JOAN GUÀRDIA: «EL VÍNCULO ENTRE UNIVERSIDAD Y EMPRESA NECESITA MÁS MECENAZGO Y PATROCINIO»»

El nuevo rector de la Universitat de Barcelona piensa que la mejor garantía de una sociedad para tomar decisiones es escuchar la ciencia.

Por Pep Martí

Joan Guàrdia (Barcelona, 1958) es catedrático de Psicología y fue elegido rector de la Universitat de Barcelona (UB) en diciembre pasado liderando una candidatura renovadora. Buen comunicador, empático y próximo, en esta entrevista hace balance de lo que ha sido esta primera etapa, pero habla sobre todo de los proyectos de futuro, de la mirada metropolitana que tiene la UB, de la relación entre sociedad civil y sistema universitario, y de lo que deben hacer las instituciones académicas para estar más presentes en los debates públicos.

Han pasado más de seis meses desde que cogió el timón de la UB. ¿En qué se ha notado su llegada al rectorado?
En todo caso, sería nuestra llegada al rectorado. Quizás esto lo debería contestar nuestra comunidad. Pero si me pide en qué se debe notar, yo creo que hay tres cosas que son las fundamentales. La primera, ordenar más la casa. Esto de hacer zafarrancho es incómodo y no estoy diciendo que no estuviera aseada. Pero hay que ganar en orden y en organización. La segunda es cambiar las prioridades. Lo anuncié en la toma de posesión. A partir del curso 2021-22 es cuando desplegaremos todos los cambios de prioridad con unos nuevos programas de apoyo. Y la tercera, que se debería notar, es que queremos seguir trabajando para que la Universitat de Barcelona lidere claramente el sistema universitario catalán, español y europeo, el sistema de investigación, y afianzar nuestra presencia en los foros de debate y decisión sobre el futuro del país y de la ciudad. Es decir, trabajar intensamente para que la Universitat de Barcelona sea un punto de referencia permanente en los acontecimientos que nos tocan.

Una cosa que afirmó durante la campaña electoral al rectorado me llamó la atención. Decía usted que quería una UB que cuidara a la gente algo mejor. ¿A que se refería?
Mire, yo tengo un oficio maravilloso, tanto que alguna vez tengo la sensación de que vivo en unas vacaciones permanentemente. Para convencerlo de lo que digo, piense que trabajamos en un lugar donde nos pagan para crear, para generar iniciativas, para modificar el entorno, para ser útil, para dar soluciones a las grandes preguntas, para poner el saber al servicio de la comunidad. Además, en mi caso, como docente, la ley te protege para hacer esto, con libertad de cátedra. Socialmente, se ha decidido que se hace confianza a unas personas para que creen, para que respondan a las preguntas y encuentren soluciones. Encima, lo acabas redondeando porque tenemos el gran placer de poder enseñar. Por lo tanto, la combinación es perfecta. ¿Cuál es el problema? El problema es que nosotros somos una universidad muy grande, en la cual a veces el tamaño nos dificulta la sensibilidad por el detalle. Porque las instituciones tan grandes las acostumbramos a gestionar desde el gran volúmen y, a veces, hay gotas de agua que se escapan. El tamaño no debe ser una dificultad para atender las necesidades que tiene la gente. Nos falta ganar espacio en conciliación de vida profesional y personal, nos falta ganar más reconocimiento en cuanto a la igualdad de género, nos falta ganar terreno en la mejora de las condiciones laborales, en el hecho que en algunos lugares las infraestructuras son incómodas para trabajar. A esto me refería. Como resultado de esto, nos debemos preocupar por la carrera profesional de la gente. Velar por la gente quiere decir reconocer las legítimas aspiraciones que tienen las personas para progresar en la vida. Y entenderlas como reivindicaciones legítimas, no como un conflicto.

