LA GRAN BARCELONA

La idea de una ciudad magnificada, no centralizada, no contaminada y provista con una buena red de transporte, podría ser el motor del «milagro catalán», que tanto necesitamos.

Lluís Bassat, publicista.

Para preparar bien la campaña de Pasqual Maragall a la alcaldía de Barcelona, cené con él, en su casa, cada noche, los tres meses previos a las elecciones, con Diana, su mujer y con Joan Torras, que después fue regidor de Movilidad.  Hablábamos de todos los temas relativos a la ciudad de Barcelona, pero salía siempre un tema recurrente, el de la Gran Barcelona, con la que soñaba Pasqual Maragall. Una gran ciudad comparable a París y a Londres, con la ventaja de tener cerca de 100 km de costa, de Arenys a Sitges y con un Vallés extraordinario detrás. Pasqual hablaba siempre del Tibidabo como del Central Park de Barcelona, ese pulmón fantástico que la naturaleza nos ha regalado. Me recuerda un parque que hay en el centro de Washington DC, que hay que atravesarlo en coche por la superficie, o en metro por debajo, aunque es menor que nuestro Tibidabo.  Por descontado se debería poder ir de una parte a otra de esa Gran Barcelona, en transporte público. Los trenes de cercanías deberían convertirse en metros, aunque algunos tramos los hicieran por la superficie, como sucede en Londres.

 Una Gran Barcelona tendría innumerables ventajas para sus ciudadanos y para nuestra imagen pública internacional. Nadie dudaría de su importancia capital en España, ya no seríamos la mitad de Madrid que se convirtió en grande hace ya muchos años. No olvidemos que el aeropuerto de Torrejón esta ahora en Madrid y que muchas poblaciones vecinas, hoy, son parte de la capital, como Sarriá o Gracia son parte de Barcelona.  Seríamos sin duda la capital del Mediterráneo, que algunas otras ciudades ya reclaman para si. En la Liga de los grandes países, España aparece, Catalunya no tanto, en cambio, en la Liga de las grandes ciudades, donde Barcelona ya está en un puesto relevante, daríamos un salto importantísimo, definitivo para muchas cosas, como la inversión extranjera y la celebración de acontecimientos internacionales, que aportarían recursos a nuestra ciudad.

Hay quien dice que una de las maravillas de Barcelona, es que se puede ir andando a todas partes. Y se seguirá pudiendo ir a esos mismos sitios a pie. Pero también será normal ir una tarde, en metro, al Museo de Cap Ferrat en Sitges o a la Nau Gaudí en Mataró. Y para los ciudadanos, será como tener una doble “nacionalidad”, ser de Barcelona y del Vallés o del Maresme al mismo tiempo. Ni que decir tiene que los precios de los pisos serán mas competitivos, porque vivir en un Viladecans bien comunicado será vivir en Barcelona. Eso no quiere decir que se vaya a centralizar todo, al contrario, Habrá un montón de nuevos centros. ¿Por qué no ir a comprar a Sant Cugat si la oferta de Sant Cugat me conviene? Y para el comercio de Sant Cugat, ¿por qué pensar solo en mis vecinos si puedo vender mis productos a millones de personas?

“Una Gran Barcelona tendría innumerables ventajas para sus ciudadanos y para nuestra imagen pública internacional.”

Está claro que para que este sueño se haga realidad hay que hacer una gran inversión en transporte y obras públicas, pero es que hay que hacerla de todas maneras. ¿Y no es mejor hacerla pensando en una Gran Barcelona, que simplemente solucionando problemas comarca a comarca? Cuando se dice que hay países y políticos que piensan en grande, la grandeur francesa, por ejemplo, es precisamente resolver  problemas hoy, que nos sirvan 200 años después. Tenemos ejemplos cerca. Si no hubiera sido por esos políticos con visión de futuro, Barcelona aun sería una pequeña población amurallada.

