MARIONA TOMÀS: «BARCELONA ES LA PRIMERA INTERESADA EN ENCONTRAR MÉTODOS EFICIENTES DE GOBERNANZA»

La clave de la eficiencia metropolitana se encuentra en un principio clásico del urbanismo: la mezcla de usos, ciudades que combinen todo tipo de actividad, de gente, de orígenes, de condiciones económicas y con unas estructuras de gobierno que faciliten los servicios y cuenten con financiación adecuada

Por Rafael Pradas.

Mariona Tomàs es profesora agregada de Ciencia Política, miembro de Grupo de Investigación en Estudios Locales (GREL) de la Universitat de Barcelona. Su investigación se centra en gobernanza metropolitana, políticas urbanas y gobierno local. Experta en las reformas metropolitanas de Montreal, ha sido galardonada por la Gobernadora General de Canadá y el Parlamento del Quebec. El 2017 publicó un libro sobre el pensamiento metropolitano de Pasqual Maragall. Ha estudiado la participación ciudadana en el área Metropolitana de Barcelona y ahora dirige un proyecto comparativo sobre la gobernanza metropolitana en España. Es miembro del Consejo Asesor del Programa de Ciudades Globales del CIDOB y comisaria de la metrópoli multinivel del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona.

-Desde la perspectiva académica, ¿qué momento cree que vive Barcelona, ciudad, área, región…?

-Estamos en un momento interesante. En Barcelona tenemos mucha tradición de debatir sobre qué es la ciudad y qué es la metrópolis. Ya hace muchos años, de hecho desde el siglo pasado, que hablamos y digo que el momento es interesante porque costó mucho asumir la realidad metropolitana por las dificultades políticas suficientes conocidas, pero llegó un momento que todo el mundo reconoció la existencia del hecho metropolitano, ya nadie cuestiona que hay una área metropolitana que necesita herramientas para funcionar. Ahora es interesante ver cómo el debate también salta en la escala de la región metropolitana. Es decir, hemos conseguido tener el área metropolitana pero ya se ha hecho pequeña en el día a día de sus habitantes… Y, por tanto, estamos haciendo el proceso de pensar más allá, de salir de Barcelona, intentando abordar el debate a escala de la región metropolitana. Me parece muy interesante el salto que ha hecho el Plan Estratégico: de la ciudad al área metropolitana y ahora a escala de región metropolitana para intentar debatir qué hay que hacer con estos cinco millones de habitantes que tienen unas interrelaciones y unas deficiencias muy claras, sin olvidar que forma parte de un todo, de un territorio de siete millones y medio de habitantes.

-Salir de Barcelona sí, pero al final es la existencia de Barcelona la que sustenta el hecho metropolitano…

-El papel de Barcelona es obvio: si ha ido creciendo y se han ido creando las ciudades a su alrededor es por la capacidad de atracción que genera, pero también es cierto que necesita del resto del territorio porque las grandes infraestructuras, los elementos que la hacen funcionar, se encuentren fuera de la ciudad. Barcelona es el inicio, pero ahora es un todo interrelacionado y esto es lo que costa mucho de ver. Hay gente que vive en determinados municipios del área con mucha calidad de vida, un nivel de renta elevado, que puede pensar que no tiene que pagar por los servicios del conjunto. Está claro que si aquella población ha tenido capacidad de atraer empresas o población de cierto nivel económico es porque forma parte del conjunto metropolitano. La capital tiene que entender que la población que va a trabajar vive en otros municipios a causa de los precios de la vivienda en Barcelona. Por lo tanto, hay este sentimiento de doble dirección. Y esto es lo que siempre ha sido más complicado de comprender. Barcelona no es un donut con el centro y la periferia solo.

-Quizás no hay conciencia metropolitana…

-Este es uno de los temas clave. En la UB hicimos una investigación centrada en los municipios del AMB, tanto sobre la institución como sobre el hecho metropolitano, el hecho de ser metropolitano y es verdad que el sentimiento de pertenencia es muy local, de barrio o de ciudad dependiendo de la medida del municipio. Se ven las cuestiones metropolitanas como meramente funcionales. No hay conciencia, pero es cierto que los hechos lo irán creando: por ejemplo, para responder a una cuestión como la vivienda se han creado los sindicatos de locatarias en diferentes municipios del área metropolitana. La dinámica de lo que afecta en Barcelona afecta Hospitalet y Cornellà, y es inevitable que al final todo esto adquiera una dimensión metropolitana. Lo mismo podríamos decir de la cuestión climática. Quizás ahora no hay conciencia pero la habrá. No hablo en términos de identidad, que sería otra cuestión. No creo que la gente se acabe sintiendo metropolitana pero habrá conciencia del espacio, del ámbito donde se producen ciertas luchas, movilizaciones, fenómenos o recursos que nos afectan.

“Se deben encontrar aquellos incentivos que hagan que los alcaldes vean que cooperar en ciertos temas es beneficioso para ellos.”

-¿Se puede uno sentir barcelonés de Cornellà…?

-Creo que hay una línea cultural interesante cómo es la Quincena de la danza metropolitana. Igual que un habitante del Hospitalet o de Sant Cugat va a Barcelona al teatro una de Barcelona puede ir a la Tecla Sala y además esta muy bien conectado en transporte público.

-¿Hay un exceso de localismo?

-Sí, aquí y por todas partes, siempre es el escollo principal. Se procura demasiado por los intereses inmediatos, locales, políticos. Pasa aquí, en Italia y en Francia, en todas partes. Se deben encontrar aquellos incentivos que hagan que los alcaldes vean que cooperar en ciertos temas les resulta beneficioso, y creo que al AMB, diez años después de su creación, en algunos temas está pasando, los alcaldes ven que algunas cuestiones se gestionan mejor si están en manos de la AMB. Está claro con el urbanismo, los residuos, los carriles bicis, la movilidad sostenible… Son temas lentos en el tiempo. Conozco muy bien el caso de Montreal: desde el 2000, cuando se creó la comunidad metropolitana, un espacio equivalente en nuestra región, hasta ahora ha habido una evolución, han visto que en ciertos temas es mejor que actúe la comunidad metropolitana, que haga la planificación a pesar de que en el principio estaban muy enrocados, porque además, allí, hubo un tema de fusiones de municipios. A lo largo de los años se ha ido renovando la clase política, aquí también se han renovado los alcaldes y la gente ve que esta cooperación es positiva, hay un tema de actitud que es fundamental. Que es lo que decíamos de la conciencia metropolitana, entender que es mejor en muchos temas cooperar y poco a poco ir aceptando el liderazgo metropolitano sin perder la identidad y la especificidad local.

-Quizás hay personas que creen que esto de la metrópolis no va con ellas…

-Probablemente hay personas que viven y trabajan a 10 minutos de casa suya y quizás no salen nunca de su municipio, pero creo que la mayoría de ciudadanos del área metropolitana y de toda la región se desplazan entre municipios para trabajar, para comprar, ir al cine, al teatro, para visitar a los amigos, por diez mil razones la gente se desplaza. Hay localismo cuando se toca el bolsillo.

-Abordemos el tema de siempre: saber si tenemos una región metropolitana demasiado grande o un país demasiado pequeño…

-Esta es una de las cuestiones que más debates políticos ha suscitado. El último fue en 2000 con el informe Roca y han pasado más de veinte años. Creo que el gobierno de la Generalitat lo tiene que entomar pero ahora mismo no parece muy interesado. És una cuestión que se tiene que abordar desde el gobierno, no puede obviar esta realidad, se tiene que dar algún tipo de respuesta, intentar repensar o al menos iniciar un diálogo, pero sea como fuere se tienen que implicar. La organización local en su territorio y las áreas metropolitanas son una competencia de las comunidades autónomas.

-La metrópolis Barcelona, de la medida que le queramos dar, ¿cómo la tendríamos que situar en el entorno España?

-En términos de institucionalización o de gobernanza Barcelona está muy avanzada, a años luz del resto. Si se mira al resto de Europa, Italia, Francia, Reino Unido, se verá que el tema de las metrópolis nunca ha estado en la agenda política española. Es un tema que ni está ni se lo espera, a pesar de que el Ministerio de Transportes y Movilidad ha incorporado la agenda urbana.

-Pero los municipios españoles se mueven…

-Estoy dirigiendo un proyecto y se ve claramente que Barcelona es el caso más avanzado. Madrid es una ciudad región y no hay prácticamente debate metropolitano. Ahora en Andalucía ha empezado, especialmente en el caso de Sevilla donde se ha creado un foro metropolitano liderado por el alcalde. En la agenda urbana de Andalucía también se ha incluido la dimensión metropolitana porque además de Sevilla hay Málaga y Granada, es un territorio con varías aglomeraciones. En València también se ha retomado la discusión a pesar de que condicionada por el hecho, como le pasaba en Barcelona en los ochenta, que tiene una entidad de transporte y otra de medio ambiente, es un espacio muy fragmentado. El presidente de la comunidad Ximo Puig anunció que se haría un debate parlamentario sobre el tema metropolitano, se han elaborado varios informes y se puede decir que se empieza a hablar.

-Pero en el ámbito europeo las áreas metropolitanas institucionalizadas tampoco son masas…

– En Francia las metropole desde los años sesenta en Marsella, Lyon, Lille… Paris nunca había tenido un área institucionalizada, y tiene una desde 2016, más débil del que querían sus impulsores pero existe. Francia tiene una ley con recursos y financiación para las áreas metropolitanas. En Alemania el alcalde metropolitano de Hannover y también de Stuttgart se escoge directamente. En Polonia Katowice es la primera ciudad que ha tenido. En los últimos 10 años se ha avanzado mucho en Europa y, de hecho, desde la Unión Europea se empieza a introducir un poco la dimensión metropolitana.

-¿Es positivo escoger los alcaldes metropolitanos por elección directa?

-Tiene ventajas e inconvenientes. Una ventaja es que queda más claro el rendimiento de cuentas, de resultados. Si el alcalde que hemos escogido en las elecciones locales es el que va al consejo metropolitano, probablemente nunca hable de temas metropolitanos; esto es lo que suele pasar aquí. A nivel de campaña, de programa, de rendimiento de cuentas es obvio que con la elección directa se mejora mucho, pero se tiene que ver su viabilidad en cada uno de los territorios. En nuestro caso tenemos un alcalde para los 1.600.000 habitantes de Barcelona, pero un alcalde para 3,2 millones de su área metropolitana no tendría sentido y tampoco tener para los 5 millones de personas de la región, porque la ensambladura en nuestro sistema concreto se haría muy difícil. En otros lugares sí funciona: en Manchester tienen alcalde metropolitano porque se trata de diez municipios de medidas parecidas y este alcalde, como Liverpool, tiene el liderazgo.

-¿Qué papel juega Barcelona en este entorno europeo?

-Barcelona continúa teniendo buena reputación, se ha sabido vender muy bien y hace cosas interesantes en terrenos como las nuevas tecnologías, la ciudad digital. Será interesante ver si sabe reorientarse después de la pandemia, todavía no sabemos si vuelve el turismo como siempre y seguirá siendo ciudad turística o conseguirá equilibrar su actividad. Creo que se encuentra en el cruce de saber hacia dónde va, que quiere ser…

-¿Y las metrópolis americanas cómo funcionan ?

-ES mucho cada uno por su cuenta, por la competencia entre municipios de la misma área. Hay un solo gobierno metropolitano establecido como tal, el de Portland, y también hay otras ciudades que cooperan, pero en general lo que encontramos es el modelo de Atlanta, de Boston, de Nueva York o Los Ángeles que su ciudades hiperfragmentades, en las que cada ayuntamiento tiene sus políticas, y además hay una gran competición para atraer población y empresas, y todo esto favorece los guetos y las desigualdades.

-¿Que tendría que hacer una metrópolis para ser eficiente, para funcionar y ser medianamente justa?

-Quizás la clave está en un principio clásico del urbanismo que es la mezcla de usos, intentar tener ciudades que combinen todo tipo de actividad, de gente, de orígenes, de condiciones económicas y con unas estructuras de gobierno que faciliten los servicios y contar con una financiación adecuada.

-Pero los ayuntamientos están muy mal financiados…

-Cuando miramos el reparto del gasto público que se ha hecho desde la transición vemos que los ayuntamientos se han quedado prácticamente igual. Desde la Federación Española de Municipios y Provincias llevan años reclamando una segunda descentralización y más recursos, sobre todo porque los ayuntamientos tienen que abordar temas que no son obligatorios pero que prestan. En primer lugar donde va el ciudadano es el ayuntamiento, es difícil decirle que es competencia deuno o de otro. Quiere saber que pasa con la guardería de su hijo o con la salud. Ahora en muchos ayuntamientos se hacen presupuestos participativos, mediante los cuales la población hace propuestas de proyectos de mejora. ¿Qué quiere la gente? Educación, salud, y un buen uso de los espacios públicos. El problema es que los ayuntamientos no pueden construir las escuelas o financiar los hospitales o hacer frente al tema de la inmigración, la nueva población que llega. Necesitan una mejor financiación.

-¿Hacia dónde va o tiene que ir el Plan Estratégico Metropolitano? Usted está directamente implicada…

-Si, soy comisaria de la metrópolis multinivel junto con Joan Campreciós. Hay cuatro apartados “metrópolis” temáticos y dos transversales porque tocan todos los temas y uno de ellos es el multinivel que aborda los temas de gobernanza. En octubre se han iniciado debates abiertos a la ciudadanía sobre instituciones y financiación. Creo que hay que incluir el máximo de voces posibles a la hora de hablar de la metrópolis, no solo los alcaldes sino también asociaciones, entidades, empresas, etcétera para poder hacer un balance de qué tenemos ahora, qué consorcios, mancomunidades, redes existen en la región metropolitana y al final del proceso cuando acabe la idea será hacer propuestas de cómo ordenarla mejor. Para mí la base es hablar con todo el mundo y ponerse de acuerdo con el mínimo común denominador para cooperar. Los municipios cooperan, están cooperando, en cuestiones sectoriales como agua o transportes. Tenemos que ver lo que tenemos y ordenarlo, pero no crear instrumentos nuevos si los que tenemos ya funcionan.

-Ahora mismo ¿cuál sería el principal hueso a roer de la metrópolis?

-Para mí, el transporte público es clave. Si queremos dar respuesta a la emergencia climática y reducir la contaminación el transporte público es prioritario, pero todavía la mayoría de ciudades no están conectadas. Para ir en transporte público del Vallès al Baix Llobregat se tiene que pasar por Barcelona Este y la cuestión de la vivienda, la vivienda es clave, es uno de los grandes problemas que tenemos planteados y que no puede ser resuelto solo por las administraciones locales y metropolitanas, y va muy ligado a la planificación urbanística.

-¿Qué ciudad europea tiene más conciencia metropolitana, es más avanzada, tiene buena gobernanza?

-Es muy difícil de dedir. Lyon es un ejemplo de que se ha hecho elecciones directas a consejeros metropolitanos y es una metrópolis que dedica un porcentaje muy elevado de su presupuesto a temas sociales, de cohesión. Me gustan las metrópolis francesas porque tienen que integrar por ley un consejo económico y social. Londres funciona bien en el sentido que hay un liderazgo muy claro del alcalde a pesar de que también hay una asamblea metropolitana que ha asumido una experiencia que viene de los años sesenta a pesar de los intentos de Margareth Thatcher de eliminar el Greater London Council.

Creo que Barcelona es la primera interesada al encontrar métodos eficientes de gobernanza. Si se quiere resolver la contaminación o la situación de la vivienda hace falta una solución conjunta. Pasqual Maragall lo veía clarísimo en los ochenta, y no estábamos como estamos ahora, al decir que, sola, Barcelona no es. Creo que se ha ido avanzando en esta visión.

-Quizás conviene que el gobierno de la Generalitat se lo tome seriamente…

-Se tendría que avanzar. No tendríamos que entrar en un debate de competencias sino hablar de eficiencia, de cómo encontramos maneras de resolver los problemas del territorio, de equilibrarlo, de abordar los problemas de cinco millones de personas, esto no lo podemos obviar.

Por Rafael Pradas.

Mariona Tomàs es profesora agregada de Ciencia Política, miembro de Grupo de Investigación en Estudios Locales (GREL) de la Universitat de Barcelona. Su investigación se centra en gobernanza metropolitana, políticas urbanas y gobierno local. Experta en las reformas metropolitanas de Montreal, ha sido galardonada por la Gobernadora General de Canadá y el Parlamento del Quebec. El 2017 publicó un libro sobre el pensamiento metropolitano de Pasqual Maragall. Ha estudiado la participación ciudadana en el área Metropolitana de Barcelona y ahora dirige un proyecto comparativo sobre la gobernanza metropolitana en España. Es miembro del Consejo Asesor del Programa de Ciudades Globales del CIDOB y comisaria de la metrópoli multinivel del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona.

-Desde la perspectiva académica, ¿qué momento cree que vive Barcelona, ciudad, área, región…?

-Estamos en un momento interesante. En Barcelona tenemos mucha tradición de debatir sobre qué es la ciudad y qué es la metrópolis. Ya hace muchos años, de hecho desde el siglo pasado, que hablamos y digo que el momento es interesante porque costó mucho asumir la realidad metropolitana por las dificultades políticas suficientes conocidas, pero llegó un momento que todo el mundo reconoció la existencia del hecho metropolitano, ya nadie cuestiona que hay una área metropolitana que necesita herramientas para funcionar. Ahora es interesante ver cómo el debate también salta en la escala de la región metropolitana. Es decir, hemos conseguido tener el área metropolitana pero ya se ha hecho pequeña en el día a día de sus habitantes… Y, por tanto, estamos haciendo el proceso de pensar más allá, de salir de Barcelona, intentando abordar el debate a escala de la región metropolitana. Me parece muy interesante el salto que ha hecho el Plan Estratégico: de la ciudad al área metropolitana y ahora a escala de región metropolitana para intentar debatir qué hay que hacer con estos cinco millones de habitantes que tienen unas interrelaciones y unas deficiencias muy claras, sin olvidar que forma parte de un todo, de un territorio de siete millones y medio de habitantes.

-Salir de Barcelona sí, pero al final es la existencia de Barcelona la que sustenta el hecho metropolitano…

-El papel de Barcelona es obvio: si ha ido creciendo y se han ido creando las ciudades a su alrededor es por la capacidad de atracción que genera, pero también es cierto que necesita del resto del territorio porque las grandes infraestructuras, los elementos que la hacen funcionar, se encuentren fuera de la ciudad. Barcelona es el inicio, pero ahora es un todo interrelacionado y esto es lo que costa mucho de ver. Hay gente que vive en determinados municipios del área con mucha calidad de vida, un nivel de renta elevado, que puede pensar que no tiene que pagar por los servicios del conjunto. Está claro que si aquella población ha tenido capacidad de atraer empresas o población de cierto nivel económico es porque forma parte del conjunto metropolitano. La capital tiene que entender que la población que va a trabajar vive en otros municipios a causa de los precios de la vivienda en Barcelona. Por lo tanto, hay este sentimiento de doble dirección. Y esto es lo que siempre ha sido más complicado de comprender. Barcelona no es un donut con el centro y la periferia solo.

-Quizás no hay conciencia metropolitana…

-Este es uno de los temas clave. En la UB hicimos una investigación centrada en los municipios del AMB, tanto sobre la institución como sobre el hecho metropolitano, el hecho de ser metropolitano y es verdad que el sentimiento de pertenencia es muy local, de barrio o de ciudad dependiendo de la medida del municipio. Se ven las cuestiones metropolitanas como meramente funcionales. No hay conciencia, pero es cierto que los hechos lo irán creando: por ejemplo, para responder a una cuestión como la vivienda se han creado los sindicatos de locatarias en diferentes municipios del área metropolitana. La dinámica de lo que afecta en Barcelona afecta Hospitalet y Cornellà, y es inevitable que al final todo esto adquiera una dimensión metropolitana. Lo mismo podríamos decir de la cuestión climática. Quizás ahora no hay conciencia pero la habrá. No hablo en términos de identidad, que sería otra cuestión. No creo que la gente se acabe sintiendo metropolitana pero habrá conciencia del espacio, del ámbito donde se producen ciertas luchas, movilizaciones, fenómenos o recursos que nos afectan.

“Se deben encontrar aquellos incentivos que hagan que los alcaldes vean que cooperar en ciertos temas es beneficioso para ellos.”

 

 

-¿Se puede uno sentir barcelonés de Cornellà…?

-Creo que hay una línea cultural interesante cómo es la Quincena de la danza metropolitana. Igual que un habitante del Hospitalet o de Sant Cugat va a Barcelona al teatro una de Barcelona puede ir a la Tecla Sala y además esta muy bien conectado en transporte público.

-¿Hay un exceso de localismo?

-Sí, aquí y por todas partes, siempre es el escollo principal. Se procura demasiado por los intereses inmediatos, locales, políticos. Pasa aquí, en Italia y en Francia, en todas partes. Se deben encontrar aquellos incentivos que hagan que los alcaldes vean que cooperar en ciertos temas les resulta beneficioso, y creo que al AMB, diez años después de su creación, en algunos temas está pasando, los alcaldes ven que algunas cuestiones se gestionan mejor si están en manos de la AMB. Está claro con el urbanismo, los residuos, los carriles bicis, la movilidad sostenible… Son temas lentos en el tiempo. Conozco muy bien el caso de Montreal: desde el 2000, cuando se creó la comunidad metropolitana, un espacio equivalente en nuestra región, hasta ahora ha habido una evolución, han visto que en ciertos temas es mejor que actúe la comunidad metropolitana, que haga la planificación a pesar de que en el principio estaban muy enrocados, porque además, allí, hubo un tema de fusiones de municipios. A lo largo de los años se ha ido renovando la clase política, aquí también se han renovado los alcaldes y la gente ve que esta cooperación es positiva, hay un tema de actitud que es fundamental. Que es lo que decíamos de la conciencia metropolitana, entender que es mejor en muchos temas cooperar y poco a poco ir aceptando el liderazgo metropolitano sin perder la identidad y la especificidad local.

-Quizás hay personas que creen que esto de la metrópolis no va con ellas…

-Probablemente hay personas que viven y trabajan a 10 minutos de casa suya y quizás no salen nunca de su municipio, pero creo que la mayoría de ciudadanos del área metropolitana y de toda la región se desplazan entre municipios para trabajar, para comprar, ir al cine, al teatro, para visitar a los amigos, por diez mil razones la gente se desplaza. Hay localismo cuando se toca el bolsillo.

-Abordemos el tema de siempre: saber si tenemos una región metropolitana demasiado grande o un país demasiado pequeño…

-Esta es una de las cuestiones que más debates políticos ha suscitado. El último fue en 2000 con el informe Roca y han pasado más de veinte años. Creo que el gobierno de la Generalitat lo tiene que entomar pero ahora mismo no parece muy interesado. És una cuestión que se tiene que abordar desde el gobierno, no puede obviar esta realidad, se tiene que dar algún tipo de respuesta, intentar repensar o al menos iniciar un diálogo, pero sea como fuere se tienen que implicar. La organización local en su territorio y las áreas metropolitanas son una competencia de las comunidades autónomas.

-La metrópolis Barcelona, de la medida que le queramos dar, ¿cómo la tendríamos que situar en el entorno España?

-En términos de institucionalización o de gobernanza Barcelona está muy avanzada, a años luz del resto. Si se mira al resto de Europa, Italia, Francia, Reino Unido, se verá que el tema de las metrópolis nunca ha estado en la agenda política española. Es un tema que ni está ni se lo espera, a pesar de que el Ministerio de Transportes y Movilidad ha incorporado la agenda urbana.

-Pero los municipios españoles se mueven…

-Estoy dirigiendo un proyecto y se ve claramente que Barcelona es el caso más avanzado. Madrid es una ciudad región y no hay prácticamente debate metropolitano. Ahora en Andalucía ha empezado, especialmente en el caso de Sevilla donde se ha creado un foro metropolitano liderado por el alcalde. En la agenda urbana de Andalucía también se ha incluido la dimensión metropolitana porque además de Sevilla hay Málaga y Granada, es un territorio con varías aglomeraciones. En València también se ha retomado la discusión a pesar de que condicionada por el hecho, como le pasaba en Barcelona en los ochenta, que tiene una entidad de transporte y otra de medio ambiente, es un espacio muy fragmentado. El presidente de la comunidad Ximo Puig anunció que se haría un debate parlamentario sobre el tema metropolitano, se han elaborado varios informes y se puede decir que se empieza a hablar.

-Pero en el ámbito europeo las áreas metropolitanas institucionalizadas tampoco son masas…

– En Francia las metropole desde los años sesenta en Marsella, Lyon, Lille… Paris nunca había tenido un área institucionalizada, y tiene una desde 2016, más débil del que querían sus impulsores pero existe. Francia tiene una ley con recursos y financiación para las áreas metropolitanas. En Alemania el alcalde metropolitano de Hannover y también de Stuttgart se escoge directamente. En Polonia Katowice es la primera ciudad que ha tenido. En los últimos 10 años se ha avanzado mucho en Europa y, de hecho, desde la Unión Europea se empieza a introducir un poco la dimensión metropolitana.

-¿Es positivo escoger los alcaldes metropolitanos por elección directa?

-Tiene ventajas e inconvenientes. Una ventaja es que queda más claro el rendimiento de cuentas, de resultados. Si el alcalde que hemos escogido en las elecciones locales es el que va al consejo metropolitano, probablemente nunca hable de temas metropolitanos; esto es lo que suele pasar aquí. A nivel de campaña, de programa, de rendimiento de cuentas es obvio que con la elección directa se mejora mucho, pero se tiene que ver su viabilidad en cada uno de los territorios. En nuestro caso tenemos un alcalde para los 1.600.000 habitantes de Barcelona, pero un alcalde para 3,2 millones de su área metropolitana no tendría sentido y tampoco tener para los 5 millones de personas de la región, porque la ensambladura en nuestro sistema concreto se haría muy difícil. En otros lugares sí funciona: en Manchester tienen alcalde metropolitano porque se trata de diez municipios de medidas parecidas y este alcalde, como Liverpool, tiene el liderazgo.

-¿Qué papel juega Barcelona en este entorno europeo?

-Barcelona continúa teniendo buena reputación, se ha sabido vender muy bien y hace cosas interesantes en terrenos como las nuevas tecnologías, la ciudad digital. Será interesante ver si sabe reorientarse después de la pandemia, todavía no sabemos si vuelve el turismo como siempre y seguirá siendo ciudad turística o conseguirá equilibrar su actividad. Creo que se encuentra en el cruce de saber hacia dónde va, que quiere ser…

-¿Y las metrópolis americanas cómo funcionan ?

-ES mucho cada uno por su cuenta, por la competencia entre municipios de la misma área. Hay un solo gobierno metropolitano establecido como tal, el de Portland, y también hay otras ciudades que cooperan, pero en general lo que encontramos es el modelo de Atlanta, de Boston, de Nueva York o Los Ángeles que su ciudades hiperfragmentades, en las que cada ayuntamiento tiene sus políticas, y además hay una gran competición para atraer población y empresas, y todo esto favorece los guetos y las desigualdades.

-¿Que tendría que hacer una metrópolis para ser eficiente, para funcionar y ser medianamente justa?

-Quizás la clave está en un principio clásico del urbanismo que es la mezcla de usos, intentar tener ciudades que combinen todo tipo de actividad, de gente, de orígenes, de condiciones económicas y con unas estructuras de gobierno que faciliten los servicios y contar con una financiación adecuada.

-Pero los ayuntamientos están muy mal financiados…

-Cuando miramos el reparto del gasto público que se ha hecho desde la transición vemos que los ayuntamientos se han quedado prácticamente igual. Desde la Federación Española de Municipios y Provincias llevan años reclamando una segunda descentralización y más recursos, sobre todo porque los ayuntamientos tienen que abordar temas que no son obligatorios pero que prestan. En primer lugar donde va el ciudadano es el ayuntamiento, es difícil decirle que es competencia deuno o de otro. Quiere saber que pasa con la guardería de su hijo o con la salud. Ahora en muchos ayuntamientos se hacen presupuestos participativos, mediante los cuales la población hace propuestas de proyectos de mejora. ¿Qué quiere la gente? Educación, salud, y un buen uso de los espacios públicos. El problema es que los ayuntamientos no pueden construir las escuelas o financiar los hospitales o hacer frente al tema de la inmigración, la nueva población que llega. Necesitan una mejor financiación.

-¿Hacia dónde va o tiene que ir el Plan Estratégico Metropolitano? Usted está directamente implicada…

-Si, soy comisaria de la metrópolis multinivel junto con Joan Campreciós. Hay cuatro apartados “metrópolis” temáticos y dos transversales porque tocan todos los temas y uno de ellos es el multinivel que aborda los temas de gobernanza. En octubre se han iniciado debates abiertos a la ciudadanía sobre instituciones y financiación. Creo que hay que incluir el máximo de voces posibles a la hora de hablar de la metrópolis, no solo los alcaldes sino también asociaciones, entidades, empresas, etcétera para poder hacer un balance de qué tenemos ahora, qué consorcios, mancomunidades, redes existen en la región metropolitana y al final del proceso cuando acabe la idea será hacer propuestas de cómo ordenarla mejor. Para mí la base es hablar con todo el mundo y ponerse de acuerdo con el mínimo común denominador para cooperar. Los municipios cooperan, están cooperando, en cuestiones sectoriales como agua o transportes. Tenemos que ver lo que tenemos y ordenarlo, pero no crear instrumentos nuevos si los que tenemos ya funcionan.

-Ahora mismo ¿cuál sería el principal hueso a roer de la metrópolis?

-Para mí, el transporte público es clave. Si queremos dar respuesta a la emergencia climática y reducir la contaminación el transporte público es prioritario, pero todavía la mayoría de ciudades no están conectadas. Para ir en transporte público del Vallès al Baix Llobregat se tiene que pasar por Barcelona Este y la cuestión de la vivienda, la vivienda es clave, es uno de los grandes problemas que tenemos planteados y que no puede ser resuelto solo por las administraciones locales y metropolitanas, y va muy ligado a la planificación urbanística.

-¿Qué ciudad europea tiene más conciencia metropolitana, es más avanzada, tiene buena gobernanza?

-Es muy difícil de dedir. Lyon es un ejemplo de que se ha hecho elecciones directas a consejeros metropolitanos y es una metrópolis que dedica un porcentaje muy elevado de su presupuesto a temas sociales, de cohesión. Me gustan las metrópolis francesas porque tienen que integrar por ley un consejo económico y social. Londres funciona bien en el sentido que hay un liderazgo muy claro del alcalde a pesar de que también hay una asamblea metropolitana que ha asumido una experiencia que viene de los años sesenta a pesar de los intentos de Margareth Thatcher de eliminar el Greater London Council.

Creo que Barcelona es la primera interesada al encontrar métodos eficientes de gobernanza. Si se quiere resolver la contaminación o la situación de la vivienda hace falta una solución conjunta. Pasqual Maragall lo veía clarísimo en los ochenta, y no estábamos como estamos ahora, al decir que, sola, Barcelona no es. Creo que se ha ido avanzando en esta visión.

-Quizás conviene que el gobierno de la Generalitat se lo tome seriamente…

-Se tendría que avanzar. No tendríamos que entrar en un debate de competencias sino hablar de eficiencia, de cómo encontramos maneras de resolver los problemas del territorio, de equilibrarlo, de abordar los problemas de cinco millones de personas, esto no lo podemos obviar.

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