CON LA MARIHUANA EN EL HORIZONTE

 Carlos Vivancos analiza la evolución del estatus judicial de esta droga a nivel europeo y señala los dos riesgos principales asociados al fenómeno canábico

Por Carles Vivancos, analista de política

Desde hace unos años son pocas las semanas en las que no aparezcan noticias que tengan la marihuana de protagonista. Habitualmente nos enteramos del descubrimiento de alguna plantación clandestina. Una de las últimas la encontraron dentro de un chalet de El Maresme cuando el propietario consiguió hacer desahuciar al inquilino por impago de las rentas. Para redondear la cosa, la conexión a la red eléctrica, para alimentar la sofisticada instalación de cultivo interior, era ilegal.

A veces las noticias nos informan de algún asesinato vinculado al cultivo o al transporte de la marihuana. Desde 2015, según informan reiteradamente los Mossos d’Esquadra, las actividades relacionadas con el cultivo y tráfico del cannabis han cogido un impulso sorprendente.

Ya antes, al poco de iniciarse el presente siglo, vivimos —en particular en Barcelona— la proliferación de las «smart shop», centradas en los materiales y las semillas necesarias para cultivar las plantas de marihuana en casa, y de las «asociaciones» cannábicas, lugares donde los consumidores (por razones médicas o de ocio) de este producto podían reunirse. Aquí podían intercambiar experiencias y, eventualmente, acudir al «dispensario» que las «asociaciones» ponían al servicio de los socios para hornearlos de pequeñas cantidades de marihuana, destinadas al consumo propio. Ahora bien, el origen del tonelaje mensual necesario para abastecer a los centenares de clubes que había, tanto en Barcelona como en el conjunto de Cataluña, era un misterio.

A finales de 2022, las «asociaciones» activas en Barcelona ciudad eran 225. Con una media de 2.000 socios cada una de ellas. Muchos de ellos turistas de visita en Barcelona que encontraban, en páginas como Weedmaps.com, las direcciones de los numerosos «dispensarios» disponibles.

Es en este contexto que debemos tener presentes los cambios que se nos anuncian, dentro de la Unión Europea, respecto al estatus jurídico del cannabis en sus diferentes presentaciones.

Fue en diciembre de 2020 cuando España, junto con el resto de países miembros de la UE —excepto Hungría— votó a favor de que, en el Convenio Sobre Sustancias Psicotrópicas de las NN. UU., se dejara al THC (el principio activo psicotrópico contenido en el cannabis) sólo en la lista 1, de sustancias controladas, de dicho convenio. Este paso resultaba imprescindible para iniciar el estudio de las posibilidades médico-terapéuticas de la marihuana y los demás productos cannábicos. En el otoño de 2021 se constituía, en el Congreso de los Diputados, una subcomisión específica, dentro de la Comisión de Sanidad, para analizar las experiencias de legalización del cannabis con fines medicinales. La citada Subcomisión presentó sus conclusiones en junio de 2022 en las que recomendaba la aprobación acotada de preparados de cannabis para usos terapéuticos. 

Unos meses después, el nuevo gobierno de coalición de la República Federal de Alemania presentaba su programa de gobierno en el que se incluía la legalización de la marihuana para usos recreativos.

Por analogía con lo vivido en Estados Unidos, donde desde la legalización del uso recreativo de la marihuana en el Estado de Colorado en 2010 ha supuesto que ésta se haya legalizado en 37 de los 52 Estados de la Unión, podemos prever que el proceso que conducirá a la legalización de la marihuana en centro de la UE se acelere. 

En España ya llevamos unas cuantas décadas desde que se despenalizó su consumo y, en paralelo, la posesión de pequeñas cantidades «para uso propio» de los derivados del cannabis. La experiencia de los «coffee shop», iniciada durante los años 70′ del pasado siglo en la ciudad de Ámsterdam, fue controvertida desde sus orígenes. En la actualidad, en los «coffee shop» de Ámsterdam se puede seguir yendo a comprar libremente preparados de cannabis y, a diferencia de las asociaciones de Barcelona, no hay que estar registrado ni identificarse para hacerlo.

Por lo tanto, nos encontramos en una situación en la que nuestra sociedad acepta, de esta forma, el uso recreativo del cannabis, si bien ni su cultivo ni su distribución a gran escala son legales.

Estos dos últimos aspectos resultan críticos para evitar que el crimen organizado incremente su control sobre la que podemos llamar «economía de la marihuana». La legalización del uso recreativo del cannabis en diferentes Estados de los EE. UU. ha ido acompañada de unas fiscalidades específicas que ya están provocando algunos casos de dumping fiscal entre los Estados.

En cuanto a nuestro país, la situación alegal de las «asociaciones» cannábicas junto con la ilegal del cultivo a gran escala y su gran distribución, han conducido los intercambios económicos que se dan en estos segmentos de actividad a una situación, por decirlo suavemente, de poca transparencia fiscal, con respecto a las «asociaciones».  y de economía sumergida (por no decir «prácticas económicas del crimen organizado»), en cuanto al cultivo y a la gran distribución.

Pensando en las consecuencias económicas y sectoriales de la hipotética, pero plausible, legalización de la marihuana y sus derivados para usos recreativos conviene no perder de vista que tanto en EEUU como en Canadá ya hay potentes fondos de inversión que actúan en las actividades relacionadas con todo el proceso productivo de la marihuana. Una de las consecuencias directas ha sido la expulsión de los pequeños cultivadores del mercado en la medida en que la legalización ha bajado los precios de las cosechas. 

En paralelo a estas ideas, conviene retener dos importantes riesgos asociados a la evolución global del fenómeno de la marihuana:

1.La investigación científica asociada a la selección genética de las nuevas variedades de la planta está produciendo productos con concentraciones de THC (el principal psicoactivo) y de CBD (el principio activo al que se le asocian características más lúdicas) muy elevadas. Una buena analogía sería comparar la marihuana clásica con una cerveza de baja graduación (3,5º a 5º de alcohol) y a las variedades seleccionadas actuales con el whisky (40º de alcohol), aunque y la apariencia externa de la planta sea similar. Al THC se le atribuye la capacidad de activar o empeorar algunas enfermedades mentales. De momento, al CBD no se le han encontrado mayores riesgos. Habrá que esperar a futuros estudios más exhaustivos

2. La experiencia de los Países Bajos hay que seguirla muy de cerca. Algunos destacados periodistas neerlandeses califican a su país de «narco estado» por la connivencia entre organizaciones criminales vinculadas con el tráfico de drogas y parte del aparato del Estado holandés. La policía neerlandesa ha corroborado que algún periodista ha sido asesinado por dichas organizaciones criminales.

Debemos estar atentos a la evolución de los acontecimientos en el campo legislativo respecto al estatus jurídico de la marihuana, mientras confiamos en que la eficacia policial y la actuación de las autoridades fiscales y sanitarias contribuyan a evitar los males mayores que ya se han visto en otras geografías.

Por Carles Vivancos, analista de política

Desde hace unos años son pocas las semanas en las que no aparezcan noticias que tengan la marihuana de protagonista. Habitualmente nos enteramos del descubrimiento de alguna plantación clandestina. Una de las últimas la encontraron dentro de un chalet de El Maresme cuando el propietario consiguió hacer desahuciar al inquilino por impago de las rentas. Para redondear la cosa, la conexión a la red eléctrica, para alimentar la sofisticada instalación de cultivo interior, era ilegal.

A veces las noticias nos informan de algún asesinato vinculado al cultivo o al transporte de la marihuana. Desde 2015, según informan reiteradamente los Mossos d’Esquadra, las actividades relacionadas con el cultivo y tráfico del cannabis han cogido un impulso sorprendente.

Ya antes, al poco de iniciarse el presente siglo, vivimos —en particular en Barcelona— la proliferación de las «smart shop», centradas en los materiales y las semillas necesarias para cultivar las plantas de marihuana en casa, y de las «asociaciones» cannábicas, lugares donde los consumidores (por razones médicas o de ocio) de este producto podían reunirse. Aquí podían intercambiar experiencias y, eventualmente, acudir al «dispensario» que las «asociaciones» ponían al servicio de los socios para hornearlos de pequeñas cantidades de marihuana, destinadas al consumo propio. Ahora bien, el origen del tonelaje mensual necesario para abastecer a los centenares de clubes que había, tanto en Barcelona como en el conjunto de Cataluña, era un misterio.

A finales de 2022, las «asociaciones» activas en Barcelona ciudad eran 225. Con una media de 2.000 socios cada una de ellas. Muchos de ellos turistas de visita en Barcelona que encontraban, en páginas como Weedmaps.com, las direcciones de los numerosos «dispensarios» disponibles.

Es en este contexto que debemos tener presentes los cambios que se nos anuncian, dentro de la Unión Europea, respecto al estatus jurídico del cannabis en sus diferentes presentaciones.

Fue en diciembre de 2020 cuando España, junto con el resto de países miembros de la UE —excepto Hungría— votó a favor de que, en el Convenio Sobre Sustancias Psicotrópicas de las NN. UU., se dejara al THC (el principio activo psicotrópico contenido en el cannabis) sólo en la lista 1, de sustancias controladas, de dicho convenio. Este paso resultaba imprescindible para iniciar el estudio de las posibilidades médico-terapéuticas de la marihuana y los demás productos cannábicos. En el otoño de 2021 se constituía, en el Congreso de los Diputados, una subcomisión específica, dentro de la Comisión de Sanidad, para analizar las experiencias de legalización del cannabis con fines medicinales. La citada Subcomisión presentó sus conclusiones en junio de 2022 en las que recomendaba la aprobación acotada de preparados de cannabis para usos terapéuticos. 

Unos meses después, el nuevo gobierno de coalición de la República Federal de Alemania presentaba su programa de gobierno en el que se incluía la legalización de la marihuana para usos recreativos.

Por analogía con lo vivido en Estados Unidos, donde desde la legalización del uso recreativo de la marihuana en el Estado de Colorado en 2010 ha supuesto que ésta se haya legalizado en 37 de los 52 Estados de la Unión, podemos prever que el proceso que conducirá a la legalización de la marihuana en centro de la UE se acelere. 

En España ya llevamos unas cuantas décadas desde que se despenalizó su consumo y, en paralelo, la posesión de pequeñas cantidades «para uso propio» de los derivados del cannabis. La experiencia de los «coffee shop», iniciada durante los años 70′ del pasado siglo en la ciudad de Ámsterdam, fue controvertida desde sus orígenes. En la actualidad, en los «coffee shop» de Ámsterdam se puede seguir yendo a comprar libremente preparados de cannabis y, a diferencia de las asociaciones de Barcelona, no hay que estar registrado ni identificarse para hacerlo.

Por lo tanto, nos encontramos en una situación en la que nuestra sociedad acepta, de esta forma, el uso recreativo del cannabis, si bien ni su cultivo ni su distribución a gran escala son legales.

Estos dos últimos aspectos resultan críticos para evitar que el crimen organizado incremente su control sobre la que podemos llamar «economía de la marihuana». La legalización del uso recreativo del cannabis en diferentes Estados de los EE. UU. ha ido acompañada de unas fiscalidades específicas que ya están provocando algunos casos de dumping fiscal entre los Estados.

En cuanto a nuestro país, la situación alegal de las «asociaciones» cannábicas junto con la ilegal del cultivo a gran escala y su gran distribución, han conducido los intercambios económicos que se dan en estos segmentos de actividad a una situación, por decirlo suavemente, de poca transparencia fiscal, con respecto a las «asociaciones».  y de economía sumergida (por no decir «prácticas económicas del crimen organizado»), en cuanto al cultivo y a la gran distribución.

Pensando en las consecuencias económicas y sectoriales de la hipotética, pero plausible, legalización de la marihuana y sus derivados para usos recreativos conviene no perder de vista que tanto en EEUU como en Canadá ya hay potentes fondos de inversión que actúan en las actividades relacionadas con todo el proceso productivo de la marihuana. Una de las consecuencias directas ha sido la expulsión de los pequeños cultivadores del mercado en la medida en que la legalización ha bajado los precios de las cosechas. 

En paralelo a estas ideas, conviene retener dos importantes riesgos asociados a la evolución global del fenómeno de la marihuana:

1.La investigación científica asociada a la selección genética de las nuevas variedades de la planta está produciendo productos con concentraciones de THC (el principal psicoactivo) y de CBD (el principio activo al que se le asocian características más lúdicas) muy elevadas. Una buena analogía sería comparar la marihuana clásica con una cerveza de baja graduación (3,5º a 5º de alcohol) y a las variedades seleccionadas actuales con el whisky (40º de alcohol), aunque y la apariencia externa de la planta sea similar. Al THC se le atribuye la capacidad de activar o empeorar algunas enfermedades mentales. De momento, al CBD no se le han encontrado mayores riesgos. Habrá que esperar a futuros estudios más exhaustivos

2. La experiencia de los Países Bajos hay que seguirla muy de cerca. Algunos destacados periodistas neerlandeses califican a su país de «narco estado» por la connivencia entre organizaciones criminales vinculadas con el tráfico de drogas y parte del aparato del Estado holandés. La policía neerlandesa ha corroborado que algún periodista ha sido asesinado por dichas organizaciones criminales.

Debemos estar atentos a la evolución de los acontecimientos en el campo legislativo respecto al estatus jurídico de la marihuana, mientras confiamos en que la eficacia policial y la actuación de las autoridades fiscales y sanitarias contribuyan a evitar los males mayores que ya se han visto en otras geografías.

share: