INFRAESTRUCTURAS, EXPANSIÓN, IMPULSO DE GRANDES PROYECTOS Y REGIÓN URBANA GLOCAL

Resumimos cuatro artículos de Núria Aymerich, Carlos Cabrera, Joan Puigcercós y Josep Acebillo

Nuria Aymerich, Secretaria General del Gremio de Fabricantes de Sabadell, compara la región metropolitana de Barcelona con el País Vasco a la hora de desarrollar su argumentario:
“El Baix Llobregat supera a Guipúzcoa, así como el Vallès es más potente que Vizcaya. No somos una simple periferia de una capital global, somos la dimensión que permite a Barcelona compararse con las metrópolis de base productiva. Eso sí, el País Vasco cuenta con un largo recorrido porque desde hace muchos años los diferentes niveles gubernamentales y de administración, junto con los empresarios, supieron llegar acuerdos y realizar una clara apuesta por hacer un país industrial. Así pues, su economía es hoy más sólida porque lo es su industria. Nosotros, mientras tanto, tenemos por delante los retos de consolidar la innovación y la formación profesional, así como la ejecución y finalización de infraestructuras como el Corredor Mediterráneo y la mejora de los polígonos, entre otros, que modernicen nuestra base industrial. Un horizonte que sólo alcanzaremos si compartimos la voluntad de la integración del hecho industrial en la realidad metropolitana, de modo que los servicios del centro de Barcelona no se vean ajenos a la realidad regional, sino formando parte de un mismo proyecto.

Es tiempo de darnos cuenta de que la industria es una parte relevante de la economía de nuestro país y que una parte importante de la industria es moderna, digitalizada y limpia. Es fundamental incorporar en el discurso económico y productivo a la industria como principal pilar. Fijémonos en que las zonas más ricas y que crean más riqueza lo hicieron hace muchos años. Miremos lo que tenemos y tomemos conciencia del valor que tiene, y no volvamos a olvidar que la industria merece toda la atención política y que, para conseguir los mejores objetivos, necesitamos respetarla, facilitarla y aprender de la cultura de colaboración público-privada. Escuchar a los industriales ya los que realmente entienden de industria es fundamental para definir políticas de apoyo que la hagan sobresalir al igual que lo hacen las áreas industriales punteras de Alemania, Estados Unidos, Reino Unido o los países nórdicos.”

El director general del Institut Cerdà, Carlos Cabrera, opina que las actuaciones pensadas en Barcelona deben buscar el beneficio más allá de su propia trama urbana, de la misma forma que en el ámbito metropolitano se han de buscar soluciones difíciles de implementar en una ciudad donde las decisiones que se adoptan están cada vez más condicionadas por el espacio vital disponible. Analiza el Plan del Eixample de Barcelona de Ildefons Cerdà para establecer que su gran éxito radica en su capacidad de adaptación a las futuras transformaciones que iba a experimentar la ciudad de Barcelona en los siglos XX y XXI.
Ildefons Cerdà vio la importancia de contemplar a la ciudad en su conjunto puesto que estaba limitada por las antiguas murallas medievales, pero más aún por su obsesión“que á todos en todo y para todo oponen obstáculos que contrarían á cada paso y embarazan la acción del individuo, cualquiera que sea la clase á que pertenezca, cualquiera que sea la posición social que ocupe” (TGU), por ello entendía que el urbanismo no podía abordarse desde una suma soluciones parciales sino desde la globalidad de todo un territorio.
Solo desde esta óptica puede verse y entenderse a la Barcelona actual, con un Ensanche donde conviven el uso residencial con grandes equipamientos culturales y turísticos, donde la movilidad de personas, bienes y servicios es su bien más preciado, con un distrito 22@ que ha transformado sus usos industriales y de almacenaje para incorporar las nuevas actividades económicas vinculadas a las tecnologías de la información y comunicación o el conjunto Puerto – Zona Franca en permanente transformación y adaptación a nuevas industrias y necesidades logísticas. O, simplemente, solo desde esta óptica puede entenderse el éxito del proceso de renovación y modernización de la ciudad a partir de los juegos olímpicos de 1992.
Cabe preguntarnos, pues ¿a qué escala debe trabajar el urbanismo, para resolver los retos de la sociedad y el territorio? ¿qué es más importante la escala territorial o el reto a afrontar? Es ahí donde, una vez más, el planificador ha de dejar de lado la voluntad de actuar bajo sus propios intereses o ideas preconcebidas para asumir un bien superior en beneficio de la colectividad que no entiende de fronteras administrativas.
La Barcelona administrativa, dentro de su necesaria y atractiva heterogeneidad y diversidad, con sus grandes equipamientos culturales, turísticos y logísticos, y su Ensanche como inspiración de muchas otras grandes ciudades, es demasiado pequeña. Hemos de pensar en una Barcelona metrópoli que incorpore sin complejos toda su área de influencia. Hemos de ser conscientes que las actuaciones que hagamos en Barcelona deben buscar el beneficio mucho más allá de su propia trama urbana, de la misma forma que en el ámbito metropolitano debemos buscar soluciones difíciles de implementar en una ciudad, donde, a pesar de la versatilidad de su Ensanche, las decisiones que se adoptan están cada vez más condicionadas por el espacio vital disponible.
Solo desde este planteamiento podremos hacer frente a los grandes retos y oportunidades que tenemos por delante en cuanto a transición energética, el transporte público de pasajeros, el déficit de vivienda social y asequible, la emergencia de nuevos perfiles profesionales y sus correspondientes necesidades formativas asociadas, los nuevos usos industriales derivados de los procesos de digitalización, especialmente, con el impulso de la tecnología 3D, la optimización de la distribución urbana de mercancías o la reutilización de recursos y la economía circular.

Carlos Cabrera: “La Barcelona administrativa, dentro de su necesaria y atractiva heterogeneidad y diversidad, es demasiado pequeña»

Joan Puigcercós, presidente de ERC entre los años 2008 y 2011, es de la opinión que los grandes debates estratégicos “suelen hacerse sin ningún rigor”: “No se ha diseñado un terreno de juego apto para que, desde el conocimiento, urbanistas, especialistas en planificación territorial, ecólogos, sociólogos, estadísticos, economistas o ingenieros puedan realizar propuestas de modelos de cohesión social, competitividad económica y crecimiento económico. La discusión sobre la candidatura de Barcelona a unos Juegos Olímpicos de invierno se hace sin ninguna propuesta seria sobre la mesa por un lado y otro, y aparecen plataformas y opiniones contrarias sin saber qué implica realmente la consecución de los Juegos. Un debate en el que la opinión de una alpinista de prestigio que ni siquiera ha participado nunca en unos juegos de invierno tiene tribuna, y los especialistas en ordenación y planificación territorial son ignorados.
El problema es que Barcelona y el país tienen materia gris suficiente para ordenar y llevar a cabo estos debates con inteligencia y propuestas sólidas tanto por un lado como por otro, pero paradójicamente no afloran. Quedan tapadas en una calima densa de lugares comunes y tópicos que sólo responden a principios ideológicos o defienden intereses particulares. La obligación de nuestros gobernantes, y también de la que a menudo se autodenomina «sociedad civil», es poner las vías por las que puedan circular las alternativas mejor fundamentadas, sin miedo ni apriorismos. Es una necesidad imperiosa, porque la falta de debates fundamentados y conducidos por especialistas conlleva un alto desgaste para las instituciones y la esperanza de la ciudadanía.
Cuando, este pasado mes de noviembre, nos dejó Oriol Bohigas, muchos tuvimos la sensación de que se había cerrado una época. Porque Bohigas, como muchos de su generación, era capaz de construir un debate y formular propuestas para romper tendencias, innovar y obligarnos a abrir la mente. No era simple opinión. Detrás había visión y proyecto. Se trata de dar pista a los muchos Bohigas que tenemos en ese país y permanecen silenciados”.

Por último, en el cuarto artículo de “Construir la Ciudad” que recuperamos, Josep Acebillo introduce el concepto de Región Urbana Local, partiendo de la constatación de que el actual concepto de Área Metropolitana ha quedado obsoleto.
«En nuestro actual contexto político, deberíamos constatar que el despliegue de Barcelona, Región Urbana Glocal es compatible y necesario para una mayor eficiencia territorial con cualquier tipo de hipótesis política que formulemos, sea continuista, reformista o rupturista. El concepto de Región Urbana, Glocal, en un nuevo contexto neo-metropolitano, necesita un nuevo marco geográfico regional que debe concebirse interdisciplinariamente desde tres perspectivas: la ecológica, la socioeconómica y la urbanística: Un nuevo modelo territorial necesita una visión ecológica que promueva holísticamente una mayor interacción entre la ciudad y su entorno natural, incluido el territorio rural, como concepto clave.
El nuevo modelo ecológico entiende “cualquier territorio” como un sistema abierto y complejo, formado como mosaico territorial de carácter universal (Amazonia o Sáhara) conformado de acuerdo con la matriz, Patch-corridor-Matrix, de modo que, si modificamos los criterios de urbanización y los sistemas construidos o no construidos, se alterará la estructura del territorio.
Desde la perspectiva socioeconómica, la nueva economía regional debe entenderse como un sistema formado por un stock de activos relacionales y convenciones que es fruto de la interacción de tres vectores: las tecnologías, impulsoras de la economía mediante la innovación; las organizaciones, como empresas actoras que deciden el grado de internalización o externalización del sistema productivo y, por tanto, su estructura; y el territorio como contexto espacial que habilita las transacciones socioeconómicas en función de su escala territorial, ahora regional. Además, la nueva economía regional puede facilitar una presencia transnacional activa que propicie un inter-regionalismo socioeconómico que tiña la globalización de un nuevo efecto glocal que da mayor protagonismo al local. Desde la perspectiva urbanística, la Ciudad-Región debe entenderse como la sustantivación territorial producida por la hibridación de los sistemas construidos (ciudades y sistemas urbanos) con los ecosistemas no construidos (territorio natural y rural), regidos geo-morfológicamente por el Modelo Archipiélago”.

Nuria Aymerich, Secretaria General del Gremio de Fabricantes de Sabadell, compara la región metropolitana de Barcelona con el País Vasco a la hora de desarrollar su argumentario:
“El Baix Llobregat supera a Guipúzcoa, así como el Vallès es más potente que Vizcaya. No somos una simple periferia de una capital global, somos la dimensión que permite a Barcelona compararse con las metrópolis de base productiva. Eso sí, el País Vasco cuenta con un largo recorrido porque desde hace muchos años los diferentes niveles gubernamentales y de administración, junto con los empresarios, supieron llegar acuerdos y realizar una clara apuesta por hacer un país industrial. Así pues, su economía es hoy más sólida porque lo es su industria. Nosotros, mientras tanto, tenemos por delante los retos de consolidar la innovación y la formación profesional, así como la ejecución y finalización de infraestructuras como el Corredor Mediterráneo y la mejora de los polígonos, entre otros, que modernicen nuestra base industrial. Un horizonte que sólo alcanzaremos si compartimos la voluntad de la integración del hecho industrial en la realidad metropolitana, de modo que los servicios del centro de Barcelona no se vean ajenos a la realidad regional, sino formando parte de un mismo proyecto.

Es tiempo de darnos cuenta de que la industria es una parte relevante de la economía de nuestro país y que una parte importante de la industria es moderna, digitalizada y limpia. Es fundamental incorporar en el discurso económico y productivo a la industria como principal pilar. Fijémonos en que las zonas más ricas y que crean más riqueza lo hicieron hace muchos años. Miremos lo que tenemos y tomemos conciencia del valor que tiene, y no volvamos a olvidar que la industria merece toda la atención política y que, para conseguir los mejores objetivos, necesitamos respetarla, facilitarla y aprender de la cultura de colaboración público-privada. Escuchar a los industriales ya los que realmente entienden de industria es fundamental para definir políticas de apoyo que la hagan sobresalir al igual que lo hacen las áreas industriales punteras de Alemania, Estados Unidos, Reino Unido o los países nórdicos.”

El director general del Institut Cerdà, Carlos Cabrera, opina que las actuaciones pensadas en Barcelona deben buscar el beneficio más allá de su propia trama urbana, de la misma forma que en el ámbito metropolitano se han de buscar soluciones difíciles de implementar en una ciudad donde las decisiones que se adoptan están cada vez más condicionadas por el espacio vital disponible. Analiza el Plan del Eixample de Barcelona de Ildefons Cerdà para establecer que su gran éxito radica en su capacidad de adaptación a las futuras transformaciones que iba a experimentar la ciudad de Barcelona en los siglos XX y XXI.
Ildefons Cerdà vio la importancia de contemplar a la ciudad en su conjunto puesto que estaba limitada por las antiguas murallas medievales, pero más aún por su obsesión“que á todos en todo y para todo oponen obstáculos que contrarían á cada paso y embarazan la acción del individuo, cualquiera que sea la clase á que pertenezca, cualquiera que sea la posición social que ocupe” (TGU), por ello entendía que el urbanismo no podía abordarse desde una suma soluciones parciales sino desde la globalidad de todo un territorio.
Solo desde esta óptica puede verse y entenderse a la Barcelona actual, con un Ensanche donde conviven el uso residencial con grandes equipamientos culturales y turísticos, donde la movilidad de personas, bienes y servicios es su bien más preciado, con un distrito 22@ que ha transformado sus usos industriales y de almacenaje para incorporar las nuevas actividades económicas vinculadas a las tecnologías de la información y comunicación o el conjunto Puerto – Zona Franca en permanente transformación y adaptación a nuevas industrias y necesidades logísticas. O, simplemente, solo desde esta óptica puede entenderse el éxito del proceso de renovación y modernización de la ciudad a partir de los juegos olímpicos de 1992.
Cabe preguntarnos, pues ¿a qué escala debe trabajar el urbanismo, para resolver los retos de la sociedad y el territorio? ¿qué es más importante la escala territorial o el reto a afrontar? Es ahí donde, una vez más, el planificador ha de dejar de lado la voluntad de actuar bajo sus propios intereses o ideas preconcebidas para asumir un bien superior en beneficio de la colectividad que no entiende de fronteras administrativas.
La Barcelona administrativa, dentro de su necesaria y atractiva heterogeneidad y diversidad, con sus grandes equipamientos culturales, turísticos y logísticos, y su Ensanche como inspiración de muchas otras grandes ciudades, es demasiado pequeña. Hemos de pensar en una Barcelona metrópoli que incorpore sin complejos toda su área de influencia. Hemos de ser conscientes que las actuaciones que hagamos en Barcelona deben buscar el beneficio mucho más allá de su propia trama urbana, de la misma forma que en el ámbito metropolitano debemos buscar soluciones difíciles de implementar en una ciudad, donde, a pesar de la versatilidad de su Ensanche, las decisiones que se adoptan están cada vez más condicionadas por el espacio vital disponible.
Solo desde este planteamiento podremos hacer frente a los grandes retos y oportunidades que tenemos por delante en cuanto a transición energética, el transporte público de pasajeros, el déficit de vivienda social y asequible, la emergencia de nuevos perfiles profesionales y sus correspondientes necesidades formativas asociadas, los nuevos usos industriales derivados de los procesos de digitalización, especialmente, con el impulso de la tecnología 3D, la optimización de la distribución urbana de mercancías o la reutilización de recursos y la economía circular.

Carlos Cabrera: “La Barcelona administrativa, dentro de su necesaria y atractiva heterogeneidad y diversidad, es demasiado pequeña»

 

 

Joan Puigcercós, presidente de ERC entre los años 2008 y 2011, es de la opinión que los grandes debates estratégicos “suelen hacerse sin ningún rigor”: “No se ha diseñado un terreno de juego apto para que, desde el conocimiento, urbanistas, especialistas en planificación territorial, ecólogos, sociólogos, estadísticos, economistas o ingenieros puedan realizar propuestas de modelos de cohesión social, competitividad económica y crecimiento económico. La discusión sobre la candidatura de Barcelona a unos Juegos Olímpicos de invierno se hace sin ninguna propuesta seria sobre la mesa por un lado y otro, y aparecen plataformas y opiniones contrarias sin saber qué implica realmente la consecución de los Juegos. Un debate en el que la opinión de una alpinista de prestigio que ni siquiera ha participado nunca en unos juegos de invierno tiene tribuna, y los especialistas en ordenación y planificación territorial son ignorados.
El problema es que Barcelona y el país tienen materia gris suficiente para ordenar y llevar a cabo estos debates con inteligencia y propuestas sólidas tanto por un lado como por otro, pero paradójicamente no afloran. Quedan tapadas en una calima densa de lugares comunes y tópicos que sólo responden a principios ideológicos o defienden intereses particulares. La obligación de nuestros gobernantes, y también de la que a menudo se autodenomina «sociedad civil», es poner las vías por las que puedan circular las alternativas mejor fundamentadas, sin miedo ni apriorismos. Es una necesidad imperiosa, porque la falta de debates fundamentados y conducidos por especialistas conlleva un alto desgaste para las instituciones y la esperanza de la ciudadanía.
Cuando, este pasado mes de noviembre, nos dejó Oriol Bohigas, muchos tuvimos la sensación de que se había cerrado una época. Porque Bohigas, como muchos de su generación, era capaz de construir un debate y formular propuestas para romper tendencias, innovar y obligarnos a abrir la mente. No era simple opinión. Detrás había visión y proyecto. Se trata de dar pista a los muchos Bohigas que tenemos en ese país y permanecen silenciados”.

Por último, en el cuarto artículo de “Construir la Ciudad” que recuperamos, Josep Acebillo introduce el concepto de Región Urbana Local, partiendo de la constatación de que el actual concepto de Área Metropolitana ha quedado obsoleto.
«En nuestro actual contexto político, deberíamos constatar que el despliegue de Barcelona, Región Urbana Glocal es compatible y necesario para una mayor eficiencia territorial con cualquier tipo de hipótesis política que formulemos, sea continuista, reformista o rupturista. El concepto de Región Urbana, Glocal, en un nuevo contexto neo-metropolitano, necesita un nuevo marco geográfico regional que debe concebirse interdisciplinariamente desde tres perspectivas: la ecológica, la socioeconómica y la urbanística: Un nuevo modelo territorial necesita una visión ecológica que promueva holísticamente una mayor interacción entre la ciudad y su entorno natural, incluido el territorio rural, como concepto clave.
El nuevo modelo ecológico entiende “cualquier territorio” como un sistema abierto y complejo, formado como mosaico territorial de carácter universal (Amazonia o Sáhara) conformado de acuerdo con la matriz, Patch-corridor-Matrix, de modo que, si modificamos los criterios de urbanización y los sistemas construidos o no construidos, se alterará la estructura del territorio.
Desde la perspectiva socioeconómica, la nueva economía regional debe entenderse como un sistema formado por un stock de activos relacionales y convenciones que es fruto de la interacción de tres vectores: las tecnologías, impulsoras de la economía mediante la innovación; las organizaciones, como empresas actoras que deciden el grado de internalización o externalización del sistema productivo y, por tanto, su estructura; y el territorio como contexto espacial que habilita las transacciones socioeconómicas en función de su escala territorial, ahora regional. Además, la nueva economía regional puede facilitar una presencia transnacional activa que propicie un inter-regionalismo socioeconómico que tiña la globalización de un nuevo efecto glocal que da mayor protagonismo al local. Desde la perspectiva urbanística, la Ciudad-Región debe entenderse como la sustantivación territorial producida por la hibridación de los sistemas construidos (ciudades y sistemas urbanos) con los ecosistemas no construidos (territorio natural y rural), regidos geo-morfológicamente por el Modelo Archipiélago”.

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