Es cierto que aun no hemos salido de la crisis económica del año 2007 y que la pandemia del 2020 ha empeorado las cosas. Pero no estamos peor que Alemania después de perder la segunda guerra mundial, con un país destrozado, unas ciudades bombardeadas y una población avergonzada no solo por haber perdido la guerra. Y Alemania se sobrepuso. Los economistas dicen que uno de los secretos del milagro alemán fue dedicarse prioritariamente a reconstruir el país invirtiendo en empresas de la construcción para hacer nuevas carreteras, sus famosas autopistas, edificios, vías de tren, aeropuertos, en definitiva, infraestructuras, que generaron puestos de trabajo en ellas y en sus proveedores de forma que la rueda de la economía volvió a girar.

Algo de esto debería hacerse en Barcelona y la idea de una Gran Barcelona, podría ser la impulsora del “milagro catalán”, que buena falta nos hace. Hagamos un concurso mundial, e invitemos a los mejores urbanistas y pensadores a diseñar la Gran Barcelona del futuro, de modo que todas las infraestructuras que tanto necesitamos ya, estén pensadas, también, para esta nueva Gran Barcelona.

Yo siempre pensé y lo expuse en varios artículos, que se deberían suprimir las vías del tren en el Maresme y convertir ese espacio en un paseo marítimo peatonal, con sus carriles de bicicletas, convirtiendo esa fachada marítima en algo maravilloso, sin la barrera del tren, que convertido en un metro podría soterrarse paralelamente a la autopista. Las estaciones se ubicarían cerca de la autopista dando un mejor servicio a poblaciones como Premiá de Mar y Premiá de Dalt, por ejemplo. Con unos buenos aparcamientos junto a ellas, serían otro motivo para dejar el coche ahí y viajar en transporte público.

Una última reflexión, esa Gran Barcelona debería ser mas sostenible que la suma de la Barcelona actual y todo lo que la rodea. Las rieras causantes de tantas inundaciones, deberían formar parte esencial del macro proyecto, igual que el alcantarillado que en muchos lugares brilla por su ausencia. Y el aire debería conservarse limpio, por lo que todo lo contaminante debería reducirse, para acabar sustituyéndose por medios de transporte, producción y viviendas limpias de polución.

Parece un sueño, pero puede ser una realidad si lo queremos todos.

Lluís Bassat, publicista.

Para preparar bien la campaña de Pasqual Maragall a la alcaldía de Barcelona, cené con él, en su casa, cada noche, los tres meses previos a las elecciones, con Diana, su mujer y con Joan Torras, que después fue regidor de Movilidad.  Hablábamos de todos los temas relativos a la ciudad de Barcelona, pero salía siempre un tema recurrente, el de la Gran Barcelona, con la que soñaba Pasqual Maragall. Una gran ciudad comparable a París y a Londres, con la ventaja de tener cerca de 100 km de costa, de Arenys a Sitges y con un Vallés extraordinario detrás. Pasqual hablaba siempre del Tibidabo como del Central Park de Barcelona, ese pulmón fantástico que la naturaleza nos ha regalado. Me recuerda un parque que hay en el centro de Washington DC, que hay que atravesarlo en coche por la superficie, o en metro por debajo, aunque es menor que nuestro Tibidabo.  Por descontado se debería poder ir de una parte a otra de esa Gran Barcelona, en transporte público. Los trenes de cercanías deberían convertirse en metros, aunque algunos tramos los hicieran por la superficie, como sucede en Londres.

 Una Gran Barcelona tendría innumerables ventajas para sus ciudadanos y para nuestra imagen pública internacional. Nadie dudaría de su importancia capital en España, ya no seríamos la mitad de Madrid que se convirtió en grande hace ya muchos años. No olvidemos que el aeropuerto de Torrejón esta ahora en Madrid y que muchas poblaciones vecinas, hoy, son parte de la capital, como Sarriá o Gracia son parte de Barcelona.  Seríamos sin duda la capital del Mediterráneo, que algunas otras ciudades ya reclaman para si. En la Liga de los grandes países, España aparece, Catalunya no tanto, en cambio, en la Liga de las grandes ciudades, donde Barcelona ya está en un puesto relevante, daríamos un salto importantísimo, definitivo para muchas cosas, como la inversión extranjera y la celebración de acontecimientos internacionales, que aportarían recursos a nuestra ciudad.

