LA VIVIENDA Y EL ÁREA METROPOLITANA

Héctor Santcovsky analiza la crisis de la vivienda y desarrolla cinco consideraciones a tener presentes a la hora de abordar el problema

por Héctor Santcovsky, sociólogo y politólogo

En el caso de la vivienda hay que aplicar la máxima: más ideas y menos ideología. Es necesario pasar del relato de las carencias a la oportunidad de nuevas políticas, un cambio de escala imprescindible para una política proactiva.

Es observable que en todo el mundo la vivienda se ha vuelto el tema central de la agenda pública. En todas partes se habla de este tema, desde China a San Francisco, desde Estocolmo a Ciudad del Cabo. Casi todas las grandes metrópolis manifiestan verdaderas problemáticas para poder resolver el problema que se presenta.

Las causas son diversas, que se comprenden entre varios factores, ya sea el crecimiento de la población, la desertización del medio rural hacia las grandes ciudades, el aumento del precio del suelo (a raíz de la tirantez del mercado por la presión inmobiliaria) y el bajo nivel económico y capacidad inversora de la ciudadanía más necesitada de soluciones en este ámbito (jóvenes, gente vulnerable) en el momento actual. Esta combinación de factores condiciona de manera preponderante la evolución del sector de la vivienda y debe ser el referente principal para entender las causas e intentar abordar las actuaciones necesarias.

”La escala de aproximación al problema de la vivienda debe ser metropolitana, pero a nivel regional.”

Es muy importante entender que hacen falta soluciones estructurales al problema que pasan por actuaciones vinculadas al suelo y su disposición – y también el precio – como a las políticas de promoción directa e indirectamente de fomento de la vivienda de compra y de alquiler – social – que requeriría un apoyo desde los presupuestos públicos parecidos a países donde las contradicciones y problemáticas parecerían que están mejor resueltas, sin dejar de ser, no obstante, un problema muy grave.

En el caso de nuestra área metropolitana, si bien la vocación planificadora del PDUM – Plan de Desarrollo Urbanístico Metropolitano y del Plan Territorial de Barcelona (de ámbito de región y con nivel de jerarquía superior al PDUM) – parte de hipótesis basadas en el crecimiento demográfico y las necesidades de una movilidad regional mucho más eficaz y eficiente para extender el ámbito residencial más allá, sus propuestas no avanzan lo suficiente en la resolución del problema actual.

Una primera referencia —que no debemos menospreciar— es que, si bien Barcelona tiene un ligero crecimiento poblacional y el área metropolitana un poco más, la región ha aumentado casi un 10% en 20 años, no por crecimiento vegetativo, sino por inmigración. En cuanto a Cataluña, en 20 años ha crecido más de un 20%, una situación que ejerce una fuerte presión sobre el tema que tratamos. Por lo tanto, no podemos disociar el problema de la vivienda de la cuestión demográfica, aparte de los temas de precio de suelo, de políticas de apoyo a la construcción y rehabilitación, etc. Y aquí hay que hacer una mención especial. Es necesario tener presente que una gran parte del parque existente necesita un proceso de rehabilitación tanto por razones de descarbonización y eficiencia energética, como por el desgaste natural de materiales producto de la antigüedad del parque.

Así pues, el tema abarca muchas facetas del panorama actual y hay que pensar muy seriamente qué estrategias se deben seguir para intentar paliar algunos de los inconvenientes – graves en muchos casos – que está provocando el déficit actual de una política que permita resolver la situación de manera inminente.

Cinco podrían ser las consideraciones a tener presentes a la hora de abordar el problema:
1. La escala de aproximación debe ser metropolitana, pero a nivel regional. Esto, incluso, el PDUM lo reconoce, lo que también quiere decir que el abordaje se ha hecho desde alguna institución con capacidad de actuar en este nivel: la Generalitat o la Diputación, o incluso un consorcio, pero disolviendo los consorcios actuales.
2. Las propuestas deben ir asociadas a la planificación de la movilidad, especialmente pensando en un modelo de transporte ferroviario-metro que requeriría una fuerte inversión, pero que también ayudaría a una reducción severa de la contaminación del vehículo privado.
3. Se necesitan incentivos para la iniciativa pública y privada, y eso significa que el Estado y la Generalitat asuma fórmulas de apoyo efectivas para la financiación, originales, pensando incluso en sistemas como los créditos fiscales.
4. Hay que flexibilizar la producción de suelo urbanizable, redefiniendo cómo establecer reservas de suelo y en un modelo de planificación supra e inter municipal, compartido por todos los niveles de administración y concertado con el sector privado.
5. Se deben potenciar fórmulas de cooperación público-privada para alcanzar objetivos efectivos a la hora de promover tanto vivienda de protección como vivienda de alquiler, social o no. Se debe aceptar que no todos los ayuntamientos pueden asumir la función productora, ni siquiera sería necesaria, superando la idea equivocada de asociar la gestión urbanística a la gestión de la producción de empleo. vivienda. Aquí deben superarse las posturas extremas, que van de la desconfianza absoluta del privado, debido a sus objetivos lucrativos legítimos, a un sometimiento indiscriminado a lógicas del mercado por su supuesta eficacia. Ni tanto, ni tan poco. Hay que pensar global y estratégicamente el problema.

Finalmente, hay que pensar de otra manera el problema, cambiando el registro de cómo acercarnos de ellos, desprendernos de los prejuicios, y ver la realidad con una perspectiva bastante amplia y multifacética que permita atacar unos de los principales retos que tiene la construcción de un entorno metropolitano socialmente cohesionado.

por Héctor Santcovsky, sociólogo y politólogo

En el caso de la vivienda hay que aplicar la máxima: más ideas y menos ideología. Es necesario pasar del relato de las carencias a la oportunidad de nuevas políticas, un cambio de escala imprescindible para una política proactiva.

Es observable que en todo el mundo la vivienda se ha vuelto el tema central de la agenda pública. En todas partes se habla de este tema, desde China a San Francisco, desde Estocolmo a Ciudad del Cabo. Casi todas las grandes metrópolis manifiestan verdaderas problemáticas para poder resolver el problema que se presenta.

Las causas son diversas, que se comprenden entre varios factores, ya sea el crecimiento de la población, la desertización del medio rural hacia las grandes ciudades, el aumento del precio del suelo (a raíz de la tirantez del mercado por la presión inmobiliaria) y el bajo nivel económico y capacidad inversora de la ciudadanía más necesitada de soluciones en este ámbito (jóvenes, gente vulnerable) en el momento actual. Esta combinación de factores condiciona de manera preponderante la evolución del sector de la vivienda y debe ser el referente principal para entender las causas e intentar abordar las actuaciones necesarias.

«La escala de aproximación al problema de la vivienda debe ser metropolitana, pero a nivel regional.»

 

 

 

Es muy importante entender que hacen falta soluciones estructurales al problema que pasan por actuaciones vinculadas al suelo y su disposición – y también el precio – como a las políticas de promoción directa e indirectamente de fomento de la vivienda de compra y de alquiler – social – que requeriría un apoyo desde los presupuestos públicos parecidos a países donde las contradicciones y problemáticas parecerían que están mejor resueltas, sin dejar de ser, no obstante, un problema muy grave.

En el caso de nuestra área metropolitana, si bien la vocación planificadora del PDUM – Plan de Desarrollo Urbanístico Metropolitano y del Plan Territorial de Barcelona (de ámbito de región y con nivel de jerarquía superior al PDUM) – parte de hipótesis basadas en el crecimiento demográfico y las necesidades de una movilidad regional mucho más eficaz y eficiente para extender el ámbito residencial más allá, sus propuestas no avanzan lo suficiente en la resolución del problema actual.

Una primera referencia —que no debemos menospreciar— es que, si bien Barcelona tiene un ligero crecimiento poblacional y el área metropolitana un poco más, la región ha aumentado casi un 10% en 20 años, no por crecimiento vegetativo, sino por inmigración. En cuanto a Cataluña, en 20 años ha crecido más de un 20%, una situación que ejerce una fuerte presión sobre el tema que tratamos. Por lo tanto, no podemos disociar el problema de la vivienda de la cuestión demográfica, aparte de los temas de precio de suelo, de políticas de apoyo a la construcción y rehabilitación, etc. Y aquí hay que hacer una mención especial. Es necesario tener presente que una gran parte del parque existente necesita un proceso de rehabilitación tanto por razones de descarbonización y eficiencia energética, como por el desgaste natural de materiales producto de la antigüedad del parque.

Así pues, el tema abarca muchas facetas del panorama actual y hay que pensar muy seriamente qué estrategias se deben seguir para intentar paliar algunos de los inconvenientes – graves en muchos casos – que está provocando el déficit actual de una política que permita resolver la situación de manera inminente.

Cinco podrían ser las consideraciones a tener presentes a la hora de abordar el problema:
1. La escala de aproximación debe ser metropolitana, pero a nivel regional. Esto, incluso, el PDUM lo reconoce, lo que también quiere decir que el abordaje se ha hecho desde alguna institución con capacidad de actuar en este nivel: la Generalitat o la Diputación, o incluso un consorcio, pero disolviendo los consorcios actuales.
2. Las propuestas deben ir asociadas a la planificación de la movilidad, especialmente pensando en un modelo de transporte ferroviario-metro que requeriría una fuerte inversión, pero que también ayudaría a una reducción severa de la contaminación del vehículo privado.
3. Se necesitan incentivos para la iniciativa pública y privada, y eso significa que el Estado y la Generalitat asuma fórmulas de apoyo efectivas para la financiación, originales, pensando incluso en sistemas como los créditos fiscales.
4. Hay que flexibilizar la producción de suelo urbanizable, redefiniendo cómo establecer reservas de suelo y en un modelo de planificación supra e inter municipal, compartido por todos los niveles de administración y concertado con el sector privado.
5. Se deben potenciar fórmulas de cooperación público-privada para alcanzar objetivos efectivos a la hora de promover tanto vivienda de protección como vivienda de alquiler, social o no. Se debe aceptar que no todos los ayuntamientos pueden asumir la función productora, ni siquiera sería necesaria, superando la idea equivocada de asociar la gestión urbanística a la gestión de la producción de empleo. vivienda. Aquí deben superarse las posturas extremas, que van de la desconfianza absoluta del privado, debido a sus objetivos lucrativos legítimos, a un sometimiento indiscriminado a lógicas del mercado por su supuesta eficacia. Ni tanto, ni tan poco. Hay que pensar global y estratégicamente el problema.

Finalmente, hay que pensar de otra manera el problema, cambiando el registro de cómo acercarnos de ellos, desprendernos de los prejuicios, y ver la realidad con una perspectiva bastante amplia y multifacética que permita atacar unos de los principales retos que tiene la construcción de un entorno metropolitano socialmente cohesionado.

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