir del desbordamiento de entidades y equipamientos que se ubican en el centro de Barcelona, pero también de cualquier ciudad como Sant Adrià u otras. Y un día estos márgenes ya se han ido y un día los centros se unen.  En definitiva, esta es la obligación de la administración: acercar la cultura a los ciudadanos, y apoyar sin ninguna excusa cualquier acción cultural privada que lo permita.

Seguridad y territorio: ¿Hay que crear un órgano en el AMB?

Carles Vivancos, analista de política

A pesar de su aparente simplicidad, el sistema de seguridad pública con el que contamos presenta algunos agujeros que necesitan encarar soluciones actualizadas.

Los dos temas que aparecen como los más destacados son el de la seguridad en el transporte colectivo dentro del territorio metropolitano y el de la persecución de delitos, menores y no tanto menores, en áreas urbanas que se despliegan sobre varios municipios vecinos y sin solución de continuidad.

Las actuales líneas de metro, de cercanías y de autobuses pueden llegar a pasar, en algunos casos, hasta por seis municipios diferentes dentro del ámbito metropolitano. Aunque su seguridad corre a cargo, en primera instancia, de servicios de seguridad privada que recurren a la policía, básicamente a los Mossos, en caso de problemas mayores, ello impide que las respectivas Policías Locales, normalmente con despliegues más cercanos a las líneas de transporte público y con mayor conocimiento de los delincuentes habituales, puedan contribuir eficazmente a mejorar la seguridad pública en un sistema de transporte que usan a diario millones de ciudadanos. Este problema ni es nuevo ni se plantea sólo en Barcelona.

Pero esto resulta insuficiente para atender las necesidades, crecientes en cantidad y complejidad, de la seguridad pública urbana actual. Parece difícil pensar que se pueda avanzar mucho más en la mejora de la seguridad metropolitana sin algún tipo de fuerza policial con jurisdicción (funcional y territorial) y capacidad suficiente para llevar a cabo sus misiones en todo el ámbito del Área Metropolitana de Barcelona. Y eso nos lleva, indefectiblemente, a preguntarnos sobre la autoridad política que debería hacerse cargo de esta hipotética metro-policía.

La emergencia digital en el área metropolitana de Barcelona

Para Cristina Colom, experta en humanismo tecnológico, analiza los cambios que comportará la digitalización de la sociedad

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, que está empezando a salir de una pandemia global, en un escenario donde estamos poniendo en riesgo la propia sostenibilidad del planeta (en la que denominamos década del clima y en la que tenemos que alcanzar los ODS de la Agenda 2030). A este panorama añadimos problemáticas socio-económicas muy relevantes como la guerra en tierras europeas, el nivel de inflación actual, el aumento de visibilidad e incorporación en instituciones democráticas de partidos o movimientos muy extremistas, pero también garantizar agua potable, luchar contra enfermedades emergentes, la proliferación de terrorismo en ciertas zonas del mundo pero que también nos afectan,  el desarme o el hecho del envejecimiento y el número de refugiados… y en medio de todo este escenario… estamos también en una emergencia digital.

La emergencia digital es una situación generada por una transformación digital asimétrica y acelerada que requiere medidas urgentes para garantizar la equidad y la protección de los derechos humanos ahora más que nunca en todos los entornos, tanto los presenciales como los digitales, así como garantizar la sostenibilidad del planeta.

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