LA CUESTIÓN DE LA GOVERNANZA: PERSPECTIVAS

Joaquín Tornos Mas, Carlos Ferrater y Felipe Campos Rubio reflexionan, en sus tres artículos, sobre los desafíos de las nuevas realidades metropolitanas y señalan nuevas formas de gestión

Más de una década después de la creación del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Barcelona y su entorno se encuentran delante de una nueva realidad, con sus carencias y oportunidades, problemas y retos. Tres expertos sugieren en sus artículos formas de dar respuesta a estos desafíos.

Joaquín Tornos Mas, Catedrático de Derecho Administrativo (UB), recuerda como, en la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas. Estas áreas se constituyen en motores del crecimiento económico y de innovación, pero al mismo tiempo deben hacer frente a graves carencias de servicios sociales e infraestructuras, generan problemas de movilidad y acrecientan los problemas medioambientales.

En Barcelona y su entorno, esta realidad metropolitana ha estado presente des de hace muchos años. Su impulso y potenciación por el alcalde Pascual Maragall llevó al enfrentamiento con el President de la Generalitat Jordi Pujol, que veía en esta entidad un contrapoder al de una Generalitat aún incipiente.

La creación del Área Metropolitana de Barcelona, AMB, mediante la ley 31/2010, pero, dio respuesta a esta voluntad metropolitana . Sin embargo, y pese a los esfuerzos del personal y funcionarios del AMB, todo parece indicar que la institución no responde a sus potencialidades ni a lo que se requiere de un ente de esta naturaleza.

Tornos Mas, ante esta situación, fija una serie de retos para este ento institucional: Reconocer, para superarlas, las desconfianzas existentes entre Barcelona y periferia que han condicionado el devenir de la realidad metropolitana de Barcelona. Chay que asumir que la periferia no debe estar al servicio de Barcelona, y Barcelona debe asumir que necesita la periferia. La Generalitat de Catalunya, por otro lado, debe hacer del crecimiento del AMB un objetivo propio y prioritario.

El AMB, por otro lado, es un ente territorial formado por la agrupación de municipios, pero como ente local territorial no debe olvidar que está al servicio de una colectividad, de un conjunto de ciudadanos y ciudadanas que tienen problemas comunes La organización interna del AMB debería tratar de equilibrar el centro –periferia. Por un lado, llevando órganos propios del AMB por todo el territorio metropolitano y, por otro, potenciando también la ubicación de centros universitarios, escuelas de negocios, instalaciones culturales en todo el espacio metropolitano.

El gobierno metropolitano, por otro lado, requiere un liderazgo fuerte y convencido de la importancia y potencialidades del AMB. Quien presida el AMB, y su equipo de gobierno, deben ejercer este liderazgo. Se debe lograr que la realidad fáctica de la vida metropolitana de muchos ciudadanos/as (se desplazan dentro del AMB para trabajar, para recibir prestaciones sanitarias o para asistir a eventos culturales, para ir de compras, etc) se identifique con la existencia de un ente de gobierno metropolitano. Por otro lado, la realidad metropolitana requiere una agenda propia separada de la que pueden definir los respectivos municipios . El área metropolitana de Barcelona, y no sólo Barcelona, debe promocionarse como un lugar idóneo para trabajar y desarrollar las actividades económica. Y, finalmente, el AMB debe ser un interlocutor activo en las relaciones con la Generalidad, con la administración del Estado, con la Unión Europea y con las organizaciones internacionales.

El autor concluye que las áreas metropolitanas tienen que dar respuesta a los desafíos propios de las grandes conurbaciones con el fin de lograr una sociedad interna inclusiva e igualitaria. Pero a su vez deben ser sujetos activos del desarrollo económico de todo su territorio en un escenario mundial competitivo, tratando de atraer capital y talento.

Carlos Ferrater, arquitecto, por otro lado, desarrolla en su artículo una nueva propuesta de gestión supramunicipal, una nueva forma de entender el hecho de la existencia de un continuo urbano que no solo se enmarca en el ámbito del actual Área Metropolitana de Barcelona sino que va todavía más allá implicando aspectos territoriales, jurídicos, normativos, ambientales, económicos, de representación ciudadana, etc.

El nuevo ente, segons Ferrater, no solo mejoraría aspectos de gestión sino también garantizaría a los ciudadanos un trato más equitativo que fuera fruto de un planteamiento racional y no del azar administrativo. La actual Área Metropolitana de Barcelona supone un 2% del total del territorio catalán pero concentra más de tres millones de habitantes y una importante concentración de la industria y las patentes, hecho que hace de esta zona uno hub estratégico del sur de Europa. Ante esto, el autor apuesta por una gestión más próxima y asequible que sin olvidar la especificidad de las varias poblaciones y municipios, promueva actuaciones de ámbito más amplio y lógica de conjunto. La creació de un nuevo Ente Metropolitano, añade, por otro lado, Ferrater, no se debe pensar como un contrapoder o un ente ideológico, sino más en un ente de gestión ideologizado en la medida que responderá a un programa de políticas determinado pero que debe actuar también como un ente de gestión independiente.

“La creación de un nueve Ente Metropolitano, añade Carles Ferrater, no se debe pensar como un contrapoder, sino más bien como un ente de gestión ideologizado.”

Con la idea, por otro lado, de convertirse en un eje estratégico a nivel europeo y mediterráneo, Ferrater expone la posibilidad de ampliar el área metropolitana a una serie de municipios que actualmente se consideran parte de la tercera cuarta corona del transporte metropolitano, como por ejemplo Terrassa y Sabadell. Otros puntos destacados del decálogo son: Dar paso a la creación de un conglomerado urbano de mayor rango y mayor población del sur de Europa vertebrado por aeropuerto, ferrocarril y puerto de mercancías; facilitar la coordinación en un mismo censo de todos los polos de alta innovación como la biomedicina, las nuevas tecnologías y las grandes industrias; y crear una red de comunicación y transporte público que asegure una movilidad sostenible y con menos impacto medioambiental.

En el plano urbanístico, Carlos Ferrater señala la necesidad de tener en cuenta una nueva realidad con una nueva normativa que permita el pacto social y el desarrollo entre territorios. Y asegura que el principal problema que surge en la gestión e implementación de las propuestas mencionadas anteriormente es el actual exceso de administraciones en municipios, consejos comarcales, diputaciones, división provincial, comarcal…

El nuevo Ente Metropolitano de gestión debe ser, según el autor, un instrumento de gestión de carácter democrático, que permita un desarrollo social y económico de conjunto y a la vez pueda ofrecer un trato próximo al ciudadano, sin dejar de lado el carácter y las especificidades de cada municipio. El autor propone finalmente interpelar a la ciudadanía a través de un referéndum en el que se podría decidir el modelo de administración.

Felipe Campos Rubio, Director General Associació Educativa Itaca LH, finalmente, subraya la importancia de lograr un consenso entre las diferentes sensibilidades sociales para la construcción de la ciudad. Según el autor,la forma como orientamos los retos en materia de vivienda, sostenibilidad, trabajo, educación… determinarán la estabilidad para poder acometer la transformación de Barcelona

Según el autor, hace falta una apuesta decidida por una metrópoli resiliente, cohesionada, inteligente, y próspera con diferentes niveles de gobernanza y conectada en el mundo. Con un gran pacto, en el cual todos los agentes económicos y sociales de la región metropolitana de Barcelona trabajen plenamente para garantizar los derechos y oportunidades de los ciudadanos no sujetos a barreras administrativas que delimitan la vida en los barrios de las mismas ciudades miembros.

El autor pone en relieve el debate profundo entre ciudades construidas para ser vividas o para ser consumidas, para ser habitadas o para especular, para garantizar los derechos en términos de justicia social o de gentrificación. La vida a las grandes metrópolis se puede ver desde diferentes puntos de vista, pero la última crisis sanitaria, social y económica deja los colectivos que sufren en una situación más vulnerable y dramática, a la denominada UCI social.

Por otro lado, la convergencia de la crisis sanitaria del covid, las presiones de los conflictos armados y del cambio climático pose en riesgo extremo el objetivo de acabar con la pobreza el 2030 si no se activan de forma inmediata acciones políticas de impacto y sincronizadas internacionalmente. Si no es así, la tasa de pobreza extrema se situará todavía en el 7% al final de la década que apenas acabamos de iniciar. Especialmente por el incremento en las grandes ciudades, donde se trasladarán los mayores repuntes de la pobreza, hasta ahora más vinculadas a las áreas rurales.

Campos considera que ahora s el momento de la cooperación, es el momento de la metrópolis. Así, todo apunta hacia la cooperación territorial y la superación de antiguas barreras con el hecho social como bandera, cosa que nos invita a corregir debilidades democráticas, un paso imprescindible para generar un nuevo escenario metropolitano en Barcelona.

El autor opina finalmente que superar esta visión individualista propiciaría, sin ningún tipo de duda, que la red de barrios y ciudades fueran más dinámicas, que las fracturas urbanas persistentes y los nuevos ejes de vulnerabilidad social relacionados con la vivienda, la precariedad laboral y la acción social, tuvieran una respuesta multiplicadora en un territorio que ha superado el esquema de jerarquía espacial entre Barcelona y una corona crecida con lógica de periferia. .La metrópolis de Barcelona marcada por el hecho social rompería con la idea de una AMB de municipios desconectados.

Campos concluye que este nuevo espacio político más cooperativo reclama, pues, un hecho determinante, un nuevo marco de gobernanza, de nuevos liderazgos compartidos, una nueva matriz relacional entre los municipios articulada con componentes supramunicipales de amplias competencias metropolitanas, que haga posible construir la gran Metrópoli de Barcelona con un hecho social propio al servicio de las personas.

Más de una década después de la creación del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Barcelona y su entorno se encuentran delante de una nueva realidad, con sus carencias y oportunidades, problemas y retos. Tres expertos sugieren en sus artículos formas de dar respuesta a estos desafíos.

Joaquín Tornos Mas, Catedrático de Derecho Administrativo (UB), recuerda como, en la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas. Estas áreas se constituyen en motores del crecimiento económico y de innovación, pero al mismo tiempo deben hacer frente a graves carencias de servicios sociales e infraestructuras, generan problemas de movilidad y acrecientan los problemas medioambientales.

En Barcelona y su entorno, esta realidad metropolitana ha estado presente des de hace muchos años. Su impulso y potenciación por el alcalde Pascual Maragall llevó al enfrentamiento con el President de la Generalitat Jordi Pujol, que veía en esta entidad un contrapoder al de una Generalitat aún incipiente.

La creación del Área Metropolitana de Barcelona, AMB, mediante la ley 31/2010, pero, dio respuesta a esta voluntad metropolitana . Sin embargo, y pese a los esfuerzos del personal y funcionarios del AMB, todo parece indicar que la institución no responde a sus potencialidades ni a lo que se requiere de un ente de esta naturaleza.

Tornos Mas, ante esta situación, fija una serie de retos para este ento institucional: Reconocer, para superarlas, las desconfianzas existentes entre Barcelona y periferia que han condicionado el devenir de la realidad metropolitana de Barcelona. Chay que asumir que la periferia no debe estar al servicio de Barcelona, y Barcelona debe asumir que necesita la periferia. La Generalitat de Catalunya, por otro lado, debe hacer del crecimiento del AMB un objetivo propio y prioritario.

El AMB, por otro lado, es un ente territorial formado por la agrupación de municipios, pero como ente local territorial no debe olvidar que está al servicio de una colectividad, de un conjunto de ciudadanos y ciudadanas que tienen problemas comunes La organización interna del AMB debería tratar de equilibrar el centro –periferia. Por un lado, llevando órganos propios del AMB por todo el territorio metropolitano y, por otro, potenciando también la ubicación de centros universitarios, escuelas de negocios, instalaciones culturales en todo el espacio metropolitano.

El gobierno metropolitano, por otro lado, requiere un liderazgo fuerte y convencido de la importancia y potencialidades del AMB. Quien presida el AMB, y su equipo de gobierno, deben ejercer este liderazgo. Se debe lograr que la realidad fáctica de la vida metropolitana de muchos ciudadanos/as (se desplazan dentro del AMB para trabajar, para recibir prestaciones sanitarias o para asistir a eventos culturales, para ir de compras, etc) se identifique con la existencia de un ente de gobierno metropolitano. Por otro lado, la realidad metropolitana requiere una agenda propia separada de la que pueden definir los respectivos municipios . El área metropolitana de Barcelona, y no sólo Barcelona, debe promocionarse como un lugar idóneo para trabajar y desarrollar las actividades económica. Y, finalmente, el AMB debe ser un interlocutor activo en las relaciones con la Generalidad, con la administración del Estado, con la Unión Europea y con las organizaciones internacionales.

El autor concluye que las áreas metropolitanas tienen que dar respuesta a los desafíos propios de las grandes conurbaciones con el fin de lograr una sociedad interna inclusiva e igualitaria. Pero a su vez deben ser sujetos activos del desarrollo económico de todo su territorio en un escenario mundial competitivo, tratando de atraer capital y talento.

Carlos Ferrater, arquitecto, por otro lado, desarrolla en su artículo una nueva propuesta de gestión supramunicipal, una nueva forma de entender el hecho de la existencia de un continuo urbano que no solo se enmarca en el ámbito del actual Área Metropolitana de Barcelona sino que va todavía más allá implicando aspectos territoriales, jurídicos, normativos, ambientales, económicos, de representación ciudadana, etc.

El nuevo ente, segons Ferrater, no solo mejoraría aspectos de gestión sino también garantizaría a los ciudadanos un trato más equitativo que fuera fruto de un planteamiento racional y no del azar administrativo. La actual Área Metropolitana de Barcelona supone un 2% del total del territorio catalán pero concentra más de tres millones de habitantes y una importante concentración de la industria y las patentes, hecho que hace de esta zona uno hub estratégico del sur de Europa. Ante esto, el autor apuesta por una gestión más próxima y asequible que sin olvidar la especificidad de las varias poblaciones y municipios, promueva actuaciones de ámbito más amplio y lógica de conjunto. La creació de un nuevo Ente Metropolitano, añade, por otro lado, Ferrater, no se debe pensar como un contrapoder o un ente ideológico, sino más en un ente de gestión ideologizado en la medida que responderá a un programa de políticas determinado pero que debe actuar también como un ente de gestión independiente.

«La creación de un nueve Ente Metropolitano, añade Carles Ferrater, no se debe pensar como un contrapoder, sino más bien como un ente de gestión ideologizado.”

 

 

Con la idea, por otro lado, de convertirse en un eje estratégico a nivel europeo y mediterráneo, Ferrater expone la posibilidad de ampliar el área metropolitana a una serie de municipios que actualmente se consideran parte de la tercera cuarta corona del transporte metropolitano, como por ejemplo Terrassa y Sabadell. Otros puntos destacados del decálogo son: Dar paso a la creación de un conglomerado urbano de mayor rango y mayor población del sur de Europa vertebrado por aeropuerto, ferrocarril y puerto de mercancías; facilitar la coordinación en un mismo censo de todos los polos de alta innovación como la biomedicina, las nuevas tecnologías y las grandes industrias; y crear una red de comunicación y transporte público que asegure una movilidad sostenible y con menos impacto medioambiental.

En el plano urbanístico, Carlos Ferrater señala la necesidad de tener en cuenta una nueva realidad con una nueva normativa que permita el pacto social y el desarrollo entre territorios. Y asegura que el principal problema que surge en la gestión e implementación de las propuestas mencionadas anteriormente es el actual exceso de administraciones en municipios, consejos comarcales, diputaciones, división provincial, comarcal…

El nuevo Ente Metropolitano de gestión debe ser, según el autor, un instrumento de gestión de carácter democrático, que permita un desarrollo social y económico de conjunto y a la vez pueda ofrecer un trato próximo al ciudadano, sin dejar de lado el carácter y las especificidades de cada municipio. El autor propone finalmente interpelar a la ciudadanía a través de un referéndum en el que se podría decidir el modelo de administración.

Felipe Campos Rubio, Director General Associació Educativa Itaca LH, finalmente, subraya la importancia de lograr un consenso entre las diferentes sensibilidades sociales para la construcción de la ciudad. Según el autor,la forma como orientamos los retos en materia de vivienda, sostenibilidad, trabajo, educación… determinarán la estabilidad para poder acometer la transformación de Barcelona

Según el autor, hace falta una apuesta decidida por una metrópoli resiliente, cohesionada, inteligente, y próspera con diferentes niveles de gobernanza y conectada en el mundo. Con un gran pacto, en el cual todos los agentes económicos y sociales de la región metropolitana de Barcelona trabajen plenamente para garantizar los derechos y oportunidades de los ciudadanos no sujetos a barreras administrativas que delimitan la vida en los barrios de las mismas ciudades miembros.

El autor pone en relieve el debate profundo entre ciudades construidas para ser vividas o para ser consumidas, para ser habitadas o para especular, para garantizar los derechos en términos de justicia social o de gentrificación. La vida a las grandes metrópolis se puede ver desde diferentes puntos de vista, pero la última crisis sanitaria, social y económica deja los colectivos que sufren en una situación más vulnerable y dramática, a la denominada UCI social.

Por otro lado, la convergencia de la crisis sanitaria del covid, las presiones de los conflictos armados y del cambio climático pose en riesgo extremo el objetivo de acabar con la pobreza el 2030 si no se activan de forma inmediata acciones políticas de impacto y sincronizadas internacionalmente. Si no es así, la tasa de pobreza extrema se situará todavía en el 7% al final de la década que apenas acabamos de iniciar. Especialmente por el incremento en las grandes ciudades, donde se trasladarán los mayores repuntes de la pobreza, hasta ahora más vinculadas a las áreas rurales.

Campos considera que ahora s el momento de la cooperación, es el momento de la metrópolis. Así, todo apunta hacia la cooperación territorial y la superación de antiguas barreras con el hecho social como bandera, cosa que nos invita a corregir debilidades democráticas, un paso imprescindible para generar un nuevo escenario metropolitano en Barcelona.

El autor opina finalmente que superar esta visión individualista propiciaría, sin ningún tipo de duda, que la red de barrios y ciudades fueran más dinámicas, que las fracturas urbanas persistentes y los nuevos ejes de vulnerabilidad social relacionados con la vivienda, la precariedad laboral y la acción social, tuvieran una respuesta multiplicadora en un territorio que ha superado el esquema de jerarquía espacial entre Barcelona y una corona crecida con lógica de periferia. .La metrópolis de Barcelona marcada por el hecho social rompería con la idea de una AMB de municipios desconectados.

Campos concluye que este nuevo espacio político más cooperativo reclama, pues, un hecho determinante, un nuevo marco de gobernanza, de nuevos liderazgos compartidos, una nueva matriz relacional entre los municipios articulada con componentes supramunicipales de amplias competencias metropolitanas, que haga posible construir la gran Metrópoli de Barcelona con un hecho social propio al servicio de las personas.

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