Mencionaba antes la necesidad de reforzar el liderazgo de la UB. ¿Cuáles serían los objetivos para consolidarlo?
Hay dos ideas. La primera: el buque insignia del sistema universitario y de investigación del país no se puede quedar ajeno de ninguna forma a los movimientos importantes que el futuro nos pide en el ámbito de la innovación, la investigación, la transparencia, la cultura o el arte. La UB debe estar presente. No hay que estar presente porque si, sino porque llevamos más de 550 años demostrando que generamos talento. No somos los únicos, solo faltaría, pero sí que somos un actor esencial en esta historia. En segundo lugar, porque los próximos años tendremos la oportunidad de relanzar, como país, como sociedad, como ciudad, un puñado de proyectos que al amparo de esta idea de la resiliencia y de la recuperación económica, obligan a no equivocarse. Y cuál es la mejor garantía de una sociedad para tomar decisiones y no equivocarse? La respuesta es muy simple: escuchar la ciencia.

Las universidades han sufrido los efectos de la crisis. ¿La Covid ha empeorado todavía más la situación de la UB?
Dificultar quizás no es la palabra. No querría banalizar lo que ha pasado, pero más allá del sufrimiento y el dolor que ha generado, que ha sido enorme, nosotros queremos pensar en la pandemia como una oportunidad más que no como una dificultad. ¿Qué ha pasado? Simple y llanamente: cosas que hacíamos las hemos dejado de hacer, y no ha pasado nada, cosas que no hacíamos las hemos empezado a hacer y han funcionado, nos han descargado de mil cosas, y hemos hecho un salto conceptual que, sin la pandemia, no hubiéramos hecho.

Pónganos un ejemplo de esto que dice.
La reducción de burocracia, una reducción drástica de los procesos internos en la toma de decisiones, una reconsideración inmediata de todos los procesos de relación y de contacto social y laboral, una nueva manera de trabajar, con el teletrabajo. Pero, encima, a la UB se le da una oportunidad para revisar su propio modelo de funcionamiento y de impartir docencia. No estoy diciendo que dejamos de ser presenciales, eh, esto nunca. Somos lo que somos y es lo que queremos ser. Pero sería absurdo pensar que tras la pandemia no ha pasado nada.

La UB forma parte del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB), que quiere culminar en un «Compromiso Metropolitano 2030». ¿Cómo está funcionando el Plan?
En el tiempo que llevamos en el gobierno de la universidad, nos hemos reunido un par a veces. Han tenido la amabilidad de visitarnos y hemos trabajado. Le mencionaré dos cosas. Aquí sí que la pandemia ha podido tener un impacto negativo y, probablemente, como estructura vamos demasiado lentos. Porque es urgente alinear las administraciones, los conocimientos y los objetivos estratégicos, tanto económicos como culturales y sociales. Y el segundo comentario que haría es que pedimos que hubiera un mecanismo mucho más transversal de información y de difusión. Es decir, por ahora el Plan tiene un cariz demasiado cerrado, demasiado en clave de las instituciones que participan. Y estas cosas funcionan mejor en la medida que se socializan, se transversalitzen y se convierten en un movimiento social colectivo. Es extraordinariamente importando que el Plan Estratégico Metropolitano pueda salir bien. Y nosotros estaremos con toda la capacidad que podamos.


Y en este debate metropolitano, ¿hay alguna idea central que quiera aportar la UB?
Mire, como he explicado varias veces y he hecho en la Casa Grande, si dibujamos en el mapa de Barcelona las sedes de las instalaciones emblemáticas en materia de innovación e investigación, descubrimos que hemos construido entre todos juntos una anillo que rodea Barcelona, que integra desde el Barcelona Supercomputing Center hasta el sincrotrón, hasta la gente de Bellvitge por el sur, el Vall de Hebrón por el norte, desde el Hospital Clínic en medio de la ciudad, pasando por lo que será el Mercado del Pez a la parte marítima… Es decir, cuando nos ponemos ante el mapa y dibujamos el cuadrado que es la ciudad, vemos hasta donde llega el sistema de investigación e innovación. Y el sistema se ha desplegado como una telaraña en la que, si quieres, puedes poner en el centro al Clínic, pero si seguimos las rondas, el territorio está lleno de instalaciones científicas de primer nivel mundial. El Plan Estratégico Metropolitano debe basarse fundamentalmente en reconocer esta red como un elemento no solo de calidad, sino de futuro, porque el diseño sistémicamente es perfecto.

¿Está bien encarado el Plan?
Está bien encarado, pero esta realidad es todavía desconocida. Si ahora explicáramos a nuestros conciudadanos que hay una cosa que es el sincrotrón, o el Barcelona Supercomputing Center, o el Parque Científico de Barcelona, probablemente veríamos que se conoce muy poco. Insisto: geográficamente, las cosas tienen una lectura. Hay una estructura radial y las universidades estamos perfectamente coordinadas en estos temas. Nosotros ya somos una institución vinculada al territorio, con lo que implica de complejidad de gestión, trabajo y financiación, pero más allá de esto, tenemos que hablar en términos sistémicos. La UB tiene que liderar muchas cosas, pero también debe estar muy comprometida con el resto del sistema que este salto lo debemos hacer plegados.

¿Cómo funciona el vínculo entre la UB y el tejido empresarial? ¿Está satisfecho?
Nos queda camino por recorrer. No es tan cierto, como a veces se dice, que las universidades vivan  lejos del tejido empresarial. En nuestro caso, la Fundación Bosch Gimpera lleva muchos años trabajando con infinidad de empresas. Tenemos convenios a destajo, proyectos compartidos, hemos multiplicado el número de cátedras financiadas por instituciones privadas que se vinculan a proyectos de investigación. Es decir, no es tan cierto este tipo de mantra que dice que la universidad y el tejido empresarial están alejados. Lo que es cierto es que hay mucho de espacio de mejora. Este vínculo por ahora se da mucho con grandes entidades, grandes empresas, y, en cambio, se da mucho menos en tejidos empresariales menos potentes o más locales. ¿Qué nos falta? Mecenazgo y patrocinio en términos mucho más amplios, mucho más contundentes y tramados que le permita al tejido empresarial entender la universidad y la investigación como un compañero de viaje. Nos falta, por parte de la universidad, la cultura de la transferencia. Nos falta que muchos ámbitos de la ciencia tengamos la capacidad de que, cuando avanzamos en el conocimiento, este adelanto se traduzca y sea factible de una manera coherente en una mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía. Esto, desde la universidad, nos cuesta. Al sector empresarial a veces le cuesta vernos como un compañero de viaje y en el mundo universitario a veces nos cuesta  ver que, al final, la ciencia tiene como objetivo que la gente viva mejor, sea más feliz y lo sea en una sociedad más justa y con más seguridad. Este es el espacio que nos toca recorrer. Por lo tanto, ley de mecenazgo, ley de patrocinio, interrelacionarnos algo más. Por ejemplo, ha funcionado muy bien el tema de los doctorados industriales.

“Es extraordinariamente importante que el Plan Estratégico Metropolitano pueda salir bien, y nosotros estaremos con toda la capacidad que podamos”

¿Qué son exactamente?
Son doctorados que se hacen la mitad en casa y la mitad en una entidad. Esto nos está ayudando mucho a que la gente joven vea que se puede hacer la tesis en la Bayer, en la Volkswgen, en la Caixa o en cualquier entidad en la cual hay intereses compartidos. Esto está ayudando mucho. Primero porque los doctores y doctoras ya tienen un conocimiento del funcionamiento del tejido empresarial real, no son académicos puros. Y al mismo tiempo, las instituciones, tanto las públicas como las privadas, aprenden que la universidad es una fuente de conocimiento útil, aplicable. En los doctorados industriales tenemos el apoyo de la Generalitat, los doctorandos tienen un sueldo mientras están haciendo la tesis. Es un modelo francamente de éxito.

La Asociación Catalana de Entidades de Investigación (ACERO) pidió a la Generalitat, el marzo pasado, poner la investigación y la innovación en el centro de la acción de gobierno. ¿Cree que esta prioridad está encarrilada?
Esta prioridad está en la autopista donde se debía haber puesto. Tenemos una conselleria, la consejera está decidida y con ella los rectores estamos muy esperanzados. Tiene un discurso en estos aspectos de la investigación que es claro y contundente. Pero apenas empezamos. Tenemos el coche en el lugar, pero ahora se trata de ver de dónde sacamos el combustible y los seguros, y cómo buscamos los conductores de menos de 35 años que permitan que los que ahora conducimos tengamos un relevo para conducir el coche en mejores condiciones. Ya me perdonarás el símil que he hecho.
 


¿Ve voluntad política?
Digamos que en estos momentos divisamos un compromiso en este sentido y ganas de ir por aquí.

Se mostró crítico, durante la campaña electoral a la UB, con la paralización del Campus de las Artes, en el 22@. ¿Cómo se encuentra ahora el proyecto?
Ya hemos tenido una primera reunión con todas las entidades que participan en el proyecto del Campus de las Artes. Estos días concretaré con la consejera la fecha para firmar el acuerdo entre todas estas entidades, que son veintitrés. Son instituciones de todo Cataluña, con todo el sistema universitario detrás. Nuestra intención es que lo antes posible lanzaremos el primer concurso de ideas sobre el proyecto, el contenido y cómo se debe enfocar. Estamos muy ilusionados con poner en marcha este proyecto. La mejor manera para que las instituciones se comprometan y aseguren la financiación es que vean que un proyecto de estas características no es solo un deseo sino de hechos, ideas y voluntades compartidas. Está todo el mundo, todas las instituciones relacionadas con la cultura, el arte, las humanidades, están en este proyecto. Están desde EINA, la ESMUC, el Liceo, Taller de Músics en la Facultad de Bellas artes.

¿Le convence tal como se ha ido definiendo el proyecto?
Lo que no se ha hecho es el paso adelante de la voluntad política. Este es un campus estratégico para la ciudad, es una apuesta de sistema, compartida por el resto de entidades de docencia e investigación catalanas. Se debe hacer. No hay opción.

¿Cree que la sociedad, en general, es bastante consciente del papel central que tienen las universidades y el impacto que tiene sobre las vidas de la gente?
Creo que las universidades nos explicamos poco. No sé si muy bien, pero poco. En primer lugar, porque quienes nos tendríamos que explicar, que son los profesores e investigadores, nos extendemos demasiado y a veces se nos va el mensaje. Queremos matizar demasiadas cosas. La ciencia vive de los matices y los medios de comunicación vivís de los titulares. Por eso es importante el papel de los medios porque cualquier ventana que podamos utilizar para explicar a nuestros conciudadanas cómo nos ganamos el sueldo es positivo. Muchas veces todavía ahora debemos explicar cosas que hacemos desde hace más de 550 años.

¿Qué es lo que falta, entonces, o que no hacen suficiente?
Abrir la ventana. Lo que no hacemos suficiente es explicar las cosas de una forma plana. Hay un punto aquí en el que debemos poner la ciencia  más al alcance del ciudadano. Somos nosotros los que no hacemos suficiente. Debemos buscar maneras de hablar más con vosotros, que nos conozcáis más, que divulgemos más, que estemos más presentes en los grandes debates, porque la ciencia tiene una cosa que es muy pesada, que es que tiene respuesta a algunas preguntas. Es un criterio de garantía. Pero esto lo debemos hacer no desde la arrogancia, sino desde la prestación de servicio. Debemos buscar maneras para que los grandes proyectos de la casa los explicamos bien.

Pasamos a un tema completamente diferente. ¿Tiene un criterio definido sobre la ampliación del Prat?
No nos hemos definido porque no somos una de las instituciones llamadas a este debate. Pero le haré alguna reflexión. Para nosotros, cualquier iniciativa que vaya en la línea de poner Barcelona todavía más en el mapa internacional y de las conexiones lo vemos positivamente. Nosotros, en lo que podemos colaborar es aportar el debate que se hace desde la ciencia: la necesidad de un crecimiento sostenido que ponga nuestra ciudad en el punto de referencia de los movimientos europeos de todo tipos y al mismo tiempo hacerlo compatible con un crecimiento sostenible, razonable, y que no ponga en riesgo la conservación de las mejores condiciones de calidad de vida. Nosotros con esta pregunta podemos aportar alguna respuesta porque tenemos los científicos y científicas que las pueden dar. La apuesta para hacer de Barcelona todavía más un punto de referencia a nivel internacional debe venir acompañada de una hoja de ruta para no poner en peligro los criterios de sostenibilidad.

Por Pep Martí

Joan Guàrdia (Barcelona, 1958) es catedrático de Psicología y fue elegido rector de la Universitat de Barcelona (UB) en diciembre pasado liderando una candidatura renovadora. Buen comunicador, empático y próximo, en esta entrevista hace balance de lo que ha sido esta primera etapa, pero habla sobre todo de los proyectos de futuro, de la mirada metropolitana que tiene la UB, de la relación entre sociedad civil y sistema universitario, y de lo que deben hacer las instituciones académicas para estar más presentes en los debates públicos.

Han pasado más de seis meses desde que cogió el timón de la UB. ¿En qué se ha notado su llegada al rectorado?
En todo caso, sería nuestra llegada al rectorado. Quizás esto lo debería contestar nuestra comunidad. Pero si me pide en qué se debe notar, yo creo que hay tres cosas que son las fundamentales. La primera, ordenar más la casa. Esto de hacer zafarrancho es incómodo y no estoy diciendo que no estuviera aseada. Pero hay que ganar en orden y en organización. La segunda es cambiar las prioridades. Lo anuncié en la toma de posesión. A partir del curso 2021-22 es cuando desplegaremos todos los cambios de prioridad con unos nuevos programas de apoyo. Y la tercera, que se debería notar, es que queremos seguir trabajando para que la Universitat de Barcelona lidere claramente el sistema universitario catalán, español y europeo, el sistema de investigación, y afianzar nuestra presencia en los foros de debate y decisión sobre el futuro del país y de la ciudad. Es decir, trabajar intensamente para que la Universitat de Barcelona sea un punto de referencia permanente en los acontecimientos que nos tocan.

Una cosa que afirmó durante la campaña electoral al rectorado me llamó la atención. Decía usted que quería una UB que cuidara a la gente algo mejor. ¿A que se refería?
Mire, yo tengo un oficio maravilloso, tanto que alguna vez tengo la sensación de que vivo en unas vacaciones permanentemente. Para convencerlo de lo que digo, piense que trabajamos en un lugar donde nos pagan para crear, para generar iniciativas, para modificar el entorno, para ser útil, para dar soluciones a las grandes preguntas, para poner el saber al servicio de la comunidad. Además, en mi caso, como docente, la ley te protege para hacer esto, con libertad de cátedra. Socialmente, se ha decidido que se hace confianza a unas personas para que creen, para que respondan a las preguntas y encuentren soluciones. Encima, lo acabas redondeando porque tenemos el gran placer de poder enseñar. Por lo tanto, la combinación es perfecta. ¿Cuál es el problema? El problema es que nosotros somos una universidad muy grande, en la cual a veces el tamaño nos dificulta la sensibilidad por el detalle. Porque las instituciones tan grandes las acostumbramos a gestionar desde el gran volúmen y, a veces, hay gotas de agua que se escapan. El tamaño no debe ser una dificultad para atender las necesidades que tiene la gente. Nos falta ganar espacio en conciliación de vida profesional y personal, nos falta ganar más reconocimiento en cuanto a la igualdad de género, nos falta ganar terreno en la mejora de las condiciones laborales, en el hecho que en algunos lugares las infraestructuras son incómodas para trabajar. A esto me refería. Como resultado de esto, nos debemos preocupar por la carrera profesional de la gente. Velar por la gente quiere decir reconocer las legítimas aspiraciones que tienen las personas para progresar en la vida. Y entenderlas como reivindicaciones legítimas, no como un conflicto.

Mencionaba antes la necesidad de reforzar el liderazgo de la UB. ¿Cuáles serían los objetivos para consolidarlo?
Hay dos ideas. La primera: el buque insignia del sistema universitario y de investigación del país no se puede quedar ajeno de ninguna forma a los movimientos importantes que el futuro nos pide en el ámbito de la innovación, la investigación, la transparencia, la cultura o el arte. La UB debe estar presente. No hay que estar presente porque si, sino porque llevamos más de 550 años demostrando que generamos talento. No somos los únicos, solo faltaría, pero sí que somos un actor esencial en esta historia. En segundo lugar, porque los próximos años tendremos la oportunidad de relanzar, como país, como sociedad, como ciudad, un puñado de proyectos que al amparo de esta idea de la resiliencia y de la recuperación económica, obligan a no equivocarse. Y cuál es la mejor garantía de una sociedad para tomar decisiones y no equivocarse? La respuesta es muy simple: escuchar la ciencia.

Las universidades han sufrido los efectos de la crisis. ¿La Covid ha empeorado todavía más la situación de la UB?
Dificultar quizás no es la palabra. No querría banalizar lo que ha pasado, pero más allá del sufrimiento y el dolor que ha generado, que ha sido enorme, nosotros queremos pensar en la pandemia como una oportunidad más que no como una dificultad. ¿Qué ha pasado? Simple y llanamente: cosas que hacíamos las hemos dejado de hacer, y no ha pasado nada, cosas que no hacíamos las hemos empezado a hacer y han funcionado, nos han descargado de mil cosas, y hemos hecho un salto conceptual que, sin la pandemia, no hubiéramos hecho.

Pónganos un ejemplo de esto que dice.
La reducción de burocracia, una reducción drástica de los procesos internos en la toma de decisiones, una reconsideración inmediata de todos los procesos de relación y de contacto social y laboral, una nueva manera de trabajar, con el teletrabajo. Pero, encima, a la UB se le da una oportunidad para revisar su propio modelo de funcionamiento y de impartir docencia. No estoy diciendo que dejamos de ser presenciales, eh, esto nunca. Somos lo que somos y es lo que queremos ser. Pero sería absurdo pensar que tras la pandemia no ha pasado nada.

La UB forma parte del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB), que quiere culminar en un «Compromiso Metropolitano 2030». ¿Cómo está funcionando el Plan?
En el tiempo que llevamos en el gobierno de la universidad, nos hemos reunido un par a veces. Han tenido la amabilidad de visitarnos y hemos trabajado. Le mencionaré dos cosas. Aquí sí que la pandemia ha podido tener un impacto negativo y, probablemente, como estructura vamos demasiado lentos. Porque es urgente alinear las administraciones, los conocimientos y los objetivos estratégicos, tanto económicos como culturales y sociales. Y el segundo comentario que haría es que pedimos que hubiera un mecanismo mucho más transversal de información y de difusión. Es decir, por ahora el Plan tiene un cariz demasiado cerrado, demasiado en clave de las instituciones que participan. Y estas cosas funcionan mejor en la medida que se socializan, se transversalitzen y se convierten en un movimiento social colectivo. Es extraordinariamente importando que el Plan Estratégico Metropolitano pueda salir bien. Y nosotros estaremos con toda la capacidad que podamos.


Y en este debate metropolitano, ¿hay alguna idea central que quiera aportar la UB?
Mire, como he explicado varias veces y he hecho en la Casa Grande, si dibujamos en el mapa de Barcelona las sedes de las instalaciones emblemáticas en materia de innovación e investigación, descubrimos que hemos construido entre todos juntos una anillo que rodea Barcelona, que integra desde el Barcelona Supercomputing Center hasta el sincrotrón, hasta la gente de Bellvitge por el sur, el Vall de Hebrón por el norte, desde el Hospital Clínic en medio de la ciudad, pasando por lo que será el Mercado del Pez a la parte marítima… Es decir, cuando nos ponemos ante el mapa y dibujamos el cuadrado que es la ciudad, vemos hasta donde llega el sistema de investigación e innovación. Y el sistema se ha desplegado como una telaraña en la que, si quieres, puedes poner en el centro al Clínic, pero si seguimos las rondas, el territorio está lleno de instalaciones científicas de primer nivel mundial. El Plan Estratégico Metropolitano debe basarse fundamentalmente en reconocer esta red como un elemento no solo de calidad, sino de futuro, porque el diseño sistémicamente es perfecto.

¿Está bien encarado el Plan?
Está bien encarado, pero esta realidad es todavía desconocida. Si ahora explicáramos a nuestros conciudadanos que hay una cosa que es el sincrotrón, o el Barcelona Supercomputing Center, o el Parque Científico de Barcelona, probablemente veríamos que se conoce muy poco. Insisto: geográficamente, las cosas tienen una lectura. Hay una estructura radial y las universidades estamos perfectamente coordinadas en estos temas. Nosotros ya somos una institución vinculada al territorio, con lo que implica de complejidad de gestión, trabajo y financiación, pero más allá de esto, tenemos que hablar en términos sistémicos. La UB tiene que liderar muchas cosas, pero también debe estar muy comprometida con el resto del sistema que este salto lo debemos hacer plegados.

¿Cómo funciona el vínculo entre la UB y el tejido empresarial? ¿Está satisfecho?
Nos queda camino por recorrer. No es tan cierto, como a veces se dice, que las universidades vivan  lejos del tejido empresarial. En nuestro caso, la Fundación Bosch Gimpera lleva muchos años trabajando con infinidad de empresas. Tenemos convenios a destajo, proyectos compartidos, hemos multiplicado el número de cátedras financiadas por instituciones privadas que se vinculan a proyectos de investigación. Es decir, no es tan cierto este tipo de mantra que dice que la universidad y el tejido empresarial están alejados. Lo que es cierto es que hay mucho de espacio de mejora. Este vínculo por ahora se da mucho con grandes entidades, grandes empresas, y, en cambio, se da mucho menos en tejidos empresariales menos potentes o más locales. ¿Qué nos falta? Mecenazgo y patrocinio en términos mucho más amplios, mucho más contundentes y tramados que le permita al tejido empresarial entender la universidad y la investigación como un compañero de viaje. Nos falta, por parte de la universidad, la cultura de la transferencia. Nos falta que muchos ámbitos de la ciencia tengamos la capacidad de que, cuando avanzamos en el conocimiento, este adelanto se traduzca y sea factible de una manera coherente en una mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía. Esto, desde la universidad, nos cuesta. Al sector empresarial a veces le cuesta vernos como un compañero de viaje y en el mundo universitario a veces nos cuesta  ver que, al final, la ciencia tiene como objetivo que la gente viva mejor, sea más feliz y lo sea en una sociedad más justa y con más seguridad. Este es el espacio que nos toca recorrer. Por lo tanto, ley de mecenazgo, ley de patrocinio, interrelacionarnos algo más. Por ejemplo, ha funcionado muy bien el tema de los doctorados industriales.

«Es extraordinariamente importante que el Plan Estratégico Metropolitano pueda salir bien, y nosotros estaremos con toda la capacidad que podamos

 

 

¿Qué son exactamente?
Son doctorados que se hacen la mitad en casa y la mitad en una entidad. Esto nos está ayudando mucho a que la gente joven vea que se puede hacer la tesis en la Bayer, en la Volkswgen, en la Caixa o en cualquier entidad en la cual hay intereses compartidos. Esto está ayudando mucho. Primero porque los doctores y doctoras ya tienen un conocimiento del funcionamiento del tejido empresarial real, no son académicos puros. Y al mismo tiempo, las instituciones, tanto las públicas como las privadas, aprenden que la universidad es una fuente de conocimiento útil, aplicable. En los doctorados industriales tenemos el apoyo de la Generalitat, los doctorandos tienen un sueldo mientras están haciendo la tesis. Es un modelo francamente de éxito.

La Asociación Catalana de Entidades de Investigación (ACERO) pidió a la Generalitat, el marzo pasado, poner la investigación y la innovación en el centro de la acción de gobierno. ¿Cree que esta prioridad está encarrilada?
Esta prioridad está en la autopista donde se debía haber puesto. Tenemos una conselleria, la consejera está decidida y con ella los rectores estamos muy esperanzados. Tiene un discurso en estos aspectos de la investigación que es claro y contundente. Pero apenas empezamos. Tenemos el coche en el lugar, pero ahora se trata de ver de dónde sacamos el combustible y los seguros, y cómo buscamos los conductores de menos de 35 años que permitan que los que ahora conducimos tengamos un relevo para conducir el coche en mejores condiciones. Ya me perdonarás el símil que he hecho.
 


¿Ve voluntad política?
Digamos que en estos momentos divisamos un compromiso en este sentido y ganas de ir por aquí.

Se mostró crítico, durante la campaña electoral a la UB, con la paralización del Campus de las Artes, en el 22@. ¿Cómo se encuentra ahora el proyecto?
Ya hemos tenido una primera reunión con todas las entidades que participan en el proyecto del Campus de las Artes. Estos días concretaré con la consejera la fecha para firmar el acuerdo entre todas estas entidades, que son veintitrés. Son instituciones de todo Cataluña, con todo el sistema universitario detrás. Nuestra intención es que lo antes posible lanzaremos el primer concurso de ideas sobre el proyecto, el contenido y cómo se debe enfocar. Estamos muy ilusionados con poner en marcha este proyecto. La mejor manera para que las instituciones se comprometan y aseguren la financiación es que vean que un proyecto de estas características no es solo un deseo sino de hechos, ideas y voluntades compartidas. Está todo el mundo, todas las instituciones relacionadas con la cultura, el arte, las humanidades, están en este proyecto. Están desde EINA, la ESMUC, el Liceo, Taller de Músics en la Facultad de Bellas artes.

¿Le convence tal como se ha ido definiendo el proyecto?
Lo que no se ha hecho es el paso adelante de la voluntad política. Este es un campus estratégico para la ciudad, es una apuesta de sistema, compartida por el resto de entidades de docencia e investigación catalanas. Se debe hacer. No hay opción.

¿Cree que la sociedad, en general, es bastante consciente del papel central que tienen las universidades y el impacto que tiene sobre las vidas de la gente?
Creo que las universidades nos explicamos poco. No sé si muy bien, pero poco. En primer lugar, porque quienes nos tendríamos que explicar, que son los profesores e investigadores, nos extendemos demasiado y a veces se nos va el mensaje. Queremos matizar demasiadas cosas. La ciencia vive de los matices y los medios de comunicación vivís de los titulares. Por eso es importante el papel de los medios porque cualquier ventana que podamos utilizar para explicar a nuestros conciudadanas cómo nos ganamos el sueldo es positivo. Muchas veces todavía ahora debemos explicar cosas que hacemos desde hace más de 550 años.

¿Qué es lo que falta, entonces, o que no hacen suficiente?
Abrir la ventana. Lo que no hacemos suficiente es explicar las cosas de una forma plana. Hay un punto aquí en el que debemos poner la ciencia  más al alcance del ciudadano. Somos nosotros los que no hacemos suficiente. Debemos buscar maneras de hablar más con vosotros, que nos conozcáis más, que divulgemos más, que estemos más presentes en los grandes debates, porque la ciencia tiene una cosa que es muy pesada, que es que tiene respuesta a algunas preguntas. Es un criterio de garantía. Pero esto lo debemos hacer no desde la arrogancia, sino desde la prestación de servicio. Debemos buscar maneras para que los grandes proyectos de la casa los explicamos bien.

Pasamos a un tema completamente diferente. ¿Tiene un criterio definido sobre la ampliación del Prat?
No nos hemos definido porque no somos una de las instituciones llamadas a este debate. Pero le haré alguna reflexión. Para nosotros, cualquier iniciativa que vaya en la línea de poner Barcelona todavía más en el mapa internacional y de las conexiones lo vemos positivamente. Nosotros, en lo que podemos colaborar es aportar el debate que se hace desde la ciencia: la necesidad de un crecimiento sostenido que ponga nuestra ciudad en el punto de referencia de los movimientos europeos de todo tipos y al mismo tiempo hacerlo compatible con un crecimiento sostenible, razonable, y que no ponga en riesgo la conservación de las mejores condiciones de calidad de vida. Nosotros con esta pregunta podemos aportar alguna respuesta porque tenemos los científicos y científicas que las pueden dar. La apuesta para hacer de Barcelona todavía más un punto de referencia a nivel internacional debe venir acompañada de una hoja de ruta para no poner en peligro los criterios de sostenibilidad.

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