ALGUNOS DE LOS INTERROGANTES DE LA METROPÓLIS POSTPANDEMIA

Resumimos cuatro artículos de Xavier Marcé, Mariona Tomàs, Luciano Homs i Miquel Molina, y Eduard Martín sobre temas tan diversos como por ejemplo el turismo postpandemia o la implantación del 5G.

¿Cuáles son los retos de la Barcelona Metropolitana postpandemia? ¿Cómo se debe abordar la cuestión del turismo, la nueva conciencia cultural o la aplicación del 5G? Os ofrecemos un resumen de los artículos que han elaborado cinco expertos sobre estos temas en el marco de la sección Repensar la Metrópolis.

Para Xavier Marcé, regidor de Nou Barris, hay que invertir la dirección promocional del turismo en Barcelona y construir las herramientas de cooperación entre organizaciones, asociaciones y empresas que se dedican a la gestión de espacios patrimoniales, acontecimientos y servicios para el visitante, con el objetivo de consolidar y estabilizar una oferta dinámica.
Resulta necesario, en primer lugar, desconsiderar el concepto de turismo como un sustrato útil a la hora de definir una política pública de gestión del visitante. El turista es por definición una persona que visita o recorre un país o un lugar por placer; por el contrario, el visitante es alguien que va a ver algo. Se trata, aparentemente de definiciones similares, pero esconden una sutil diferencia sobre la que se basa la esencia del turismo urbano. Pongámonos, pues, en otra dimensión y consideremos este fenómeno desde la perspectiva de la economía del visitante. Entonces veremos que la clave de vuelta de la gestión turística deja de ser la gestión de la demanda para pasar a ser la gestión de la oferta.
Barcelona, como tantas otras ciudades europeas, ha trabajado tradicionalmente el turismo desde la perspectiva de la demanda considerando que la justificación prioritaria de la promoción turística era la competencia eficiente con otros destinos. Ahora toca invertir esta dirección promocional poniendo en valor toda una serie de elementos que deberán contribuir a diversificar los flujos turísticos, ampliar su base territorial y multiplicar los valores relacionales entre los residentes y los visitantes. Es necesario, pues, construir las herramientas de cooperación entre organizaciones, asociaciones y empresas que se dedican a la gestión de espacios patrimoniales, acontecimientos y servicios para el visitante, con el objetivo de consolidar y estabilizar una oferta dinámica.
Abordar estas cuestiones implica aceptar que la gestión lógica del turismo urbano es esencialmente aspiracional, y por tanto administrable desde la perspectiva de la construcción de imaginarios pensados ad hoc; en lugar de una gestión pasiva basada esencialmente en la administración, más o menos racional, del patrimonio natural o cultural. Incluso la existencia de estas realidades patrimoniales es, en el caso de las grandes ciudades, manipulable (en el sentido de convertirse en el objeto potencial de subversiones que alteren su significado original). Barcelona no puede ser un destino vacacional, en la medida que su oferta patrimonial y cultural debe ser objeto de una atención prioritaria que renueve su interés por los propios residentes.
considerar el conjunto de la Barcelona metropolitana como el sujeto de una misma política del visitante se convierte en esencial. En primer lugar, desde el punto de vista del alojamiento. Dormir a veinte paradas de metro del centro de la ciudad es habitual en Nueva York, París, Berlín o Londres. En segundo lugar, porqué la capacidad para generar dinámicas icónicas que se conviertan en tendencia para el propio ciudadano y al mismo tiempo en motivo de interés para el visitante es absolutamente viable.
La comodidad de una gestión metropolitana hipermunicipalista (bien que con algunos apuntes sólidos de solidaridad territorial) no es la mejor manera de hacer frente a los cambios económicos que acompañarán la gestión postpandemia. Hoy por hoy, ir a vivir a Sant Boi es una tragedia para muchos jóvenes barceloneses y barcelonesas, mientras que a los de Sant Boi les resulta indiferente vivir en Barcelona. Las condiciones para desarrollar un gran espacio metropolitano existen, a pesar de que no siempre van en la dirección correcta.

Mariona Tomàs Fornés, Profesora agregada Serra Húnter, Departamento de Ciencia Política (UB), analiza los múltiples modelos de gobernanza metropolitana y considera que no existe ninguna fórmula única que funcione para todos, pero a grandes rasgos se pueden distinguir cuatro modelos según su grado de institucionalización. A un nivel (después de la fusión de municipios o con una designación de «ciudad metropolitana», como por ejemplo los casos de Toronto y Tokio), o a dos niveles (manteniendo los municipios pero con un nivel de coordinación metropolitana), como serían los casos de Lyon, Montreal y Portland. En el otro extremo, modelos poco institucionalizados basados en la cooperación voluntaria de municipios: ya sea a través de una mancomunidad o asociación de municipios o mediante la planificación estratégica, como es el caso de Poznan y Ámsterdam. Con un grado mediano de institucionalización, hay agencias metropolitanas sectoriales (para gestionar o planificar un solo servicio como el transporte público, medio ambiente, policía, etc.), como por ejemplo València, Bilbao y Nueva York, y finalmente el modelo de coordinación vertical, en el cual las políticas metropolitanas no se realizan para un ente específicamente metropolitano sino de facto por otros ámbitos de gobierno que ya existen (una región, una provincia, un condado, etc.). Aquí tendríamos los casos de Madrid, Copenhague y Berlín.
Uno de los problemas capitales de la gobernanza metropolitana es la financiación deficiente. Los gastos municipales per cápita suelen ser más elevadas en las regiones metropolitanas a causa de la naturaleza de los servicios (como el transporte público y la recogida de residuos). Aun así, las instituciones metropolitanas no disfrutan de autonomía fiscal. En la mayoría de los casos, su financiación proviene de una mezcla de fuentes, principalmente transferencias de otros niveles de gobierno e impuestos. Mientras que en Francia, las nuevas metrópolis tienen más incentivos financieros, en Inglaterra hay asignaciones directas del gobierno central. Por ejemplo, en Manchester, los ingresos de origen propio representan aproximadamente el 25% de los ingresos totales. El hecho de tener más ingresos de origen propio (impuestos y tasas) y la libertad sobre la recaudación de impuestos proporciona más autonomía fiscal que no depender de las transferencias intergubernamentales (Slack, 2018 ).
En general, predominan los modelos de elección indirecta, donde los alcaldes y regidores forman parte de la estructura metropolitana como representantes del municipio en que han sido elegidos (como Barcelona o en las estructuras metropolitanas italianas, portuguesas y francesas, excepto Lyon recientemente). En Europa los ejemplos de elección directa a escala metropolitana son escasos y tienen características diferentes: en algunos casos se hace la elección directa de la alcaldía (Manchester y Liverpool), en otros de la asamblea (Stuttgart, creada en 1994) o de ambas (Londres y Hannover, creadas ya hace 20 años). Como muestra Tomàs (2018), el ámbito metropolitano no destaca por una mayor participación electoral sino que se sitúa en la línea de la participación a escala municipal, que, depende del contexto (en especial en Inglaterra), es baja o moderada.
En cualquier caso, la cuestión de la legitimidad está relacionada con el poder político de las aglomeraciones urbanas. Si se opta para crear gobiernos metropolitanos fuertes con autonomía fiscal, competencias exclusivas y vinculantes, la elección directa de los representantes metropolitanos es inevitable. Contrariamente, si se privilegia la legitimidad por rendimiento o resultados, las instituciones metropolitanas seguirán siendo técnicas y opacas para la ciudadanía. La cuestión es decidir hasta qué punto se quiere otorgar un mayor reconocimiento de las regiones metropolitanas como espacios políticos.
Como conclusión, encontramos en Europa varios modelos de gobernanza metropolitana, con un incremento de nuevas instituciones metropolitanas creadas en los últimos diez años. Para hacer sentir su voz, desde el área Metropolitana de Barcelona se impulsó en 2015 la red EMA (Autoridades Metropolitanas Europeas), que reúne anualmente representantes de las principales metrópolis. Junto con otras redes internacionales, como Metropolis (Asociación Mundial de las Grandes Metrópolis), CGLU (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos) o Medcities (Red de Ciudades del Mediterráneo), las regiones metropolitanas reclaman un espacio político en el complejo escenario de gobernanza multinivel existente a Europa.

Referencias citadas:
Slack, E. (2017). «How Much Local Fiscal Autonomy Do Cities Have? A Comparison of Eight Cities around the World». IMFG Perspectives Paper 19. Toronto: University of Toronto.
Tomàs, M. (2018). Els governs metropolitans d’elecció directa. Reflexions per a l’Àrea Metropolitana de Barcelona, Revista Papers, 61: 52-59.

Llucià Homs y Miquel Molina plantean el reto de forjar una nueva conciencia cultural en el marco metropolitano. La Barcelona metropolitana que imaginamos necesita integrar en su seno una transferencia real de contenidos culturales. De dentro hacia fuera y de fuera para adentro, del centro hacia la periferia y de la periferia hacia el centro, con la voluntad de ganar dimensión al mismo tiempo que densidad. Un win-win que repercutirá en la creación de la “Grand Barcelona” cultural que imaginamos, una posibilidad que se ha planteado en el pensamiento de muchos, que pocos han intentado, y que, hasta el día de hoy, de facto, nadie se ha puesto a trabajar para hacerla realidad. Un circuito en constante movimiento de contenidos culturales y agentes de todos los sectores que construyen, con el paso de los días, una red cultural en la que los equipamientos de país (MNAC, Macba, Liceo, TNC, Libre, Mercado de las Flores etc. etc.) articulan un frondoso ecosistema cultural metropolitano que da vida a un sotobosque de pequeños y medianos equipamientos culturales que se nutren y le devuelven capacidad de crecimiento, dimensión y robustez.

«Necesitamos centros que estructuren, más allá de los barceloneses, nuevos referentes culturales. Como faros en el territorio que amplifiquen, en relación con la capital, todo el talento y la potencia que son capaces de generar.».

Un hecho vital lo encontramos en la necesidad de generar nodos de conexión entre espacios de actividad cultural metropolitanos. Necesitamos centros que estructuren, más allá de los barceloneses, nuevos referentes culturales. Como faros en el territorio que amplifiquen, en relación con la capital, todo el talento y la potencia que son capaces de generar. Pensamos en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges o en el Festival de Jazz de Terrassa. No solo Barcelona no los tiene que fagocitar, sino que se deben impulsar para que se conviertan en grandes festivales de país. En el caso de Sitges, debe ser el festival catalán de referencia, acompañado de todas las muestras especializadas (como el in-EDIT, el Docs o el REC).
Hará falta una buena dosis de generosidad por parte de los responsables políticos del Gobierno catalán y del Ayuntamiento de Barcelona para que el hecho metropolitano se pueda expandir. Generar centros es estructurar nodos de conectividad e insuflar energía creativa a una capital que a menudo no ha sabido ver más allá de sus límites territoriales. Un proyecto como el de las fábricas de creación de Barcelona solo adquiere auténtica dimensión si es capaz no tan solo de conectarse internacionalmente, sino de hacerlo a nivel metropolitano. ¿Y ésto como se consigue? Dotando las fábricas de toda la región metropolitana de recursos, contenidos y contactos que las conviertan en palancas de crecimiento comunes.
El territorio metropolitano al cual hacemos referencia va más allá del puramente físico. Es también el mental. Es el sentimiento de pertenecer en una gran capital, Barcelona, que se siente metropolitana y lo quiere ser. Como los habitantes del Greater London que tienen la plena conciencia de ser londinenses, aunque residan y trabajen cerca de Surrey. Del mismo modo que resulta necesario un cambio de conciencia sobre el hecho de sentirse europeo. De hecho, lo somos. Pero es cuando nos trasladamos a los Estados Unidos, por ejemplo, que nos sentimos plenamente europeos, con toda su carga histórica, cultural, ideológica, política… más allá de pertenecer a uno u otro estado.
Es necesaria una convicción de sentirse barcelonés más allá del municipio de la región metropolitana desde la cual nos afirmamos culturalmente. Es necesario, en definitiva, un cambio de conciencia cultural sobre el hecho metropolitano. Y, a la espera de un improbable consenso para establecer esta gobernanza supramunicipal, es imprescindible más que nunca una audacia metropolitana. Es decir, imaginar y emprender proyectos desde los ayuntamientos y desde la sociedad civil que alimenten el circuito virtuoso de talento y que favorezcan este sentimiento de pertenencia.

Eduard Martín, CIO y director de 5G de Mobile World Capital Barcelona, defiende los beneficios de las nuevas tecnologías, concretamente la futura implantación del 5G en el marco de una ciudad que siempre ha estado puntera en este aspecto. Cómo se aprecia, la tecnología 5G es un elemento más de esta progresión que acontece de manera simultánea en la red de infraestructuras de telecomunicaciones. Este tipo de tecnología se tiene que convertir en un aliado de Barcelona y su área metropolitana en su proceso de desarrollo, posicionamiento y consolidación como referente europeo. Actualmente, el territorio se encuentra ante un contexto rellenado de oportunidades para crecer en la dirección correcta. Primeramente, desde el punto de vista estratégico. Existe la posibilidad de ofrecer apoyo tecnológico para consolidar la idea mencionada previamente de área metropolitana amplia. Esto significa tener una red inteligente que permita el intercambio de servicios y experiencias entre la ciudadanía. La 5G posibilitará esta orquestación de servicios, evolucionando una zona que no perderá la identidad de sus municipios gracias a una red inteligente que posibilitará su cohesión.
En este escenario se podrán desarrollar elementos básicos de las nuevas configuraciones urbanas como una movilidad intermodal, que responda a las necesidades individualizadas de cada ciudadano y esté optimizada a través de tecnologías digitales, o el desarrollo de sectores como el del entretenimiento, el ocio, la enseñanza y, por supuesto, el apoyo sociosanitario.
La tecnología también posibilitará una gestión más eficiente del sistema de emergencias, que tiene incidencia más allá de la sanidad. En contextos de excepcionalidad derivados, por ejemplo, de inclemencias meteorológicas, la coordinación de todas las unidades que intervienen en un dispositivo de emergencias de grandes dimensiones estaría optimizada.
Cómo hemos mencionado antes, desde el punto de vista de la sostenibilidad medioambiental, Barcelona y su área metropolitana juegan con una ventaja y es que cuentan con la Sierra de Collserola, un ecosistema ideal para testar y desarrollar nueva actividad ‘rural’. El 5G permitirá mejorar la seguridad de todo el perímetro del territorio, teniendo Collserola como referencia, y naturalizar la zona y explorar nuevas oportunidades en cuanto a nuevos tipos de urbanismo y viviendas.
La tecnología 5G también tendrá incidencia en la reducción del consumo energético. El estudio ‘El valor del 5G para las ciudades y las comunidades’ elaborado por O2, proveedor de servicios de telecomunicaciones y principal marca comercial de Telefónica en el Reino Unido, señala que este tipo de tecnología permitirá en las casas ahorrar unas 450 libras anuales en facturas de energía y los ayuntamientos podrán recuperar 2.800 millones de libras en el año gracias a la introducción de iluminación inteligente y recogida de basura. Londres, número 1 del ranking ‘IESE Cities in Motion Index’, es un ejemplo en la hora de explorar futuras aplicaciones del 5G.
Si Barcelona y, por lo tanto, su área metropolitana, quiere consolidarse como una ciudad inteligente solo tiene un camino: incorporar la tecnología como parte fundamental de su actividad diaria en todos sus estamentos e intentar estar siempre al frente de la innovación, el emprendimiento y la generación de prosperidad para su ciudadanía. Es una oportunidad que no podemos dejar escapar.

¿Cuáles son los retos de la Barcelona Metropolitana postpandemia? ¿Cómo se debe abordar la cuestión del turismo, la nueva conciencia cultural o la aplicación del 5G? Os ofrecemos un resumen de los artículos que han elaborado cinco expertos sobre estos temas en el marco de la sección Repensar la Metrópolis.

Para Xavier Marcé, regidor de Nou Barris, hay que invertir la dirección promocional del turismo en Barcelona y construir las herramientas de cooperación entre organizaciones, asociaciones y empresas que se dedican a la gestión de espacios patrimoniales, acontecimientos y servicios para el visitante, con el objetivo de consolidar y estabilizar una oferta dinámica.
Resulta necesario, en primer lugar, desconsiderar el concepto de turismo como un sustrato útil a la hora de definir una política pública de gestión del visitante. El turista es por definición una persona que visita o recorre un país o un lugar por placer; por el contrario, el visitante es alguien que va a ver algo. Se trata, aparentemente de definiciones similares, pero esconden una sutil diferencia sobre la que se basa la esencia del turismo urbano. Pongámonos, pues, en otra dimensión y consideremos este fenómeno desde la perspectiva de la economía del visitante. Entonces veremos que la clave de vuelta de la gestión turística deja de ser la gestión de la demanda para pasar a ser la gestión de la oferta.
Barcelona, como tantas otras ciudades europeas, ha trabajado tradicionalmente el turismo desde la perspectiva de la demanda considerando que la justificación prioritaria de la promoción turística era la competencia eficiente con otros destinos. Ahora toca invertir esta dirección promocional poniendo en valor toda una serie de elementos que deberán contribuir a diversificar los flujos turísticos, ampliar su base territorial y multiplicar los valores relacionales entre los residentes y los visitantes. Es necesario, pues, construir las herramientas de cooperación entre organizaciones, asociaciones y empresas que se dedican a la gestión de espacios patrimoniales, acontecimientos y servicios para el visitante, con el objetivo de consolidar y estabilizar una oferta dinámica.
Abordar estas cuestiones implica aceptar que la gestión lógica del turismo urbano es esencialmente aspiracional, y por tanto administrable desde la perspectiva de la construcción de imaginarios pensados ad hoc; en lugar de una gestión pasiva basada esencialmente en la administración, más o menos racional, del patrimonio natural o cultural. Incluso la existencia de estas realidades patrimoniales es, en el caso de las grandes ciudades, manipulable (en el sentido de convertirse en el objeto potencial de subversiones que alteren su significado original). Barcelona no puede ser un destino vacacional, en la medida que su oferta patrimonial y cultural debe ser objeto de una atención prioritaria que renueve su interés por los propios residentes.
considerar el conjunto de la Barcelona metropolitana como el sujeto de una misma política del visitante se convierte en esencial. En primer lugar, desde el punto de vista del alojamiento. Dormir a veinte paradas de metro del centro de la ciudad es habitual en Nueva York, París, Berlín o Londres. En segundo lugar, porqué la capacidad para generar dinámicas icónicas que se conviertan en tendencia para el propio ciudadano y al mismo tiempo en motivo de interés para el visitante es absolutamente viable.
La comodidad de una gestión metropolitana hipermunicipalista (bien que con algunos apuntes sólidos de solidaridad territorial) no es la mejor manera de hacer frente a los cambios económicos que acompañarán la gestión postpandemia. Hoy por hoy, ir a vivir a Sant Boi es una tragedia para muchos jóvenes barceloneses y barcelonesas, mientras que a los de Sant Boi les resulta indiferente vivir en Barcelona. Las condiciones para desarrollar un gran espacio metropolitano existen, a pesar de que no siempre van en la dirección correcta.

Mariona Tomàs Fornés, Profesora agregada Serra Húnter, Departamento de Ciencia Política (UB), analiza los múltiples modelos de gobernanza metropolitana y considera que no existe ninguna fórmula única que funcione para todos, pero a grandes rasgos se pueden distinguir cuatro modelos según su grado de institucionalización. A un nivel (después de la fusión de municipios o con una designación de «ciudad metropolitana», como por ejemplo los casos de Toronto y Tokio), o a dos niveles (manteniendo los municipios pero con un nivel de coordinación metropolitana), como serían los casos de Lyon, Montreal y Portland. En el otro extremo, modelos poco institucionalizados basados en la cooperación voluntaria de municipios: ya sea a través de una mancomunidad o asociación de municipios o mediante la planificación estratégica, como es el caso de Poznan y Ámsterdam. Con un grado mediano de institucionalización, hay agencias metropolitanas sectoriales (para gestionar o planificar un solo servicio como el transporte público, medio ambiente, policía, etc.), como por ejemplo València, Bilbao y Nueva York, y finalmente el modelo de coordinación vertical, en el cual las políticas metropolitanas no se realizan para un ente específicamente metropolitano sino de facto por otros ámbitos de gobierno que ya existen (una región, una provincia, un condado, etc.). Aquí tendríamos los casos de Madrid, Copenhague y Berlín.
Uno de los problemas capitales de la gobernanza metropolitana es la financiación deficiente. Los gastos municipales per cápita suelen ser más elevadas en las regiones metropolitanas a causa de la naturaleza de los servicios (como el transporte público y la recogida de residuos). Aun así, las instituciones metropolitanas no disfrutan de autonomía fiscal. En la mayoría de los casos, su financiación proviene de una mezcla de fuentes, principalmente transferencias de otros niveles de gobierno e impuestos. Mientras que en Francia, las nuevas metrópolis tienen más incentivos financieros, en Inglaterra hay asignaciones directas del gobierno central. Por ejemplo, en Manchester, los ingresos de origen propio representan aproximadamente el 25% de los ingresos totales. El hecho de tener más ingresos de origen propio (impuestos y tasas) y la libertad sobre la recaudación de impuestos proporciona más autonomía fiscal que no depender de las transferencias intergubernamentales (Slack, 2018 ).
En general, predominan los modelos de elección indirecta, donde los alcaldes y regidores forman parte de la estructura metropolitana como representantes del municipio en que han sido elegidos (como Barcelona o en las estructuras metropolitanas italianas, portuguesas y francesas, excepto Lyon recientemente). En Europa los ejemplos de elección directa a escala metropolitana son escasos y tienen características diferentes: en algunos casos se hace la elección directa de la alcaldía (Manchester y Liverpool), en otros de la asamblea (Stuttgart, creada en 1994) o de ambas (Londres y Hannover, creadas ya hace 20 años). Como muestra Tomàs (2018), el ámbito metropolitano no destaca por una mayor participación electoral sino que se sitúa en la línea de la participación a escala municipal, que, depende del contexto (en especial en Inglaterra), es baja o moderada.
En cualquier caso, la cuestión de la legitimidad está relacionada con el poder político de las aglomeraciones urbanas. Si se opta para crear gobiernos metropolitanos fuertes con autonomía fiscal, competencias exclusivas y vinculantes, la elección directa de los representantes metropolitanos es inevitable. Contrariamente, si se privilegia la legitimidad por rendimiento o resultados, las instituciones metropolitanas seguirán siendo técnicas y opacas para la ciudadanía. La cuestión es decidir hasta qué punto se quiere otorgar un mayor reconocimiento de las regiones metropolitanas como espacios políticos.
Como conclusión, encontramos en Europa varios modelos de gobernanza metropolitana, con un incremento de nuevas instituciones metropolitanas creadas en los últimos diez años. Para hacer sentir su voz, desde el área Metropolitana de Barcelona se impulsó en 2015 la red EMA (Autoridades Metropolitanas Europeas), que reúne anualmente representantes de las principales metrópolis. Junto con otras redes internacionales, como Metropolis (Asociación Mundial de las Grandes Metrópolis), CGLU (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos) o Medcities (Red de Ciudades del Mediterráneo), las regiones metropolitanas reclaman un espacio político en el complejo escenario de gobernanza multinivel existente a Europa.

Referencias citadas:
Slack, E. (2017). «How Much Local Fiscal Autonomy Do Cities Have? A Comparison of Eight Cities around the World». IMFG Perspectives Paper 19. Toronto: University of Toronto.
Tomàs, M. (2018). Els governs metropolitans d’elecció directa. Reflexions per a l’Àrea Metropolitana de Barcelona, Revista Papers, 61: 52-59.

Llucià Homs y Miquel Molina plantean el reto de forjar una nueva conciencia cultural en el marco metropolitano. La Barcelona metropolitana que imaginamos necesita integrar en su seno una transferencia real de contenidos culturales. De dentro hacia fuera y de fuera para adentro, del centro hacia la periferia y de la periferia hacia el centro, con la voluntad de ganar dimensión al mismo tiempo que densidad. Un win-win que repercutirá en la creación de la “Grand Barcelona” cultural que imaginamos, una posibilidad que se ha planteado en el pensamiento de muchos, que pocos han intentado, y que, hasta el día de hoy, de facto, nadie se ha puesto a trabajar para hacerla realidad. Un circuito en constante movimiento de contenidos culturales y agentes de todos los sectores que construyen, con el paso de los días, una red cultural en la que los equipamientos de país (MNAC, Macba, Liceo, TNC, Libre, Mercado de las Flores etc. etc.) articulan un frondoso ecosistema cultural metropolitano que da vida a un sotobosque de pequeños y medianos equipamientos culturales que se nutren y le devuelven capacidad de crecimiento, dimensión y robustez.

“Necesitamos centros que estructuren, más allá de los barceloneses, nuevos referentes culturales. Como faros en el territorio que amplifiquen, en relación con la capital, todo el talento y la potencia que son capaces de generar.”

 

 

 

Un hecho vital lo encontramos en la necesidad de generar nodos de conexión entre espacios de actividad cultural metropolitanos. Necesitamos centros que estructuren, más allá de los barceloneses, nuevos referentes culturales. Como faros en el territorio que amplifiquen, en relación con la capital, todo el talento y la potencia que son capaces de generar. Pensamos en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges o en el Festival de Jazz de Terrassa. No solo Barcelona no los tiene que fagocitar, sino que se deben impulsar para que se conviertan en grandes festivales de país. En el caso de Sitges, debe ser el festival catalán de referencia, acompañado de todas las muestras especializadas (como el in-EDIT, el Docs o el REC).
Hará falta una buena dosis de generosidad por parte de los responsables políticos del Gobierno catalán y del Ayuntamiento de Barcelona para que el hecho metropolitano se pueda expandir. Generar centros es estructurar nodos de conectividad e insuflar energía creativa a una capital que a menudo no ha sabido ver más allá de sus límites territoriales. Un proyecto como el de las fábricas de creación de Barcelona solo adquiere auténtica dimensión si es capaz no tan solo de conectarse internacionalmente, sino de hacerlo a nivel metropolitano. ¿Y ésto como se consigue? Dotando las fábricas de toda la región metropolitana de recursos, contenidos y contactos que las conviertan en palancas de crecimiento comunes.
El territorio metropolitano al cual hacemos referencia va más allá del puramente físico. Es también el mental. Es el sentimiento de pertenecer en una gran capital, Barcelona, que se siente metropolitana y lo quiere ser. Como los habitantes del Greater London que tienen la plena conciencia de ser londinenses, aunque residan y trabajen cerca de Surrey. Del mismo modo que resulta necesario un cambio de conciencia sobre el hecho de sentirse europeo. De hecho, lo somos. Pero es cuando nos trasladamos a los Estados Unidos, por ejemplo, que nos sentimos plenamente europeos, con toda su carga histórica, cultural, ideológica, política… más allá de pertenecer a uno u otro estado.
Es necesaria una convicción de sentirse barcelonés más allá del municipio de la región metropolitana desde la cual nos afirmamos culturalmente. Es necesario, en definitiva, un cambio de conciencia cultural sobre el hecho metropolitano. Y, a la espera de un improbable consenso para establecer esta gobernanza supramunicipal, es imprescindible más que nunca una audacia metropolitana. Es decir, imaginar y emprender proyectos desde los ayuntamientos y desde la sociedad civil que alimenten el circuito virtuoso de talento y que favorezcan este sentimiento de pertenencia.

Eduard Martín, CIO y director de 5G de Mobile World Capital Barcelona, defiende los beneficios de las nuevas tecnologías, concretamente la futura implantación del 5G en el marco de una ciudad que siempre ha estado puntera en este aspecto. Cómo se aprecia, la tecnología 5G es un elemento más de esta progresión que acontece de manera simultánea en la red de infraestructuras de telecomunicaciones. Este tipo de tecnología se tiene que convertir en un aliado de Barcelona y su área metropolitana en su proceso de desarrollo, posicionamiento y consolidación como referente europeo. Actualmente, el territorio se encuentra ante un contexto rellenado de oportunidades para crecer en la dirección correcta. Primeramente, desde el punto de vista estratégico. Existe la posibilidad de ofrecer apoyo tecnológico para consolidar la idea mencionada previamente de área metropolitana amplia. Esto significa tener una red inteligente que permita el intercambio de servicios y experiencias entre la ciudadanía. La 5G posibilitará esta orquestación de servicios, evolucionando una zona que no perderá la identidad de sus municipios gracias a una red inteligente que posibilitará su cohesión.
En este escenario se podrán desarrollar elementos básicos de las nuevas configuraciones urbanas como una movilidad intermodal, que responda a las necesidades individualizadas de cada ciudadano y esté optimizada a través de tecnologías digitales, o el desarrollo de sectores como el del entretenimiento, el ocio, la enseñanza y, por supuesto, el apoyo sociosanitario.
La tecnología también posibilitará una gestión más eficiente del sistema de emergencias, que tiene incidencia más allá de la sanidad. En contextos de excepcionalidad derivados, por ejemplo, de inclemencias meteorológicas, la coordinación de todas las unidades que intervienen en un dispositivo de emergencias de grandes dimensiones estaría optimizada.
Cómo hemos mencionado antes, desde el punto de vista de la sostenibilidad medioambiental, Barcelona y su área metropolitana juegan con una ventaja y es que cuentan con la Sierra de Collserola, un ecosistema ideal para testar y desarrollar nueva actividad ‘rural’. El 5G permitirá mejorar la seguridad de todo el perímetro del territorio, teniendo Collserola como referencia, y naturalizar la zona y explorar nuevas oportunidades en cuanto a nuevos tipos de urbanismo y viviendas.
La tecnología 5G también tendrá incidencia en la reducción del consumo energético. El estudio ‘El valor del 5G para las ciudades y las comunidades’ elaborado por O2, proveedor de servicios de telecomunicaciones y principal marca comercial de Telefónica en el Reino Unido, señala que este tipo de tecnología permitirá en las casas ahorrar unas 450 libras anuales en facturas de energía y los ayuntamientos podrán recuperar 2.800 millones de libras en el año gracias a la introducción de iluminación inteligente y recogida de basura. Londres, número 1 del ranking ‘IESE Cities in Motion Index’, es un ejemplo en la hora de explorar futuras aplicaciones del 5G.
Si Barcelona y, por lo tanto, su área metropolitana, quiere consolidarse como una ciudad inteligente solo tiene un camino: incorporar la tecnología como parte fundamental de su actividad diaria en todos sus estamentos e intentar estar siempre al frente de la innovación, el emprendimiento y la generación de prosperidad para su ciudadanía. Es una oportunidad que no podemos dejar escapar.

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