Hay quien dice que una de las maravillas de Barcelona, es que se puede ir andando a todas partes. Y se seguirá pudiendo ir a esos mismos sitios a pie. Pero también será normal ir una tarde, en metro, al Museo de Cap Ferrat en Sitges o a la Nau Gaudí en Mataró. Y para los ciudadanos, será como tener una doble “nacionalidad”, ser de Barcelona y del Vallés o del Maresme al mismo tiempo. Ni que decir tiene que los precios de los pisos serán mas competitivos, porque vivir en un Viladecans bien comunicado será vivir en Barcelona. Eso no quiere decir que se vaya a centralizar todo, al contrario, Habrá un montón de nuevos centros. ¿Por qué no ir a comprar a Sant Cugat si la oferta de Sant Cugat me conviene? Y para el comercio de Sant Cugat, ¿por qué pensar solo en mis vecinos si puedo vender mis productos a millones de personas?

«Una Gran Barcelona tendría innumerables ventajas para sus ciudadanos y para nuestra imagen pública internacional.”

 

 

 

Está claro que para que este sueño se haga realidad hay que hacer una gran inversión en transporte y obras públicas, pero es que hay que hacerla de todas maneras. ¿Y no es mejor hacerla pensando en una Gran Barcelona, que simplemente solucionando problemas comarca a comarca? Cuando se dice que hay países y políticos que piensan en grande, la grandeur francesa, por ejemplo, es precisamente resolver  problemas hoy, que nos sirvan 200 años después. Tenemos ejemplos cerca. Si no hubiera sido por esos políticos con visión de futuro, Barcelona aun sería una pequeña población amurallada.

Es cierto que aun no hemos salido de la crisis económica del año 2007 y que la pandemia del 2020 ha empeorado las cosas. Pero no estamos peor que Alemania después de perder la segunda guerra mundial, con un país destrozado, unas ciudades bombardeadas y una población avergonzada no solo por haber perdido la guerra. Y Alemania se sobrepuso. Los economistas dicen que uno de los secretos del milagro alemán fue dedicarse prioritariamente a reconstruir el país invirtiendo en empresas de la construcción para hacer nuevas carreteras, sus famosas autopistas, edificios, vías de tren, aeropuertos, en definitiva, infraestructuras, que generaron puestos de trabajo en ellas y en sus proveedores de forma que la rueda de la economía volvió a girar.

Algo de esto debería hacerse en Barcelona y la idea de una Gran Barcelona, podría ser la impulsora del “milagro catalán”, que buena falta nos hace. Hagamos un concurso mundial, e invitemos a los mejores urbanistas y pensadores a diseñar la Gran Barcelona del futuro, de modo que todas las infraestructuras que tanto necesitamos ya, estén pensadas, también, para esta nueva Gran Barcelona.

Yo siempre pensé y lo expuse en varios artículos, que se deberían suprimir las vías del tren en el Maresme y convertir ese espacio en un paseo marítimo peatonal, con sus carriles de bicicletas, convirtiendo esa fachada marítima en algo maravilloso, sin la barrera del tren, que convertido en un metro podría soterrarse paralelamente a la autopista. Las estaciones se ubicarían cerca de la autopista dando un mejor servicio a poblaciones como Premiá de Mar y Premiá de Dalt, por ejemplo. Con unos buenos aparcamientos junto a ellas, serían otro motivo para dejar el coche ahí y viajar en transporte público.

Una última reflexión, esa Gran Barcelona debería ser mas sostenible que la suma de la Barcelona actual y todo lo que la rodea. Las rieras causantes de tantas inundaciones, deberían formar parte esencial del macro proyecto, igual que el alcantarillado que en muchos lugares brilla por su ausencia. Y el aire debería conservarse limpio, por lo que todo lo contaminante debería reducirse, para acabar sustituyéndose por medios de transporte, producción y viviendas limpias de polución.

Parece un sueño, pero puede ser una realidad si lo queremos todos.

share: