COOPERACIÓN, SENSIBILIDAD SOCIAL, SOSTENIBILIDAD Y COGOVERNANZA, LAS CLAVES DE LA GESTIÓN METROPOLITANA DEL FUTURO
En el marco de la sección “Repensar la Metrópolis”, personalidades procedentes de horizontes diversos, han establecido cuáles son las prioridades que se deben establecer a la hora de desarrollar una política metropolitana eficaz y capaz de dar respuesta a los retos que se plantean en la actualidad. Felipe Campos, director General de la Asociación Educativa Itaca IH, subraya la necesidad de hacer pivotar la necesidad de la Metrópoli Barcelona alrededor del hecho social y la importancia de lograr un consenso entre las diferentes sensibilidades sociales para la construcción de la ciudad y superar una visión individualista. Tampoco se pueden desvincular del debate metropolitano los factores asociados al cambio climático y los límites ambientales del planeta, en términos de movilidad sostenible, emisiones y tratamiento del agua. La pandemia ha agravado la situación, y Campos retoma unos datos del Banco Mundial, según el cual el 2021 se superarán los 150 millones de personas que subsisten con menos de 1,90 dólares en el día.
La necesidad de hacer pivotar la Metrópoli Barcelona alrededor del hecho social y la importancia de lograr un consenso entre las diferentes sensibilidades sociales y superar una visión individualista son algunas de las ideas apuntadas por los expertos. |
Roser Fernández, directora general de la Unión Catalana de Hospitales y Presidenta de la Comisión de Atención a las Personas, de Salud y Social de Fomento del Trabajo, hace hincapié en la necesidad de encontrar una mejor organización administrativa de los servicios públicos entre territorios y ciudades, y esto pasa para lograr un mejor consenso entre las partes implicadas. Fernández considera que la descentralización de los servicios públicos es “clave” y por eso es importante no fragmentar las competencias entre niveles de administración y “apostar por espacios de co governanza y participación.” Como modelo se pueden seguir el servicios sanitarios y sociales en el ámbito de la región metropolitana de Barcelona, “porque recogen la diversidad poblacional, de los dispositivos de proximidad y también de referencia.” El objetivo final no es solo la equidad en el acceso territorial, sino la equidad en el acceso en los resultados, independientemente de donde se viva. Por eso, insiste, es fundamental lograr una visión supraterritorial de la gestión.
Con una visión global de hacia dónde se debe encarrilar la Barcelona Metropolitana, Mar Alarcón, fundadora de Social Car y vicepresidenta de Fomento del Trabajo, establece que los retos de hoy en día —la inclusión, la accesibilidad, la movilidad, la vivienda, lo escasez de recursos y el cambio climático— se deben abordar a partir de un frente común entre administraciones del territorio metropolitano “a largo plazo, vacío de ideologías, electoralismos y con consenso político, empresarial y social”. Para que la ciudad pueda asumir con garantías los retos del futuro, hay que potenciar la actividad económica para crear puestos de trabajo y reducir las desigualdades. La región metropolitana, opina Mar Alarcón, se debe entender como una realidad con identidad de ciudad, muy vertebrada y unida al resto del territorio, y con conectividad internacional. El actor principal, aun así, es el conjunto de la ciudadanía, “en otras palabras, el sector público y el privado en plena colaboración”. De este entendimiento dependen medidas innovadoras como por ejemplo la movilidad compartida bajo demanda, la telemetría, los hubs logísticos urbanos y la electrificación de las flotas. La innovación, pues, es uno de los ejes fundamentales de la ciudad metropolitana, porque le permite evolucionar en clave de sostenibilidad.
El arquitecto Vicente Guallart, director de Guallart Architects, sigue en esta misma línea apuntando la necesidad de definir Barcelona Metrópolis como una bio ciudad: “La ecología es una nueva economía porque ofrece oportunidades para desarrollar nuevas formas de producción, de intercambio y de fomento de la vida. No ponen en peligro nuestra propia existencia en el planeta y permiten atraer talento y definir nuevos liderazgos en el mundo”. Recordando que la Unión Europea se ha fijado el reto de conseguir que Europa sea un continente de Emisiones Cero de cara al 2050 y la reducción de las emisiones del 55% de aquí al 2030, Guallart exige que los presupuestos de las administraciones estén en sintonía para poder parar el cambio climático. Desde este punto de vista, opina Guallart, Barcelona tiene una magnífica oportunidad para redefinirse e impulsarse como biociudad. Esto pasa para fomentar la vida en comunidad siguiendo los principios de los sistemas naturales utilizando los recursos y las tecnologías que han surgido con la revolución digital. Fomentar la producción local y utilizar energías renovables nos acercan a este objetivo que se enmarca en uno de más amplio de ecosistemas regionales. A nivel arquitectónico, uno de los elementos que mejor representa este cambio es el uso de la madera industrializada como material de construcción de los nuevos edificios ecológicos, que se deben concebir como organismos autosuficientes. En paralelo, habría que desarrollar la naturaleza urbana, con proyectos como por ejemplo el de la transformación del río Besós y el Llobregat.
En el marco de la sección “Repensar la Metrópolis”, personalidades procedentes de horizontes diversos, han establecido cuáles son las prioridades que se deben establecer a la hora de desarrollar una política metropolitana eficaz y capaz de dar respuesta a los retos que se plantean en la actualidad. Felipe Campos, director General de la Asociación Educativa Itaca IH, subraya la necesidad de hacer pivotar la necesidad de la Metrópoli Barcelona alrededor del hecho social y la importancia de lograr un consenso entre las diferentes sensibilidades sociales para la construcción de la ciudad y superar una visión individualista. Tampoco se pueden desvincular del debate metropolitano los factores asociados al cambio climático y los límites ambientales del planeta, en términos de movilidad sostenible, emisiones y tratamiento del agua. La pandemia ha agravado la situación, y Campos retoma unos datos del Banco Mundial, según el cual el 2021 se superarán los 150 millones de personas que subsisten con menos de 1,90 dólares en el día.
La necesidad de hacer pivotar la Metrópoli Barcelona alrededor del hecho social y la importancia de lograr un consenso entre las diferentes sensibilidades sociales y superar una visión individualista son algunas de las ideas apuntadas por los expertos. |
Roser Fernández, directora general de la Unión Catalana de Hospitales y Presidenta de la Comisión de Atención a las Personas, de Salud y Social de Fomento del Trabajo, hace hincapié en la necesidad de encontrar una mejor organización administrativa de los servicios públicos entre territorios y ciudades, y esto pasa para lograr un mejor consenso entre las partes implicadas. Fernández considera que la descentralización de los servicios públicos es “clave” y por eso es importante no fragmentar las competencias entre niveles de administración y “apostar por espacios de co governanza y participación.” Como modelo se pueden seguir el servicios sanitarios y sociales en el ámbito de la región metropolitana de Barcelona, “porque recogen la diversidad poblacional, de los dispositivos de proximidad y también de referencia.” El objetivo final no es solo la equidad en el acceso territorial, sino la equidad en el acceso en los resultados, independientemente de donde se viva. Por eso, insiste, es fundamental lograr una visión supraterritorial de la gestión.
Con una visión global de hacia dónde se debe encarrilar la Barcelona Metropolitana, Mar Alarcón, fundadora de Social Car y vicepresidenta de Fomento del Trabajo, establece que los retos de hoy en día —la inclusión, la accesibilidad, la movilidad, la vivienda, lo escasez de recursos y el cambio climático— se deben abordar a partir de un frente común entre administraciones del territorio metropolitano “a largo plazo, vacío de ideologías, electoralismos y con consenso político, empresarial y social”. Para que la ciudad pueda asumir con garantías los retos del futuro, hay que potenciar la actividad económica para crear puestos de trabajo y reducir las desigualdades. La región metropolitana, opina Mar Alarcón, se debe entender como una realidad con identidad de ciudad, muy vertebrada y unida al resto del territorio, y con conectividad internacional. El actor principal, aun así, es el conjunto de la ciudadanía, “en otras palabras, el sector público y el privado en plena colaboración”. De este entendimiento dependen medidas innovadoras como por ejemplo la movilidad compartida bajo demanda, la telemetría, los hubs logísticos urbanos y la electrificación de las flotas. La innovación, pues, es uno de los ejes fundamentales de la ciudad metropolitana, porque le permite evolucionar en clave de sostenibilidad.
El arquitecto Vicente Guallart, director de Guallart Architects, sigue en esta misma línea apuntando la necesidad de definir Barcelona Metrópolis como una bio ciudad: “La ecología es una nueva economía porque ofrece oportunidades para desarrollar nuevas formas de producción, de intercambio y de fomento de la vida. No ponen en peligro nuestra propia existencia en el planeta y permiten atraer talento y definir nuevos liderazgos en el mundo”. Recordando que la Unión Europea se ha fijado el reto de conseguir que Europa sea un continente de Emisiones Cero de cara al 2050 y la reducción de las emisiones del 55% de aquí al 2030, Guallart exige que los presupuestos de las administraciones estén en sintonía para poder parar el cambio climático. Desde este punto de vista, opina Guallart, Barcelona tiene una magnífica oportunidad para redefinirse e impulsarse como biociudad. Esto pasa para fomentar la vida en comunidad siguiendo los principios de los sistemas naturales utilizando los recursos y las tecnologías que han surgido con la revolución digital. Fomentar la producción local y utilizar energías renovables nos acercan a este objetivo que se enmarca en uno de más amplio de ecosistemas regionales. A nivel arquitectónico, uno de los elementos que mejor representa este cambio es el uso de la madera industrializada como material de construcción de los nuevos edificios ecológicos, que se deben concebir como organismos autosuficientes. En paralelo, habría que desarrollar la naturaleza urbana, con proyectos como por ejemplo el de la transformación del río Besós y el Llobregat.
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