EL MOMENTO DEL BESÒS
Por Rafael Pradas, periodista
El río Besòs es una frontera natural de Barcelona. También buena parte de lo que convenimos llamar área o eje del Besòs es el territorio de frontera de una ciudad más orientada al Baix Llobregat.
Durante el franquismo –pero no sólo- el Besòs se convirtió a menudo en receptor de servicios que la ciudad necesitaba y no podía asumir en un territorio escaso, como nudos de comunicaciones, centrales térmicas o polígonos para alojar el barraquismo (proveniente del Camp de la Bota, Pequin, La Perona, Can Tunis, Somorrostro…). La herencia más punzante es el Polígono de la Mina, iniciado en 1969, con más de 10.000 habitantes, un tercio del total de Sant Adrià del Besòs, fronterizo con barrios barceloneses también de alta densidad social. Pero, separado del núcleo central de Sant Adrià por el río, las rondas y las vías del tren este barrio ejemplifica las dificultades sociales. Está estigmatizado por la droga y castigado por la aluminosis y la dejadez colectiva, tal y como pone de manifiesto el largo y difícil viacrucis de los habitantes del «Bloque Venus» que debía derribarse en 2004. En los últimos años, en el cauce del Besòs ha surgido un nuevo barraquismo que parecía erradicado, expresión de numerosos problemas personales y colectivos, y que interpelan a las administraciones: ayuntamientos, Consorcio del Besòs, AMB, Diputación y Generalitat.
Es necesario que no nos dejemos engañar por el río. Hay una parte de lo que conocemos como Besòs que forma parte del estricto término municipal de Barcelona: Vallbona, Trinitat Nova, Baró de Viver y Bon Pastor son barrios estrictamente barceloneses y ligados a la dinámica de la zona. Quizá haya que añadir el barrio del Besòs y el Maresme, crecido con el empuje del polígono del SO del Besòs. Con Badalona, Montcada, Sant Adrià de Besòs, Santa Coloma de Gramenet reúnen a más de 450.000 personas en 60 kilómetros cuadrados. En este ámbito, se encuentran algunas de las rentas más bajas de Cataluña.
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, quiere que el Besòs sea una prioridad de su mandato municipal y metropolitano, haciendo efectivo el acuerdo del Área Metropolitana de Barcelona de enero de 2023 de invertir 500 millones de euros en 10 años, a partir de 27 proyectos que apuntan a la cohesión social y la dinamización económica y territorial. Vivienda, empleo, seguridad, lucha contra las desigualdades son las grandes asignaturas pendientes. Así lo señaló en su participación en el ciclo Fer Metrópoli de RethinkBCN el pasado octubre en Foment del Treball.
“Hay actuaciones necesariamente urgentes como acabar con barracas e infraviviendas, rehabilitar las edificaciones estropeadas y construir pisos públicos.» |
De manera estricta, ninguna de las medidas a implementar podría esperar diez años. Hay actuaciones necesariamente urgentes como acabar con barracas e infraviviendas, rehabilitar las edificaciones estropeadas, construir pisos públicos, mejorar los polígonos industriales a ambos lados del río y regenerar las playas contaminadas de Badalona y Sant Adrià. «Hay una Barcelona que se cae a trozos» escribía hace poco la subdirectora de El Periódico Carol Álvarez para referirse al área del Besòs. Es en este entorno donde la metrópolis debe sacar músculo.
Para salir del callejón sin salida hacen falta medidas sociales y, en paralelo, dar también nuevas oportunidades al tejido económico, a los polígonos industriales y de servicios (logística, metalurgia, farmacéutica) que hay que modernizar. Las previsiones de los técnicos avanzan en que la franja junto a la ronda litoral, paralela al río, tendrá un papel estratégico como espacio de economía circular e industria 4.0. Una ventaja debería ser la proximidad al Distrito 22@, hub de emprendimiento e innovación tecnológica inmerso en un proceso de crecimiento en el norte de la Diagonal. Es cierto también que el área del Besòs tiene muchas realidades y potencialidades con iniciativas en sectores diversos que hay que potenciar a fondo: campus universitarios (Diagonal-eacat de la UPC; Campus de alimentación de Torribera de Santa Coloma, UB; Hospital Trias i Pujol o Can Ruti UAB…), actividades culturales, lúdicas, feriales como el Parc del Fòrum y otros espacios, el Centro de Convenciones Internacional de Barcelona (CCIB), Museo de Ciencias Naturales, puertos deportivos y litoral… Vale la pena resaltar la importancia del Campus de la Alimentación y del Campus Sanitario de Can Ruti (referente en ámbitos como la oncología, el Sida, o la leucemia) que son piezas muy importantes en dos campos –alimentación y salud- en los que Barcelona tiene posiciones de liderazgo.
En este entorno social y económico adquieren un papel rutilante las Tres Chimeneas, uno de los elementos arquitectónicos industriales más característicos de la costa de Barcelona, vestigio del pasado que apunta al futuro. Con 180 metros de altura se han convertido en símbolo de Sant Adrià y de la Barcelona que mira hacia el otro lado del territorio. La central térmica dejó de funcionar en 2011 pero más del 80% de los vecinos de Sant Adrià decidieron, en referéndum, que querían mantener las chimeneas/torres en pie. En La Vanguardia, Miquel Molina las ha calificado de «catedral laica» en competición visual con la Sagrada Familia, catedral de los pobres y elemento de marca de primera magnitud para Barcelona.
Las Tres Chimeneas de Sant Adrià son futuro. Son el centro del Plan de Desarrollo Urbanístico, PDU, que lleva su nombre, con más de treinta hectáreas destinadas a equipamientos, espacios verdes, nuevas viviendas y mejoras urbanísticas y donde se expresan potentes intereses inmobiliarios. En el antiguo edificio de la nave de turbinas está previsto que se desarrolle finalmente, después de muchas indecisiones, el proyecto Catalunya Media City, con vocación de ser ‘hub’ de la industria audiovisual, digital y de videojuegos.
Pero mientras el futuro no acaba de llegar del todo, este 2024 las Tres Chimeneas adquirirán nuevo protagonismo al convertirse en uno de los escenarios de «Manifiesta», evento con sede central en Ámsterdam que se define como «bienal nómada europea», festival itinerante de pensamiento, arte y cultura que replantea la relación entre cultura y sociedad civil y que celebrará en varias ciudades de la región metropolitana de Barcelona su decimoquinta edición. En las Tres Chimeneas tendrá lugar en concreto el clúster «Imaginando futuros».
La Bienal se propone debatir en Barcelona temas punzantes. Desde la soberanía hasta las crisis económicas y ecológicas. En un ámbito como es el Besòs, aunque sea de manera efímera, tiene sentido hablar de transformaciones y de imaginar lo que vendrá. Razonablemente el futuro del Besòs debe pasar por mejorar la calidad de vida de las personas en todos los sentidos, aplicando políticas públicas y privadas que generen nuevas oportunidades individuales y colectivas. A la sombra de las Tres Chimeneas tiene mucho sentido pensar en estrategias metropolitanas potentes y transformadoras: sociales, económicas y medioambientales.
Por Rafael Pradas, periodista
El río Besòs es una frontera natural de Barcelona. También buena parte de lo que convenimos llamar área o eje del Besòs es el territorio de frontera de una ciudad más orientada al Baix Llobregat.
Durante el franquismo –pero no sólo- el Besòs se convirtió a menudo en receptor de servicios que la ciudad necesitaba y no podía asumir en un territorio escaso, como nudos de comunicaciones, centrales térmicas o polígonos para alojar el barraquismo (proveniente del Camp de la Bota, Pequin, La Perona, Can Tunis, Somorrostro…). La herencia más punzante es el Polígono de la Mina, iniciado en 1969, con más de 10.000 habitantes, un tercio del total de Sant Adrià del Besòs, fronterizo con barrios barceloneses también de alta densidad social. Pero, separado del núcleo central de Sant Adrià por el río, las rondas y las vías del tren este barrio ejemplifica las dificultades sociales. Está estigmatizado por la droga y castigado por la aluminosis y la dejadez colectiva, tal y como pone de manifiesto el largo y difícil viacrucis de los habitantes del «Bloque Venus» que debía derribarse en 2004. En los últimos años, en el cauce del Besòs ha surgido un nuevo barraquismo que parecía erradicado, expresión de numerosos problemas personales y colectivos, y que interpelan a las administraciones: ayuntamientos, Consorcio del Besòs, AMB, Diputación y Generalitat.
Es necesario que no nos dejemos engañar por el río. Hay una parte de lo que conocemos como Besòs que forma parte del estricto término municipal de Barcelona: Vallbona, Trinitat Nova, Baró de Viver y Bon Pastor son barrios estrictamente barceloneses y ligados a la dinámica de la zona. Quizá haya que añadir el barrio del Besòs y el Maresme, crecido con el empuje del polígono del SO del Besòs. Con Badalona, Montcada, Sant Adrià de Besòs, Santa Coloma de Gramenet reúnen a más de 450.000 personas en 60 kilómetros cuadrados. En este ámbito, se encuentran algunas de las rentas más bajas de Cataluña.
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, quiere que el Besòs sea una prioridad de su mandato municipal y metropolitano, haciendo efectivo el acuerdo del Área Metropolitana de Barcelona de enero de 2023 de invertir 500 millones de euros en 10 años, a partir de 27 proyectos que apuntan a la cohesión social y la dinamización económica y territorial. Vivienda, empleo, seguridad, lucha contra las desigualdades son las grandes asignaturas pendientes. Así lo señaló en su participación en el ciclo Fer Metrópoli de RethinkBCN el pasado octubre en Foment del Treball.
”Hay actuaciones necesariamente urgentes como acabar con barracas e infraviviendas, rehabilitar las edificaciones estropeadas y construir pisos públicos |
De manera estricta, ninguna de las medidas a implementar podría esperar diez años. Hay actuaciones necesariamente urgentes como acabar con barracas e infraviviendas, rehabilitar las edificaciones estropeadas, construir pisos públicos, mejorar los polígonos industriales a ambos lados del río y regenerar las playas contaminadas de Badalona y Sant Adrià. «Hay una Barcelona que se cae a trozos» escribía hace poco la subdirectora de El Periódico Carol Álvarez para referirse al área del Besòs. Es en este entorno donde la metrópolis debe sacar músculo.
Para salir del callejón sin salida hacen falta medidas sociales y, en paralelo, dar también nuevas oportunidades al tejido económico, a los polígonos industriales y de servicios (logística, metalurgia, farmacéutica) que hay que modernizar. Las previsiones de los técnicos avanzan en que la franja junto a la ronda litoral, paralela al río, tendrá un papel estratégico como espacio de economía circular e industria 4.0. Una ventaja debería ser la proximidad al Distrito 22@, hub de emprendimiento e innovación tecnológica inmerso en un proceso de crecimiento en el norte de la Diagonal. Es cierto también que el área del Besòs tiene muchas realidades y potencialidades con iniciativas en sectores diversos que hay que potenciar a fondo: campus universitarios (Diagonal-eacat de la UPC; Campus de alimentación de Torribera de Santa Coloma, UB; Hospital Trias i Pujol o Can Ruti UAB…), actividades culturales, lúdicas, feriales como el Parc del Fòrum y otros espacios, el Centro de Convenciones Internacional de Barcelona (CCIB), Museo de Ciencias Naturales, puertos deportivos y litoral… Vale la pena resaltar la importancia del Campus de la Alimentación y del Campus Sanitario de Can Ruti (referente en ámbitos como la oncología, el Sida, o la leucemia) que son piezas muy importantes en dos campos –alimentación y salud- en los que Barcelona tiene posiciones de liderazgo.
En este entorno social y económico adquieren un papel rutilante las Tres Chimeneas, uno de los elementos arquitectónicos industriales más característicos de la costa de Barcelona, vestigio del pasado que apunta al futuro. Con 180 metros de altura se han convertido en símbolo de Sant Adrià y de la Barcelona que mira hacia el otro lado del territorio. La central térmica dejó de funcionar en 2011 pero más del 80% de los vecinos de Sant Adrià decidieron, en referéndum, que querían mantener las chimeneas/torres en pie. En La Vanguardia, Miquel Molina las ha calificado de «catedral laica» en competición visual con la Sagrada Familia, catedral de los pobres y elemento de marca de primera magnitud para Barcelona.
Las Tres Chimeneas de Sant Adrià son futuro. Son el centro del Plan de Desarrollo Urbanístico, PDU, que lleva su nombre, con más de treinta hectáreas destinadas a equipamientos, espacios verdes, nuevas viviendas y mejoras urbanísticas y donde se expresan potentes intereses inmobiliarios. En el antiguo edificio de la nave de turbinas está previsto que se desarrolle finalmente, después de muchas indecisiones, el proyecto Catalunya Media City, con vocación de ser ‘hub’ de la industria audiovisual, digital y de videojuegos.
Pero mientras el futuro no acaba de llegar del todo, este 2024 las Tres Chimeneas adquirirán nuevo protagonismo al convertirse en uno de los escenarios de «Manifiesta», evento con sede central en Ámsterdam que se define como «bienal nómada europea», festival itinerante de pensamiento, arte y cultura que replantea la relación entre cultura y sociedad civil y que celebrará en varias ciudades de la región metropolitana de Barcelona su decimoquinta edición. En las Tres Chimeneas tendrá lugar en concreto el clúster «Imaginando futuros».
La Bienal se propone debatir en Barcelona temas punzantes. Desde la soberanía hasta las crisis económicas y ecológicas. En un ámbito como es el Besòs, aunque sea de manera efímera, tiene sentido hablar de transformaciones y de imaginar lo que vendrá. Razonablemente el futuro del Besòs debe pasar por mejorar la calidad de vida de las personas en todos los sentidos, aplicando políticas públicas y privadas que generen nuevas oportunidades individuales y colectivas. A la sombra de las Tres Chimeneas tiene mucho sentido pensar en estrategias metropolitanas potentes y transformadoras: sociales, económicas y medioambientales.
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