LUZ URBANA: SEGURIDAD, GÉNERO Y CIUDAD AMABLE

 

Héctor Santcovsky analiza la cuestión del alumbrado público, considerado como una herramienta fundamental para la seguridad, la convivencia, la cohesión social y la igualdad

 

por Héctor Santkovsky, sociólogo y politólogo

El alumbrado público es mucho más que una cuestión de eficiencia energética o estética urbana. Es una herramienta fundamental para la seguridad, la convivencia, la cohesión social y la igualdad en el espacio público.

Inspirándonos en las ideas de la activista y urbanista estadounidense Jane Jacobs, podemos entender la iluminación en el espacio público como un elemento clave para la vigilancia natural y la vitalidad urbana. Y en los entornos metropolitanos sus déficits se pueden hacer todavía más patentes si encima se producen en las zonas más propicias a la exclusión residencial, en barrios con mayores deficiencias de estos servicios.

Jane Jacobs, en su libro The Death and Life of Great American Cities, destaca la importancia de los «ojos en la calle» para mantener la seguridad urbana. Esta vigilancia natural se ve favorecida por un buen alumbrado, que permite a los vecinos observar y participar en la vida de la calle. Un espacio bien iluminado disuade los comportamientos delictivos y fomenta la presencia de personas, creando un entorno más seguro para todos, sin olvidar que, si el buen tiempo acompaña, es un aspecto que favorece la interacción ciudadana en la calle, plazas y espacios abiertos.

Este concepto, además, es clave en la tesis de la prevención situacional, entendida como una estrategia de seguridad que busca reducir las oportunidades de delito mediante el diseño del entorno, aumentando los riesgos percibidos por los victimarios y disminuyendo los beneficios del crimen.

También debemos tener en cuenta que la percepción de seguridad varía según el género. Las mujeres a menudo se sienten más vulnerables en espacios mal iluminados, especialmente durante la noche y en las zonas Industriales, normalmente no muy bien iluminadas, y que también requieren mejoras sustanciales. En este sentido, ciudades como Viena han implementado políticas de urbanismo con perspectiva de género, mejorando el alumbrado en zonas públicas para aumentar la seguridad de las mujeres.

«Un espacio bien iluminado disuade los comportamientos delictivos y fomenta la presencia de personas, creando un entorno más seguro para todos»

En Barcelona, iniciativas como los «caminos escolares seguros» también han tenido en cuenta la iluminación para garantizar la seguridad de los niños y sus familias. Y para las personas mayores también puede cumplir un papel importante facilitando su movilidad y haciendo un espacio accesible imprescindible para una buena movilidad urbana.

En este marco, las nuevas tecnologías permiten un alumbrado más eficiente y adaptado a las necesidades de los usuarios. En Oslo, por ejemplo, se ha implementado un sistema de alumbrado inteligente que ajusta la intensidad de la luz según las condiciones meteorológicas y el tráfico, reduciendo el consumo energético y mejorando la seguridad, permitiendo una gestión más sostenible y efectiva del alumbrado público.

Varias metrópolis han desarrollado proyectos innovadores en alumbrado urbano como en Seúl, que ha creado zonas de control de luz para reducir la contaminación lumínica y mejorar la calidad de vida de los residentes, o bien Montreal, que ha utilizado la iluminación para transformar espacios públicos en lugares más atractivos y seguros durante la noche. Desde otra perspectiva, París ha trabajado en la mejora del alumbrado en zonas consideradas inseguras, teniendo en cuenta las necesidades específicas de las mujeres.

Como elementos que conformarían estrategias de iluminación mejorada, y sobre todo en perspectiva preventiva respecto a las oportunidades en Barcelona y el área metropolitana se podrían considerar las siguientes acciones:
1. Auditorías participativas que involucren a la ciudadanía en la identificación de zonas mal iluminadas y propuesta de mejoras.
2. Tecnología inteligente para implementar sistemas de iluminación adaptativos que ajusten la intensidad al uso.
3. Perspectiva de género con el fin de asegurar que las políticas de iluminación tengan en cuenta las diferentes necesidades de seguridad, especialmente de las mujeres.
4. Diseño urbano integrado combinando la iluminación con otros aspectos para crear espacios más acogedores y seguros.

Las metrópolis afrontan el reto de adaptarse a criterios de sostenibilidad y eficiencia. Esto ha supuesto una renovación de sistemas de alumbrado, y se han sustituido bombillas tradicionales por tecnología LED, que consume menos energía y permite una regulación inteligente de la intensidad lumínica. No obstante, este cambio ha abierto debates sobre el tipo de luz (blanca o cálida), la contaminación lumínica y los efectos sobre la salud y la biodiversidad urbana.

Finalmente, las políticas de iluminación no pueden ser sólo técnicas, sino que hay que contar con una visión más amplia y participativa. Repensar la luz es repensar la ciudad: qué espacios queremos habitar, qué recorridos consideramos seguros, qué usos queremos fomentar en el espacio público nocturno. En este sentido, nos remitimos al estudio de Jane Jacobs, que señalaba la necesidad de «ojos en la calle», donde la luz no sólo ilumina sino que invita a vivir, transitar y compartir la ciudad.

por Héctor Santkovsky, sociólogo y politólogo

El alumbrado público es mucho más que una cuestión de eficiencia energética o estética urbana. Es una herramienta fundamental para la seguridad, la convivencia, la cohesión social y la igualdad en el espacio público.

Inspirándonos en las ideas de la activista y urbanista estadounidense Jane Jacobs, podemos entender la iluminación en el espacio público como un elemento clave para la vigilancia natural y la vitalidad urbana. Y en los entornos metropolitanos sus déficits se pueden hacer todavía más patentes si encima se producen en las zonas más propicias a la exclusión residencial, en barrios con mayores deficiencias de estos servicios.

Jane Jacobs, en su libro The Death and Life of Great American Cities, destaca la importancia de los «ojos en la calle» para mantener la seguridad urbana. Esta vigilancia natural se ve favorecida por un buen alumbrado, que permite a los vecinos observar y participar en la vida de la calle. Un espacio bien iluminado disuade los comportamientos delictivos y fomenta la presencia de personas, creando un entorno más seguro para todos, sin olvidar que, si el buen tiempo acompaña, es un aspecto que favorece la interacción ciudadana en la calle, plazas y espacios abiertos.

Este concepto, además, es clave en la tesis de la prevención situacional, entendida como una estrategia de seguridad que busca reducir las oportunidades de delito mediante el diseño del entorno, aumentando los riesgos percibidos por los victimarios y disminuyendo los beneficios del crimen.

También debemos tener en cuenta que la percepción de seguridad varía según el género. Las mujeres a menudo se sienten más vulnerables en espacios mal iluminados, especialmente durante la noche y en las zonas Industriales, normalmente no muy bien iluminadas, y que también requieren mejoras sustanciales. En este sentido, ciudades como Viena han implementado políticas de urbanismo con perspectiva de género, mejorando el alumbrado en zonas públicas para aumentar la seguridad de las mujeres.

”Un espacio bien iluminado disuade los comportamientos delictivos y fomenta la presencia de personas, creando un entorno más seguro para todos»

 

En Barcelona, iniciativas como los «caminos escolares seguros» también han tenido en cuenta la iluminación para garantizar la seguridad de los niños y sus familias. Y para las personas mayores también puede cumplir un papel importante facilitando su movilidad y haciendo un espacio accesible imprescindible para una buena movilidad urbana.

En este marco, las nuevas tecnologías permiten un alumbrado más eficiente y adaptado a las necesidades de los usuarios. En Oslo, por ejemplo, se ha implementado un sistema de alumbrado inteligente que ajusta la intensidad de la luz según las condiciones meteorológicas y el tráfico, reduciendo el consumo energético y mejorando la seguridad, permitiendo una gestión más sostenible y efectiva del alumbrado público.

Varias metrópolis han desarrollado proyectos innovadores en alumbrado urbano como en Seúl, que ha creado zonas de control de luz para reducir la contaminación lumínica y mejorar la calidad de vida de los residentes, o bien Montreal, que ha utilizado la iluminación para transformar espacios públicos en lugares más atractivos y seguros durante la noche. Desde otra perspectiva, París ha trabajado en la mejora del alumbrado en zonas consideradas inseguras, teniendo en cuenta las necesidades específicas de las mujeres.

Como elementos que conformarían estrategias de iluminación mejorada, y sobre todo en perspectiva preventiva respecto a las oportunidades en Barcelona y el área metropolitana se podrían considerar las siguientes acciones:
1. Auditorías participativas que involucren a la ciudadanía en la identificación de zonas mal iluminadas y propuesta de mejoras.
2. Tecnología inteligente para implementar sistemas de iluminación adaptativos que ajusten la intensidad al uso.
3. Perspectiva de género con el fin de asegurar que las políticas de iluminación tengan en cuenta las diferentes necesidades de seguridad, especialmente de las mujeres.
4. Diseño urbano integrado combinando la iluminación con otros aspectos para crear espacios más acogedores y seguros.

Las metrópolis afrontan el reto de adaptarse a criterios de sostenibilidad y eficiencia. Esto ha supuesto una renovación de sistemas de alumbrado, y se han sustituido bombillas tradicionales por tecnología LED, que consume menos energía y permite una regulación inteligente de la intensidad lumínica. No obstante, este cambio ha abierto debates sobre el tipo de luz (blanca o cálida), la contaminación lumínica y los efectos sobre la salud y la biodiversidad urbana.

Finalmente, las políticas de iluminación no pueden ser sólo técnicas, sino que hay que contar con una visión más amplia y participativa. Repensar la luz es repensar la ciudad: qué espacios queremos habitar, qué recorridos consideramos seguros, qué usos queremos fomentar en el espacio público nocturno. En este sentido, nos remitimos al estudio de Jane Jacobs, que señalaba la necesidad de «ojos en la calle», donde la luz no sólo ilumina sino que invita a vivir, transitar y compartir la ciudad.

share: