RAMON TORRA: «NO ES NECESARIA LA REGIÓN METROPOLITANA PARA SUPLIR LO QUE NO HACE LA GENERALITAT; EL GOBIERNO CATALÁN DEBE ACTUAR»

El gerente del AMB es partidario de la “geometría variable” para articular acuerdos entre todas las administraciones que actúan en el territorio de Barcelona centrándose en las infraestructuras urbanas, la movilidad, la actividad económica, la vivienda y la desigualdad social
 

Por Rafael Pradas

El arquitecto Ramon Torra Xicoy es gerente del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) desde 2011. También ha sido arquitecto municipal y director de servicios territoriales de Granollers y director de Servicios Técnicos y gerente de la Mancomunidad Metropolitana de Municipios. Imparte cursos de máster y postgrado en la UPC y en la Escuela de Administración Pública de Cataluña.

¿Cuál es su visión global de la realidad metropolitana de Barcelona?
Lo que entendemos de manera genérica como área metropolitana puede considerarse un espacio difuso, de geometría variable, del que se pueden tener diferentes visiones. Se asume culturalmente como un área de relación que, dependiendo de qué cosas, puede ser más grande o más pequeña y que sobre todo debe ser reconocida por las personas e instituciones que forman parte de ella. Es genial hablar de la Región Metropolitana, pero tenemos un país muy pequeño de siete millones y medio de habitantes. La cuestión no es que la Región Metropolitana sea necesaria para suplantar lo que la Generalitat no hace, sino que la Generalitat puede no estar haciendo lo que debería hacer.

Geometría variable como alternativa a la supuesta institucionalización de la región metropolitana…
Efectivamente, con geometría variable quiero decir que las soluciones pueden ser diferentes para las diversas cuestiones planteadas, ya sean de transporte o de vivienda. Está claro, por ejemplo, que existe un entorno urbano amplio en el que se produce la movilidad real de las personas que buscan vivienda y que hay elementos de distancia que se traducen en precios. Las políticas de vivienda tienen áreas que no son necesariamente las de la zona o las zonas de la región, son otras. Lo mismo ocurre con las políticas de desarrollo económico que se mueven más a través de ejes que generan sinergias, como la B30 o los corredores del Besòs y el Llobregat, que por una determinada zona. Las comunicaciones son decisivas cuando hablamos de conocimiento, economía 4.0, investigación, las áreas en las que la industria se relaciona precisamente con el conocimiento, la investigación y la innovación. Son territorios que posiblemente no se adaptan a ningún ámbito institucional.

Territorios demasiado grandes o demasiado pequeños al fin y al cabo…
Cuando hablamos de un área metropolitana, nos referimos a un territorio que podría convertirse en toda Cataluña en función de la perspectiva con la que se contemple. Con el tren de alta velocidad hay 45 minutos entre Barcelona y Figueres. Todos conocemos a personas que viven en un lugar y trabajan en el otro. Hay cambios que debemos saber interpretar: ¿qué significan los espacios metropolitanos en un territorio como Cataluña? . El área metropolitana de Londres es casi equivalente a la superficie de Cataluña y París con Ille de France es más de un tercio de Cataluña, mucho más allá de lo que sería la región metropolitana.

¿Cómo se puede gobernar esta complejidad?
Decimos área metropolitana y nos referimos a áreas territoriales con una superficie específica y la gobernanza detrás de ella, pero la gobernanza es cada vez más concurrente en ciertos temas. No es una sola administración la que manda sino que tiende a actuar de manera coordinada. Es el modelo anglosajón: si se quiere ejecutar un proyecto, se encarga a la administración que esté más formada y delegada en competencias y recursos. En Alemania, donde existen varias administraciones, la federal, la estatal y la local, el proyecto se lleva a cabo por la que está en mejores condiciones o está habilitada. Debemos atender a esto en lugar de a una gobernanza cerrada. Cada vez hay más solapamientos y puntos de encuentro entre el Estado, la Generalitat y las administraciones locales, y para ejecutar determinadas políticas es necesario alinear los tres niveles. No se trata tanto de una cuestión de competencias como de ser competente en capacidad de ejecución. El área metropolitana es esto: encontrar los espacios en los que se puede ser eficiente y también encontrar espacios de gobernanza.

Pero el AMB es imprescindible para el entorno de Barcelona, para la primera corona…
El AMB como institución es la figura que históricamente se generó como el equivalente de Madrid, que en la década de 1950 realizó una agregación municipal de seiscientos kilómetros cuadrados. No necesitamos el equivalente para ser como Madrid, sino para gestionar cuestiones fundamentales. No tendría sentido que cada ayuntamiento tuviera que gestionar el transporte y por eso tenemos un consorcio que va más allá de este ámbito porque la movilidad es más compleja. También podría referirme al ciclo del agua, que es un bien escaso y los recursos, como las aguas subterráneas o los ríos no se deben desperdiciar. Es necesario para una administración que sea capaz de gestionar los residuos, por razones de economía de escala pero también de espacio físico, ya que es una cuestión que un solo ayuntamiento no puede resolver por sí solo. Lo mismo puede decirse de las políticas de vivienda: está claro que cada vez se podría abordar menos a nivel municipal y tampoco el impulso al desarrollo económico. No se trata de sustituir a los ayuntamientos, sino de ofrecer visiones más amplias.
El área metropolitana es algo laxo, estos espacios flexibles en los que somos capaces de optimizar recursos en todos los sentidos para mejorar la calidad de vida o preservar nuestro territorio, nuestro entorno. Ahora, con el impacto del cambio climático, una política de gestión de la tierra es más necesaria que nunca.

Volvamos a una cuestión central: estamos de acuerdo en que Cataluña es un territorio muy pequeño en el que actúan municipios, comarcas, diputaciones provinciales, AMB, Generalitat… y solo faltaría la Región Metropolitana. No sé si la Generalitat lo tiene asumido conceptualmente…
El gobierno de la Generalitat debería asumir, y no siempre lo ha hecho, que es un gobierno de todo el país. Es una pregunta que viene de lejos: Pasqual Maragall en su momento ya discutió con Jordi Pujol sobre el aeropuerto: si el aeropuerto era de segunda clase a Pujol ya lo iba bien. Con el tema de la alta velocidad, se acordó una estación intermodal en El Prat de Llobregat para no llevar el AVE hasta el aeropuerto, pero si una estación tiene sentido en El Prat es la del aeropuerto. Es una decisión pequeña y efímera porque nunca ha habido una visión general de país… Y ha habido una historia de país que no se ha especificado en el gobierno y en las decisiones.

Quizás ha mirado más hacia algunas regiones que hacia la Gran Barcelona…
Eso del «noucentisme», pero sin el valor cultural que tenía, que era un valor urbano, la ciudad catalana, que integraba el ruralismo con la visión urbana que fue la que dio fuerza al nacionalismo o a la historia de la Renaixença. Reivindicaba el medio rural y las tradiciones, pero en un entorno urbano. Se han generado muchas expectativas sobre administraciones y gobierno, y se ha podido poner en primer plano que en una región lo importante era finalmente la capital y no hemos centrado los debates en los temas determinantes. Se han construido muchas infraestructuras que no se han terminado o se han hecho sin una visión integral de para qué deben servir. La política de creación de suelo industrial, por ejemplo, no ha ido acompañada de políticas industriales sino creyendo que si se generaba suelo industrial, ya se instalarían las empresas. Si no hay políticas económicas e industriales lo tendremos muy complicado… Debemos ser capaces de preguntarnos qué queremos ser pero también qué podemos ser, y en Cataluña no hemos sido capaces de identificar prioridades. Mientras hablamos del hecho de que los polígonos industriales de Badalona, Sant Adrià, en el lado norte de Barcelona, ocupan una posición central, pero no están precisamente en las mejores condiciones. Y es un poco por la falta de políticas industriales. Como país, y creemos que es una nación, un espacio cultural, económico, con una serie de valores, lo que debe haber es un gobierno que gobierne.

-¿Podemos señalar los grandes desafíos de este complejo universo metropolitano?
Uno de los grandes retos es la integración urbana de las infraestructuras, es decir, cómo crece el espacio urbano de Barcelona, cómo se genera la ciudad. Cuando hablamos de turismo, ¿cuál es la diferencia entre Barcelona y París? París es el hogar de tres o cuatro veces más turistas que Barcelona, pero el turismo no se percibe como un problema. En Barcelona, en cambio, el espacio turístico es muy pequeño, centrado en Ciutat Vella, las playas y el Eixample. Barcelona es en este sentido una ciudad pequeña, inacabada, con grandes proyectos dentro del municipio que aún están en desarrollo. Quiero decir que con esto necesitamos dar el salto de las grandes ciudades: que la Diagonal, como ejemplo, no termine en una autovía sino que esta autopista tenga características urbanas y continúe hasta Llobregat. La pregunta es cómo integramos estas infraestructuras, cómo se genera la ciudad alrededor, centralidad; cómo buscamos sinergias con la actividad económica y cómo incorporamos las zonas industriales a la ciudad. No quiere decir que el gran éxito del 22@ tenga que ser replicado literalmente sino que permite entender cómo los espacios en los que la actividad ha ido disminuyendo y el valor añadido se pueden convertir a partir de una transformación física. Necesitamos saber qué actividad somos capaces de desarrollar.

“El área metropolitana es esto: encontrar los espacios en los que se puede ser más eficiente y también encontrar espacios para la gobernanza.”

¿Y qué somos capaces de hacer?»
Debe ser una actividad económica que aporte valor, en la que el peso de la obra no sea el elemento fundamental… no podemos volver al textil, pero pueden ser textiles ligados a la distribución y a los prototipos, al diseño, que es donde se añade valor. La principal industria textil de Cataluña hoy en día son las trescientas personas que hacen los patrones de lo que Inditex fabricará en China. Hay actividades muy potentes en las que somos muy capaces como por ejemplo la investigación: tenemos algunos de los centros de investigación más importantes de Europa en el campo de los virus pero en cambio no generamos los espacios de desarrollo vinculados a la industria farmacéutica para hacer la transferencia de conocimiento. En este sentido, por ejemplo, se trabaja en el eje Besòs para ver cómo lo convertimos la realidad del Hospital Trias i Pujol de Badalona, la antigua Santa Coloma mental y también el alcance de las tres chimeneas de Sant Adrià que podrían ser un espacio adecuado para actividades de este tipo. Un problema que encontramos es que un espacio de equipo tiene muy limitada la capacidad de desarrollar actividades privadas como startup o spin-off. Como el modelo 22@ pero con más vivienda, para entendernos.

Y también hay muchos problemas colectivos, sociales…
A todo ello hay que sumar las acciones necesarias para dotar de calidad de vida y corregir desigualdades como los programas basados en la vivienda, que deben permitir a las personas emanciparse, o los programas de rehabilitación también para evitar que los barrios se degraden y permitan que las personas sigan viviendo donde siempre han vivido. Tenemos sin duda muchos problemas vinculados a las desigualdades, sobre todo por cuestiones de origen como la inmigración que debemos afrontar porque afecta a las más débiles, mujeres solteras, con hijos, sin hogar. Es necesario que la ciudad sea realmente la misma en todas partes y que facilite políticas para evitar la degradación social con acciones persistentes. Se trata de políticas de barrio y políticas de integración laboral y social que deben acompañar el esfuerzo por transformar el espacio físico y mejorar la calidad ambiental. Es importante sacar a las personas de la marginalidad.

Ahora, desde su experiencia ¿podríamos señalar los activos de la metrópolis?
Tenemos una ciudad con una imagen potente y de calidad con un entorno interesante, con muy buenas capacidades de atracción gracias a una configuración que es fruto de la historia, de las sucesivas capas que se le añaden. A menudo se dice que Barcelona avanza en eventos, pero en comparación con París o Londres, debe decirse que es posible que hayamos tenido pocos eventos. Barcelona, a pesar de sus carencias, tiene activos poderosos: tradición urbana; el Eixample Cerdà; calidad de vida; el mar y la sierra de Collserola, un privilegio que pocas ciudades tienen; su posición geográfica… El nivel de educación y conocimiento, a pesar de todas las críticas, es alto y la capacidad de iniciativa también y bien valorada en diferentes ámbitos: arquitectura, urbanismo, ingeniería y somos innovadores, aunque probablemente no sepamos venderlo y tengamos muchos buenos profesionales en el campo de la medicina o escuelas de negocios. Barcelona es una ciudad con pocos eventos culturales pero con una cultura y un nivel de formación muy altos, con talento para llevar a cabo iniciativas. Para atraer talento del extranjero necesitas tener talento local. Quizás nos falten hilos que atraviesen las realidades vitales, sociales, económicas para hacer que las iniciativas vayan hasta aquí.

¿Hacia dónde debe avanzar la política metropolitana?
Parte del hecho de que la Generalitat asuma sus responsabilidades y competencias para gestionar los grandes elementos de movilidad y las grandes decisiones que hay que tomar en el territorio desde la lógica del país. Y que es necesario poner en valor el modelo de gobernanza, de integración, de prestación de servicios del AMB. De hecho, se remonta a toda una tradición: el Eixample que salta las murallas y desborda el municipio, en el Plan Macià de los años treinta, en el Planeamiento regional de Rubió i Tudurí que hace lecturas del territorio que supera en los municipios y que en los años cincuenta acaba con la Comisión de Urbanismo y el primer plan regional de 1953 para dar respuesta a la necesidad de vivienda y crecimiento ordenado, que en 1974 se traduce en el nuevo plan regional y en la Corporación Metropolitana de Barcelona. Hay toda una línea de cómo se forma y se asume que es un territorio en el que debemos compartir servicios.
El salto que debemos dar con estas geometrías variables de las que hablo no es hacer crecer el AMB hacia el Vallès; pero saber cómo implementar políticas de cohesión, positivas, sobre todo a nivel local; cómo abordar los temas de desarrollo económico y reconversión industrial o económica en el eje de la B-30 hablando con Sabadell, con Terrassa, con todos los municipios hasta Granollers. Necesitamos saber cómo se proponen las políticas de vivienda desde la lógica municipal y cómo podemos coordinarnos; cómo podemos compartir instrumentos o generar otros nuevos en políticas económicas, de espacios naturales, cómo gestionamos la infraestructura verde –Collserola, Garraf, Serralada de Marina, los dos ríos, playas y costas, el parque agrícola, cómo integramos la gestión de un conjunto de espacios naturales urbanos. Esto hay que hacerlo con los ayuntamientos o con la Diputación, es necesario encontrar sinergias que lo faciliten y entender también los elementos que estructuran este territorio, que no es solo la infraestructura viaria.

¿Y todo esto cómo se acaba materializando?
Existen diferentes ámbitos en los que establecemos convenios bilaterales con los ayuntamientos o los canalizamos a través de la diputación provincial. Con la Diputación, la AMB ha firmado un convenio que busca precisamente esto: espacios de confluencia en los que AMB, ayuntamientos y diputaciones provinciales puedan implementar políticas y realizar aportaciones jugando con la geometría variable física pero también temática.
Desde la lógica de la institucionalización hay que reclamar y exigir que gobierne la Generalitat, porque de lo contrario se pueden poner parches. La autoridad local tiene los recursos que tiene y no puede suplantar al gobierno del país como lo está haciendo en muchas áreas, como las escuelas infantiles, para poner un ejemplo. La Generalitat debe poner de su parte y no puede continuar en el área metropolitana actual, ni en la pequeña ni en la región metropolitana. Espacios naturales, por ejemplo, es competencia de la Generalitat y Collserola aporta prácticamente cero al consorcio del que forma parte y lo mismo con los espacios naturales del delta. Y si creemos en Cataluña como espacio de gobierno, no se pueden hacer muchos inventos. Es lo suficientemente pequeño como para que su gobierno asuma los temas que le tocan y no los eluda.

Por Rafael Pradas

El arquitecto Ramon Torra Xicoy es gerente del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) desde 2011. También ha sido arquitecto municipal y director de servicios territoriales de Granollers y director de Servicios Técnicos y gerente de la Mancomunidad Metropolitana de Municipios. Imparte cursos de máster y postgrado en la UPC y en la Escuela de Administración Pública de Cataluña.

¿Cuál es su visión global de la realidad metropolitana de Barcelona?
Lo que entendemos de manera genérica como área metropolitana puede considerarse un espacio difuso, de geometría variable, del que se pueden tener diferentes visiones. Se asume culturalmente como un área de relación que, dependiendo de qué cosas, puede ser más grande o más pequeña y que sobre todo debe ser reconocida por las personas e instituciones que forman parte de ella. Es genial hablar de la Región Metropolitana, pero tenemos un país muy pequeño de siete millones y medio de habitantes. La cuestión no es que la Región Metropolitana sea necesaria para suplantar lo que la Generalitat no hace, sino que la Generalitat puede no estar haciendo lo que debería hacer.

Geometría variable como alternativa a la supuesta institucionalización de la región metropolitana…
Efectivamente, con geometría variable quiero decir que las soluciones pueden ser diferentes para las diversas cuestiones planteadas, ya sean de transporte o de vivienda. Está claro, por ejemplo, que existe un entorno urbano amplio en el que se produce la movilidad real de las personas que buscan vivienda y que hay elementos de distancia que se traducen en precios. Las políticas de vivienda tienen áreas que no son necesariamente las de la zona o las zonas de la región, son otras. Lo mismo ocurre con las políticas de desarrollo económico que se mueven más a través de ejes que generan sinergias, como la B30 o los corredores del Besòs y el Llobregat, que por una determinada zona. Las comunicaciones son decisivas cuando hablamos de conocimiento, economía 4.0, investigación, las áreas en las que la industria se relaciona precisamente con el conocimiento, la investigación y la innovación. Son territorios que posiblemente no se adaptan a ningún ámbito institucional.

Territorios demasiado grandes o demasiado pequeños al fin y al cabo…
Cuando hablamos de un área metropolitana, nos referimos a un territorio que podría convertirse en toda Cataluña en función de la perspectiva con la que se contemple. Con el tren de alta velocidad hay 45 minutos entre Barcelona y Figueres. Todos conocemos a personas que viven en un lugar y trabajan en el otro. Hay cambios que debemos saber interpretar: ¿qué significan los espacios metropolitanos en un territorio como Cataluña? . El área metropolitana de Londres es casi equivalente a la superficie de Cataluña y París con Ille de France es más de un tercio de Cataluña, mucho más allá de lo que sería la región metropolitana.

¿Cómo se puede gobernar esta complejidad?
Decimos área metropolitana y nos referimos a áreas territoriales con una superficie específica y la gobernanza detrás de ella, pero la gobernanza es cada vez más concurrente en ciertos temas. No es una sola administración la que manda sino que tiende a actuar de manera coordinada. Es el modelo anglosajón: si se quiere ejecutar un proyecto, se encarga a la administración que esté más formada y delegada en competencias y recursos. En Alemania, donde existen varias administraciones, la federal, la estatal y la local, el proyecto se lleva a cabo por la que está en mejores condiciones o está habilitada. Debemos atender a esto en lugar de a una gobernanza cerrada. Cada vez hay más solapamientos y puntos de encuentro entre el Estado, la Generalitat y las administraciones locales, y para ejecutar determinadas políticas es necesario alinear los tres niveles. No se trata tanto de una cuestión de competencias como de ser competente en capacidad de ejecución. El área metropolitana es esto: encontrar los espacios en los que se puede ser eficiente y también encontrar espacios de gobernanza.

Pero el AMB es imprescindible para el entorno de Barcelona, para la primera corona…
El AMB como institución es la figura que históricamente se generó como el equivalente de Madrid, que en la década de 1950 realizó una agregación municipal de seiscientos kilómetros cuadrados. No necesitamos el equivalente para ser como Madrid, sino para gestionar cuestiones fundamentales. No tendría sentido que cada ayuntamiento tuviera que gestionar el transporte y por eso tenemos un consorcio que va más allá de este ámbito porque la movilidad es más compleja. También podría referirme al ciclo del agua, que es un bien escaso y los recursos, como las aguas subterráneas o los ríos no se deben desperdiciar. Es necesario para una administración que sea capaz de gestionar los residuos, por razones de economía de escala pero también de espacio físico, ya que es una cuestión que un solo ayuntamiento no puede resolver por sí solo. Lo mismo puede decirse de las políticas de vivienda: está claro que cada vez se podría abordar menos a nivel municipal y tampoco el impulso al desarrollo económico. No se trata de sustituir a los ayuntamientos, sino de ofrecer visiones más amplias.
El área metropolitana es algo laxo, estos espacios flexibles en los que somos capaces de optimizar recursos en todos los sentidos para mejorar la calidad de vida o preservar nuestro territorio, nuestro entorno. Ahora, con el impacto del cambio climático, una política de gestión de la tierra es más necesaria que nunca.

Volvamos a una cuestión central: estamos de acuerdo en que Cataluña es un territorio muy pequeño en el que actúan municipios, comarcas, diputaciones provinciales, AMB, Generalitat… y solo faltaría la Región Metropolitana. No sé si la Generalitat lo tiene asumido conceptualmente…
El gobierno de la Generalitat debería asumir, y no siempre lo ha hecho, que es un gobierno de todo el país. Es una pregunta que viene de lejos: Pasqual Maragall en su momento ya discutió con Jordi Pujol sobre el aeropuerto: si el aeropuerto era de segunda clase a Pujol ya lo iba bien. Con el tema de la alta velocidad, se acordó una estación intermodal en El Prat de Llobregat para no llevar el AVE hasta el aeropuerto, pero si una estación tiene sentido en El Prat es la del aeropuerto. Es una decisión pequeña y efímera porque nunca ha habido una visión general de país… Y ha habido una historia de país que no se ha especificado en el gobierno y en las decisiones.

Quizás ha mirado más hacia algunas regiones que hacia la Gran Barcelona…
Eso del «noucentisme», pero sin el valor cultural que tenía, que era un valor urbano, la ciudad catalana, que integraba el ruralismo con la visión urbana que fue la que dio fuerza al nacionalismo o a la historia de la Renaixença. Reivindicaba el medio rural y las tradiciones, pero en un entorno urbano. Se han generado muchas expectativas sobre administraciones y gobierno, y se ha podido poner en primer plano que en una región lo importante era finalmente la capital y no hemos centrado los debates en los temas determinantes. Se han construido muchas infraestructuras que no se han terminado o se han hecho sin una visión integral de para qué deben servir. La política de creación de suelo industrial, por ejemplo, no ha ido acompañada de políticas industriales sino creyendo que si se generaba suelo industrial, ya se instalarían las empresas. Si no hay políticas económicas e industriales lo tendremos muy complicado… Debemos ser capaces de preguntarnos qué queremos ser pero también qué podemos ser, y en Cataluña no hemos sido capaces de identificar prioridades. Mientras hablamos del hecho de que los polígonos industriales de Badalona, Sant Adrià, en el lado norte de Barcelona, ocupan una posición central, pero no están precisamente en las mejores condiciones. Y es un poco por la falta de políticas industriales. Como país, y creemos que es una nación, un espacio cultural, económico, con una serie de valores, lo que debe haber es un gobierno que gobierne.

-¿Podemos señalar los grandes desafíos de este complejo universo metropolitano?
Uno de los grandes retos es la integración urbana de las infraestructuras, es decir, cómo crece el espacio urbano de Barcelona, cómo se genera la ciudad. Cuando hablamos de turismo, ¿cuál es la diferencia entre Barcelona y París? París es el hogar de tres o cuatro veces más turistas que Barcelona, pero el turismo no se percibe como un problema. En Barcelona, en cambio, el espacio turístico es muy pequeño, centrado en Ciutat Vella, las playas y el Eixample. Barcelona es en este sentido una ciudad pequeña, inacabada, con grandes proyectos dentro del municipio que aún están en desarrollo. Quiero decir que con esto necesitamos dar el salto de las grandes ciudades: que la Diagonal, como ejemplo, no termine en una autovía sino que esta autopista tenga características urbanas y continúe hasta Llobregat. La pregunta es cómo integramos estas infraestructuras, cómo se genera la ciudad alrededor, centralidad; cómo buscamos sinergias con la actividad económica y cómo incorporamos las zonas industriales a la ciudad. No quiere decir que el gran éxito del 22@ tenga que ser replicado literalmente sino que permite entender cómo los espacios en los que la actividad ha ido disminuyendo y el valor añadido se pueden convertir a partir de una transformación física. Necesitamos saber qué actividad somos capaces de desarrollar.

«El área metropolitana es esto: encontrar los espacios en los que se puede ser más eficiente y también encontrar espacios para la gobernanza”

 

 


¿Y qué somos capaces de hacer?»

Debe ser una actividad económica que aporte valor, en la que el peso de la obra no sea el elemento fundamental… no podemos volver al textil, pero pueden ser textiles ligados a la distribución y a los prototipos, al diseño, que es donde se añade valor. La principal industria textil de Cataluña hoy en día son las trescientas personas que hacen los patrones de lo que Inditex fabricará en China. Hay actividades muy potentes en las que somos muy capaces como por ejemplo la investigación: tenemos algunos de los centros de investigación más importantes de Europa en el campo de los virus pero en cambio no generamos los espacios de desarrollo vinculados a la industria farmacéutica para hacer la transferencia de conocimiento. En este sentido, por ejemplo, se trabaja en el eje Besòs para ver cómo lo convertimos la realidad del Hospital Trias i Pujol de Badalona, la antigua Santa Coloma mental y también el alcance de las tres chimeneas de Sant Adrià que podrían ser un espacio adecuado para actividades de este tipo. Un problema que encontramos es que un espacio de equipo tiene muy limitada la capacidad de desarrollar actividades privadas como startup o spin-off. Como el modelo 22@ pero con más vivienda, para entendernos.

Y también hay muchos problemas colectivos, sociales…
A todo ello hay que sumar las acciones necesarias para dotar de calidad de vida y corregir desigualdades como los programas basados en la vivienda, que deben permitir a las personas emanciparse, o los programas de rehabilitación también para evitar que los barrios se degraden y permitan que las personas sigan viviendo donde siempre han vivido. Tenemos sin duda muchos problemas vinculados a las desigualdades, sobre todo por cuestiones de origen como la inmigración que debemos afrontar porque afecta a las más débiles, mujeres solteras, con hijos, sin hogar. Es necesario que la ciudad sea realmente la misma en todas partes y que facilite políticas para evitar la degradación social con acciones persistentes. Se trata de políticas de barrio y políticas de integración laboral y social que deben acompañar el esfuerzo por transformar el espacio físico y mejorar la calidad ambiental. Es importante sacar a las personas de la marginalidad.

Ahora, desde su experiencia ¿podríamos señalar los activos de la metrópolis?
Tenemos una ciudad con una imagen potente y de calidad con un entorno interesante, con muy buenas capacidades de atracción gracias a una configuración que es fruto de la historia, de las sucesivas capas que se le añaden. A menudo se dice que Barcelona avanza en eventos, pero en comparación con París o Londres, debe decirse que es posible que hayamos tenido pocos eventos. Barcelona, a pesar de sus carencias, tiene activos poderosos: tradición urbana; el Eixample Cerdà; calidad de vida; el mar y la sierra de Collserola, un privilegio que pocas ciudades tienen; su posición geográfica… El nivel de educación y conocimiento, a pesar de todas las críticas, es alto y la capacidad de iniciativa también y bien valorada en diferentes ámbitos: arquitectura, urbanismo, ingeniería y somos innovadores, aunque probablemente no sepamos venderlo y tengamos muchos buenos profesionales en el campo de la medicina o escuelas de negocios. Barcelona es una ciudad con pocos eventos culturales pero con una cultura y un nivel de formación muy altos, con talento para llevar a cabo iniciativas. Para atraer talento del extranjero necesitas tener talento local. Quizás nos falten hilos que atraviesen las realidades vitales, sociales, económicas para hacer que las iniciativas vayan hasta aquí.

¿Hacia dónde debe avanzar la política metropolitana?
Parte del hecho de que la Generalitat asuma sus responsabilidades y competencias para gestionar los grandes elementos de movilidad y las grandes decisiones que hay que tomar en el territorio desde la lógica del país. Y que es necesario poner en valor el modelo de gobernanza, de integración, de prestación de servicios del AMB. De hecho, se remonta a toda una tradición: el Eixample que salta las murallas y desborda el municipio, en el Plan Macià de los años treinta, en el Planeamiento regional de Rubió i Tudurí que hace lecturas del territorio que supera en los municipios y que en los años cincuenta acaba con la Comisión de Urbanismo y el primer plan regional de 1953 para dar respuesta a la necesidad de vivienda y crecimiento ordenado, que en 1974 se traduce en el nuevo plan regional y en la Corporación Metropolitana de Barcelona. Hay toda una línea de cómo se forma y se asume que es un territorio en el que debemos compartir servicios.
El salto que debemos dar con estas geometrías variables de las que hablo no es hacer crecer el AMB hacia el Vallès; pero saber cómo implementar políticas de cohesión, positivas, sobre todo a nivel local; cómo abordar los temas de desarrollo económico y reconversión industrial o económica en el eje de la B-30 hablando con Sabadell, con Terrassa, con todos los municipios hasta Granollers. Necesitamos saber cómo se proponen las políticas de vivienda desde la lógica municipal y cómo podemos coordinarnos; cómo podemos compartir instrumentos o generar otros nuevos en políticas económicas, de espacios naturales, cómo gestionamos la infraestructura verde –Collserola, Garraf, Serralada de Marina, los dos ríos, playas y costas, el parque agrícola, cómo integramos la gestión de un conjunto de espacios naturales urbanos. Esto hay que hacerlo con los ayuntamientos o con la Diputación, es necesario encontrar sinergias que lo faciliten y entender también los elementos que estructuran este territorio, que no es solo la infraestructura viaria.

¿Y todo esto cómo se acaba materializando?
Existen diferentes ámbitos en los que establecemos convenios bilaterales con los ayuntamientos o los canalizamos a través de la diputación provincial. Con la Diputación, la AMB ha firmado un convenio que busca precisamente esto: espacios de confluencia en los que AMB, ayuntamientos y diputaciones provinciales puedan implementar políticas y realizar aportaciones jugando con la geometría variable física pero también temática.
Desde la lógica de la institucionalización hay que reclamar y exigir que gobierne la Generalitat, porque de lo contrario se pueden poner parches. La autoridad local tiene los recursos que tiene y no puede suplantar al gobierno del país como lo está haciendo en muchas áreas, como las escuelas infantiles, para poner un ejemplo. La Generalitat debe poner de su parte y no puede continuar en el área metropolitana actual, ni en la pequeña ni en la región metropolitana. Espacios naturales, por ejemplo, es competencia de la Generalitat y Collserola aporta prácticamente cero al consorcio del que forma parte y lo mismo con los espacios naturales del delta. Y si creemos en Cataluña como espacio de gobierno, no se pueden hacer muchos inventos. Es lo suficientemente pequeño como para que su gobierno asuma los temas que le tocan y no los eluda.

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