CUATRO MIRADAS SOBRE LA METRÓPOLIS

Desde los temas más actuales, como por ejemplo la ampliación del aeropuerto, hasta cuestiones de fondo, como por ejemplo la seguridad en Barcelona, diferentes personalidades relacionadas con Barcelona reflexionan sobre hacia dónde se debe encaminar la capital de Cataluña

Fotografia: Josep Grau-Soldevila (izquierda) y Carles Grau (derecha)

CARLES GRAU: «CON LA TECNOLOGÍA SE PUEDE COMBATIR LA BRECHA DIGITAL»

El director general de la fundación Mobile World Capital Barcelona considera que el sector tecnológico es estratégico para impulsar el crecimiento de la metrópolis

Por Josep Grau-Soldevila

La MWC Barcelona (Mobile World Capital) es la fundación promovida por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación digital, la Generalitat de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona, la Fira de Barcelona y el propio GSMA (entidad organizadora del Mobile). La MWC Capital BCN está presidida por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Carles Grau es el director general desde el 2017. Grau es un ingeniero Industrial con una destacada trayectoria profesional en el ámbito de las TIC, y ha ocupado cargos en empresas multinacionales del sector.

Después de este “annus horribilis”, tenemos Mobile en Barcelona hasta el 2024, ¿cómo ve la continuidad del acontecimiento?
El acuerdo con la GSMA lo tenemos garantizado hasta el 2024, de hecho, era hasta el 2023, pero se llegó a un acuerdo para alargar un año más dada la situación de emergencia sanitaria. Ahora hay que iniciar un nuevo proceso, el Mobile se acuerda por periodos de cinco años, esto nos permitiría tener Mobile en Barcelona hasta el 2029, el proceso se iniciará el 2023.

Han sido dos años muy difíciles para el Mobile a causa del COVID: el febrero del 2020 se suspendió el Mobile y este 2021 se ha celebrado con muchas limitaciones por la emergencia sanitaria, con un formato de asistencia que mezclaba el presencial y el virtual.
Es evidente que la emergencia sanitaria lo ha complicado todo, aun así, este año hemos tenido 20.500 asistentes presenciales y 100.000 asistentes en línea. Los patrones de la Capital y GSMA se han comprometido y han hecho un gran esfuerzo para hacerlo con la máxima seguridad. La Fira también ha hecho un esfuerzo extraordinario para desplegar todas las recomendaciones sanitarias. De hecho, el Mobile 2021 fue el primer congreso ferial a nivel mundial que contó con más de 20.000 asistentes.

¿Éste será el formato para futuras ediciones?
Todo apunta que este formato híbrido se mantendrá, y a medida que los países vayan entrando en la normalidad de la crisis sanitaria mundial se mejorará su presencialidad. Este modelo ha llegado para quedarse. La GSMA está trabajando para que 2024 podamos tener unos 150.000 asistentes y un 1 millón en línea.

Los últimos años el Mobile ha aportado a la economía de la región metropolitana alrededor de 350-400M€ en 4 días. ¿Cómo puede afectar la crisis del COVID este nuevo formato?
El Mobile de Barcelona es cuatro veces más grande que el de Los Angeles y dos veces más que el de Shangái. La MWC Barcelona es la única entidad en el mundo que se ha creado como legado del Mobile, no existe otra entidad jurídica como “la capital”. Es más un acontecimiento tecnológico que una feria de dispositivos, a parte que sitúa en Barcelona como su capital mundial. La Capital desarrolla actividades todo el año, 360 días, antes y después de la fiesta de cuatro días, en Barcelona, en Cataluña y también por España.

Estos días hemos visto que Microsoft ha anunciado la creación de un centro europeo de investigación de inteligencia artificial (AI) en Barcelona. Una compañía de la cual usted fue director general.
Microsoft hace tiempo que desarrolla programas colaborativos para centros de investigación en todo el mundo. Actualmente, el vicepresidente de la compañía en este ámbito es Jordi Ribas, un manresano que lleva más de diez años en centros colaborativos distribuidos fuera de Richmond (EE. UU.) y en Cambridge. Microsoft ha tomado la decisión de apostar por Barcelona, dotando este centro de recursos, con la previsión de dotarlo de 120 profesionales en dos años. En definitiva, es una muy buena noticia para Barcelona. Es un hecho que multinacionales como Nestlé, Novartis, Zurich, Amazon, y ahora Microsoft, instalan un centro de investigación en la metrópolis. Los directivos a menudo comentan que tomaron la decisión después de participar en un Mobile. Vinieron a un Mobile, aprovecharon para hacer convenciones internacionales con directivos, y descubrieron su clima, la seguridad, la conectividad, la calidad de vida, la cultura… y la capacitación digital y el talento digital que tiene la ciudad. La decisión ha sido invertir en centros de investigación y desarrollo digital en Barcelona, algunas de ellos con más de 500 profesionales que prestan servicios corporativos al resto del mundo.

Es evidente que la tecnología de generación 5G está en despliegue comercial, permite funcionalidades técnicas y aplicaciones muy potentes. Todo indica que hay dos grandes tendencias, incluso regulatorias: una en América, liderada por EE. UU., y el otra Asia-Pacífico, liderada por China; Europa parece pendiente de qué posición tomar, y aquí la industria juega fuerte, que son players del Mobile.
Cuando analizas las conclusiones del World Economic Forum y otros organismos existe una relación directa entre la sociedad del bienestar, el desarrollo económico y la investigación. EE. UU. lidera todo lo que tiene que ver con cloud y las redes sociales, a través de grandes multinacionales americanas; por la otra parte, China lidera las tecnologías IoT y las infraestructuras de redes de 5G, y Midel-Este por Israel en ciberseguridad.
Europa tiene todas las piezas para desarrolar una política potente de investigación, y creo que tiene la oportunidad de liderazgo en tres líneas, los estándares de Industria 4, donde el modelo alemán está jugando un importante papel referente global. La otra, alrededor del humanismo tecnológico y gobernanza de los datos. Los datos son un activo, y la utilización de grandes volúmenes de datos con tecnologías de inteligencia artificial permite experiencias para tomar decisiones y actividad económica. Aquí hay dos modelos, el de las grandes multinacionales, principalmente americanas, que utilizan los datos con fines comerciales, y otro que es la utilización de los datos con el reconocimiento facial por parte del sector público, que lo vemos de manera clara con el gobierno chino, y veo el modelo europeo que es el de empoderarnos para formarnos y tomar decisiones alrededor de nuestros datos, para temas de salud, administración electrónica, etc. En definitiva, un modelo de gobernanza que permita la participación y qué pueden hacer con nuestros datos. Pienso que Europa, en estos aspectos más éticos y humanísticos, más de gobernanza, puede jugar un papel referente, por la propia estructura de sociedad del bienestar, sostenibilidad, la economía circular, puede ser un liderazgo de Europa, con una política orquestada de investigación y desarrollo más integrada, donde la tecnología juegue un papel clave.
Precisamente llevamos en Barcelona uno de los primeros acontecimientos mundiales, una sugerencia también de John Hoffman, en nuevos materiales de frontera, que vas más allá del grafeno o litio que afecta muchas industrias, como los dispositivos móviles o las baterías de gran consumo como el automóvil. En esta línea, Europa tiene la oportunidad de jugar un papel referente para liderar estos espacios a nivel global.

Ha hablado varias veces de la participación público-privado para las infraestructuras tecnológicas. ¿Cree que Barcelona y su metrópoli permite este modelo de colaboración?
He estado trabajando cuatro años en la MWC con un peso público importante, e históricamente también en el sector privado en compañías tecnológicas, en muchos casos que trabajaban para el sector público, y puedo decir que las complicidades efectivas entre agentes público y privados han hecho que se puedan hacer cosas de más impacto y más rápido obteniendo muchos buenos resultados si se genera un clima de confianza. Aquí tenemos una gestión privada más ágil y orientada a la rentabilidad, el público, con las dificultades de contratación, pero con orientación social, veo que, cuando se identifican áreas de colaboración aspiracionales y de futuro, se zanjan con compromisos, y se llegan a conseguir cosas extraordinarias.
Nuestra Fundación MWC es pequeña, joven y de pocos recursos; cuando analizas el impacto económico de la semana del congreso de unos 470M€ y 16.000 puestos de trabajo, las actuaciones de la Capital todo el año se duplica la cifra de la semana del Mobile, este colaboración público -privada está funcionando en tres ejes, un impulso de las Instituciones de la ciudad de Barcelona, un acompañamiento privado de los operadores y la industria tecnológica del país, y después una internacionalización que el Mobile nos da. Esta estructura poliédrica basada en estos ejes nos permite ser capaces de hacer cosas extraordinarias, superando los complejos históricos de que si somos capaces de liderarlo. Somos los primeros en el mundo en utilizar 5G en la salud para operaciones de cirugía, y esto tiene un impacto social importantísimo, esto llega a la gente.

En este sentido, ¿han analizado el impacto social que aporta el Mobile en Barcelona?
En este sentido impulsamos desde la Capital durante unos cuántos años el laboratorio de innovación BeeLab con resultados muy interesantes y empresas innovadoras, una de ellas de dispositivos para detectar ataques epilépticos y gestionar la movilidad de los afectados, esta empresa está a nivel internacional.
La Fundación ha impulsado el “robot emocional”, un robot fabricado por una compañía catalana que, mediante inteligencia artificial, da teleasistencia y acompaña a gente mayor de riesgo y ayuda a mejorar la calidad de vida de gente que vive sola a poder comunicarse con sus familiares. Ahora estamos trabajado con la brecha digital, nos hemos dado cuenta con la emergencia sanitaria de que una parte de la población no estaba conectada, estaba en emergencia digital: hemos desarrollado un proyecto en Nou Barris de Barcelona que ha permitido dotar de equipos, conectividad y formación más de 540 familias en riesgo de exclusión, esto ha sido posible gracias a la solidaridad y la generosidad de los operadores.
El éxito del programa de la MWC Barcelona ha hecho patente como la tecnología puede combatir la brecha. Se inició en la región metropolitana y se ha extendido a casi veinte territorios de Cataluña, y ahora a otros lugares de España.

ELSA ARTADI: «EL ACTUAL GOBIERNO DE BARCELONA ES EL MENOS METROPOLITANO QUE HEMOS TENIDO NUNCA»

La líder del grupo de Junts en el Ayuntamiento de Barcelona explica su proyecto y hace un análisis crítico del estado de la ciudad, que considera que tiene que recuperar liderazgo y capacidad de tracción

Por Pep Martí
Elsa Artadi (Barcelona, 1976) es economista por la UPF y cursó el doctorado en la Universidad de Harvard, becada por la Fundación la Caixa. Ha sido profesora de Economía en diversas universidades, entre ellas la Bocconi de Milán, y miembro del comité científico del Banco Mundial en Casablanca. Ya en el sector público, donde entró como asesora del consejero Andreu Mas-Colell, ha ejercido de directora general de Tributos, consejera de la Presidencia y portavoz del Govern. Actualmente lidera el grupo de Junts en el Ayuntamiento de Barcelona. En esta entrevista, Elsa Artadi explica su proyecto de ciudad y realiza un análisis crítico del estado de Barcelona, que considera que debe recuperar liderazgo y capacidad de tracción.

¿La elaboración de un proyecto alternativo de ciudad implica forzosamente una contraposición total a la actual gestión?

Al menos mayoritaria, viendo el resultado que están dando estos seis años, y especialmente los últimos dos, de tripartito de facto en la ciudad de Barcelona. Los comunes están gobernando con los socialistas y con la complicidad activa de Esquerra Republicana. Es una gestión que se percibe en todos los ámbitos de la ciudad, con una degradación muy obvia que se traslada a todos los espacios, desde la seguridad a la actividad económica, o a la limpieza. Nosotros queremos transformar la ciudad y generar una alternativa a estos años que estamos viviendo, en los que la ciudad, en vez de liderar, se degrada. Es necesario hacer una enmienda a la totalidad en todas las áreas.

¿Existe un tripartito de facto?

Creo que no hace falta que lo diga yo, lo dicen las votaciones en los plenarios, lo vemos en la aprobación de ordenanzas fiscales y en todas las iniciativas, desde cortar calles que provocan el caos circulatorio hasta el escepticismo obtenido de los tres partidos cuando hemos lanzado iniciativas para reforzar a la Guardia Urbana.

¿Cómo cree que funciona el AMB?

El AMB sirve para coordinar determinados servicios. Si tenemos que ser críticos, seguramente es la institución vista con más lejanía por la ciudadanía, la que entiende menos. Quizá esté por detrás de la percepción que se tiene de las diputaciones. Pero creo que la coordinación metropolitana va más allá. Se trata de poner en marcha proyectos con los alcaldes que vayan más allá de una frontera administrativa, y eso no está ocurriendo.

En algún momento, desde algunos sectores habían defendido la elección del presidente del AMB.

El peso que tiene Barcelona respecto al resto de municipios es muy desigual. Tiene sentido que Barcelona presida el Área. Pero esto debe ir acompañado de un liderazgo que refleje la importancia que tiene la ciudad.

En esta línea de visión metropolitana, ¿hay alguna iniciativa que debería ponerse en marcha?

El primer reto que tenemos es la mobilidad. Para que exista una integración sostenible, potente, de futuro, es necesario vertebrar la movilidad. Y ahí deben poder decir la suya los municipios del AMB y la región metropolitana. En este ámbito, debemos separar bien el gran reto, que es la entrada y salida diaria de Barcelona, ​​que ahora mismo es catastrófica. Tenemos miles de personas que vienen en coche pero que preferirían no hacerlo. Éste es el gran reto. El 85% de los que vivimos y trabajamos en Barcelona no utilizamos vehículo privado. El problema no lo estamos generando nosotros, sufrimos sus consecuencias. Pero no podemos poner trabas a los coches que entran sin darles una alternativa. Porque, entonces, lo que haces es ahogar la ciudad, ahogas a estas personas.

Debe resolverse el problema de accesos a la ciudad, sobre todo con una alternativa de transporte público que funcione. Y aquí no vemos ningún tipo de diligencia. Yo nunca he oído a la alcaldesa hablar de cercanías o ir a exigir a sus compañeros de partido en Moncloa que afronten este problema. Ahora tenemos unos convoyes que son impuntuales y con una capacidad en horas punta por encima del 100%. Mucha gente coge el coche y no sube a Cercanías porque literalmente no cabe. Y, después, está el tema de cómo gestionamos la movilidad dentro de la ciudad. Lo que se ha hecho juega en contra de una movilidad fluida: poniendo trabas en las motos, obstáculos en toda la ciudad, reduciendo carriles. Y esto genera colapso y mayor contaminación. Lo que se hace para reducir la contaminación se ve contrapuesto por el caos circulatorio que tenemos. No se ha hecho nada por gestionar mercancías, cada día hay menos plazas para mercancías. No hay cargadores eléctricos.

Un tema que hemos trabajado es que tenemos plazas de aparcamiento subterráneo que no están siendo utilizadas al 100%. Se debe poder sacar vehículo de superficie, pero dando una alternativa. Lo único que se ha hecho ha sido cortar calles y pintarlas.

Si tuviera que señalar los otros retos pendientes que ve en la ciudad, ¿cuáles serían?

La seguridad, el nuevo clásico que había dejado de serlo. Esto me preocupa porque es la primera política del estado del bienestar. También las trabas democráticas y la normativa absurda que tenemos en el Ayuntamiento, que impide una actividad económica dinámica. La carencia de interlocución es muy problemática. Una de las cosas que se hicieron en la etapa de Xavier Trias fue un plan de distritos para ayudar a las licencias. Que haya que esperar ocho meses para obtener una licencia es aberrante.

De pequeña, como explicó en la presentación de su proyecto el 7 de octubre en el cine Phenomena, jugaba en el laberinto de Horta. ¿Conseguía encontrar la salida?

Yo tuve la suerte, en aquellos momentos, de ir con mis primos, que eran mayores. Era como Alicia en el país de las maravillas. La cuestión es si salimos ahora, del laberinto, el laberinto de circular por Barcelona, de abrir un negocio, de tener oportunidades para todos y de poder ir tranquilo de noche.

SALVADOR ALEMANY: «EL ENEMIGO SON LAS EMISIONES DE DIÓXIDO DE CARBONO, NO EL COCHE»

El presidente de Saba Infraestructuras y patrón de la Fundación “la Caixa” y del Instituto Cerdà considera que el objetivo de protección del medio ambiente es compatible con el de garantizar la movilidad necesaria para que Barcelona continúe siendo una metrópoli
 

Por Pep Martí

Salvador Alemany (Barcelona, 1944) nació en el barrio del Raval, en el seno de una familia de comerciantes. Entonces, el Gran Teatro del Liceo, a pesar de que lo tenía físicamente bien cerca, era para él una cosa mentalmente lejana. Ahora preside desde hace cinco años la Fundación de la institución operística, donde acaba de ser renovado en el cargo. El joven del Raval se abrió camino, empezando en el sector de la auditoría, la informática y la banca y, a partir de 1986, siguiendo siempre ligado al sector de la automoción y la movilidad, aprovechando la experiencia adquirida en tiempo de estudiante, cuando su padre abrió un pequeño garaje cerca de la Sagrada Familia. Ha sido presidente de Abertis y ahora preside Saba Infraestructuras y es patrón de la Fundación “la Caixa” y del Instituto Cerdà. Pero sus intereses siempre han sido muy diversos (ha ejercido como presidente del Gremio de Garajes y el Asociación Española de Aparcamientos y Garages, presidente de Cruz Roja de Barcelona, como presidente del Círculo de Economía, del CAREC, y del Consejo Social de la UB, presidente del Barça de baloncesto y cofundador del Euroleague…) y sus reflexiones suelen ir más allá de un interés sectorial.

Es evidente que el reto climático se ha convertido ya en una prioridad de presente. Aquí encontraríamos seguramente un gran consenso social e institucional. Y a la vez hay el reto de preservar Barcelona como gran metrópoli del Mediterráneo. ¿Hasta qué punto son compatibles los dos retos?
Deben ser compatibles. No podemos ignorar la problemática del cambio climático, especialmente en cuanto a la calidad del aire que respiramos. Aquí hay que distinguir entre el gran problema planetario y el problema específico que nosotros vivimos. Respecto al primero, tenemos una influencia relativamente pequeña. Todo cuenta, pero será pequeña. En relación con la calidad del aire que respiramos, la incidencia de las decisiones que tomemos es muy importante. Aun así hay que proteger el equilibrio, no tendría ningún sentido adoptar medidas que llegaran a ahogar el progreso y la potencialidad de nuestra ciudad. Y, por lo tanto, deben ser compatibles con las medidas que se tomen sobre el efecto medio ambiental y de la calidad y bienestar de nuestra población.

¿Existe el riesgo de confundirnos de enemigo? ¿Tendría que ser el coche el objetivo a combatir?
No debemos confundirnos de enemigo. El enemigo son las emisiones de dióxido de carbono, no es el coche, no es la movilidad. Consiguientemente, hay que gestionar la movilidad de manera coherente con el objetivo de protección del medio ambiente, pero a la vez mantener la movilidad necesaria para hacer que Barcelona continúe siendo la metrópoli que ha sido y que la ha llevado a lo que es hoy.

¿Hasta qué punto hay intervenciones urbanísticas en estos momentos en Barcelona que pueden afectar la capacidad de la infraestructura viaria?
Que se han tomado medidas -espero que de manera puntual- que afecten a la capacidad de la infraestructura viaria es muy evidente. Otra cosa es que estas medidas sean coyunturales debido a la pandemia o que queden establecidas. Confío en que estamos a tiempo de revertir la situación.

¿Habría algún ejemplo muy evidente de esto?
Especialmente me preocupan las medidas adoptadas para la restricción de la movilidad en los accesos en la ciudad. Los accesos en la ciudad son vitales para que Barcelona continúe siendo una ciudad abierta. Y se han adoptado algunas decisiones que afectan precisamente estos accesos y también en el área metropolitana.
Por otro lado, hay algunos direccionamientos dentro de la ciudad que están solo orientados a que algunas vías no se utilicen, para desmotivar el uso del vehículo privado. Puedo entender el objetivo pero no comparto la manera de conseguirlo, porque entiendo que el balance es negativo, incluso en términos de contaminación.

¿Barcelona y su área metropolitana disponen de un parque suficiente de aparcamientos?
En general, diría que tanto en Barcelona como para el área metropolitana, la red de aparcamientos está mucho por encima de la media latina. Si comparamos Barcelona con Roma, por ejemplo, no hay color. Barcelona tiene una red de aparcamientos públicos extraordinaria. Con otras ciudades italianas también, pero quizás no tanto. No tenemos nada que envidiar a París o Londres. Ahora bien, no podemos comparar las necesidades superiores de una ciudad latina con las que pueda tener una ciudad como Los Angeles o San Francisco, o incluso Estocolmo. Son configuraciones urbanas diversas que no son comparables. Con urbanismo intenso y híbrido como el nuestro, donde vivienda, oficina y comercio comparten el espacio, la situación es muy exigente en el uso eficiente del espacio. Barcelona, desde hace cincuenta años y pico, y el área metropolitana en parte también, se ha ido dotando de una muy buena red de aparcamientos públicos subterráneos.

Ha mencionado Roma y Estocolmo. ¿Qué ciudades de nuestro entorno están haciendo políticas de movilidad que tendríamos que tomar como referencia?
Esta es una pregunta que me han hecho muchas veces y reconozco que no tengo una respuesta. Cada ciudad y cada barrio tiene unas características peculiares. El aparcamiento tiene sentido en función que se haya construido de acuerdo con la configuración demográfica cuantitativa y cualitativa de cada barrio. Resulta muy difícil de comparar. Por ejemplo, creo que el barrio de Salamanca, e incluso Madrid central, tiene una dotación similar al de Barcelona. Más recientemente, Lisboa y Oporto. Estamos hablando de ciudades latinas con edificios construidos hace más de setenta años, sin aparcamiento propio. En el caso de Roma, es muy difícil trabajar el subterráneo por su peculiaridad arqueológica.

¿No tiene miedo que su discurso pueda ser definido como simplemente «desarrollista»?
No, somos un agente útil para la lucha contra las emisiones, pero queremos que un manresano, un villafranquino o un mataronino pueda ir al Liceo y pueda venir a comprar o a hacer cualquier otra gestión. Porque, si no, morirá todo el terciario de Barcelona. Aquella persona de Lleida, o de Anglesola -que era el pueblo de mi padre- o de más allá de Cataluña, cuando venga, pueda hacerlo con el medio que le sea más cómodo, pero progresivamente menos contaminante. Esta es la ciudad y el país que todos debemos defender.

ALBERT BATLLE: «NO TENEMOS UN PROBLEMA DE POLICÍA, SINO DE DEGRADACIÓN DEL ENTORNO URBANO»

El responsable del área de Prevención y Seguridad del ayuntamiento de Barcelona considera que uno de los problemas actuales es la carencia de instrumento de coordinación metropolitana en materia de seguridad

Por Pep Martí
Lleva diecisiete años dedicado a temas de seguridad pública, desde que el conseller de Justicia del primer Gobierno tripartito, Josep Maria Vallès, le ofreció la secretaría de Servicios Penitenciarios. Después vendría la dirección adjunta de la Oficina Anti-Fraude, la dirección general de la Policía de Cataluña y, en estos momentos, la quinta tenencia de alcaldía de Barcelona y la responsabilidad del área de Prevención y Seguridad. Albert Batlle (Barcelona, 1953) es abogado de formación y conoce a fondo el funcionamiento de la administración pública, desde que el 1983 entró como regidor de Deportes dentro del equipo del alcalde Pasqual Maragall. En esta entrevista, analiza la situación en una carpeta que siempre es delicada y que ahora está bajo un intenso debate público.

La seguridad se ha situado en medio del debate sobre la ciudad. ¿Barcelona es una ciudad segura?
No se puede responder a esta pregunta con un sí o uno no rotundo. Tendríamos que empezar por decir qué es la seguridad, un concepto cada vez más líquido. Recientemente, The Economist situaba Barcelona como la undécima ciudad más segura del mundo y la cuarta de Europa. Se tendría que hacer un análisis cualitativo del concepto de seguridad. En una situación de crisis como la que sufrimos, que es sanitaria, de valores, etc., el concepto de seguridad afecta muchos ámbitos. No es solo la seguridad física de si serás víctima de un robo, sino la seguridad por el puesto de trabajo, la seguridad por la vivienda, por la educación de tus hijos. Y a menudo, cuando la gente expresa su inseguridad, es difícil que lo concrete en un aspecto definido. Yo piso bastante el territorio y me reúno mucho con la ciudad. Ya he hecho dos rondas por los distritos, reuniéndome con los consejos de seguridad. La conclusión a la cual siempre llegamos es que no hablamos tanto de inseguridad como de incivismo: el bus que no te deja dormir, los restos de los perros, el estado del espacio público, que afecta también el Ayuntamiento.

¿Inseguridad se confunde a menudo con incivismo?
Sí, muchas veces sí. Hay problemas importantes de convivencia. Este verano, ha habido una gradación de problemas, que debemos afrontar. Pero yendo al núcleo, Barcelona tiene un problema de delincuencia de bajo nivel. Respecto de los delitos contra las personas, que son los realmente graves, tiene unos estándares no solo homologables, sino probablemente muy mejores que ciudades como las que nos tenemos que asemejar. Es decir, en homicidios, asesinatos o crimen organizado dentro de la ciudad. Tenemos un problema de multi reincidencia, tenemos un problema con los hurtos. Este es un problema que da una sensación de inseguridad difusa y que proviene de esto. No es un problema muy grave pero sí muy molesto, muchas veces derivado no solo de la problemática de la ciudad sino de una determinada legislación. Por otro lado, también nos estamos dando cuenta -y la pandemia lo ha puesto de manifiesto- de lo pequeña que es la ciudad. Tenemos ciento kilómetros cuadrados. Si sacamos Montjuic y el Tibidabo, vivimos 15.000 personas por kilómetro cuadrado. En una situación de tensión de todo tipo, esto crea una situación de irritabilidad extraordinaria, que después se traduce en este tipo de comportamientos y de reacciones a estos comportamientos. Sí, tenemos un problema de seguridad y después tenemos un problema de percepción, y las percepciones son muy difíciles de tumbar. Hay un dato que es significativo, cuando se pregunta a la gente si considera que la ciudad es segura, el porcentaje de los que la consideran insegura es muy superior a los que consideran inseguro su barrio. Excepto Ciutat Vella, que es otro caso, en el resto es mucho más alto el porcentaje de la gente que dice que la ciudad es insegura que el que te dice que su barrio es inseguro. Hay también un hecho objetivo, que es el incremento importante de efectivos policiales en los últimos dos años. Barcelona tenía un problema de dotación policial, tanto por parte del Ayuntamiento como de la Generalitat. No olvidamos que la responsabilidad última de la seguridad ciudadana la tiene la policía integral del país, que son los Mossos d’Esquadra. También había el problema de desconfianza que había entre la Guardia Urbana y el poder político, que creo que es uno de los temas que hemos trabajado bien en el último periodo, tanto desde el Ayuntamiento como del departamento de Interior. Este ha sido un verano muy convulso, pero la alcaldesa ha estado en contacto permanente con los comanaments policiales y conmigo mismo.

¿Qué medidas pueden estar en el ámbito de la política municipal que tengan una efectividad para reducir estos brotes de violencia?
Nosotros hemos anunciado la creación de una mesa para una noche cívica y segura. Lo que queremos es entrar en debate con todos los sectores, del movimiento vecinal a los gremios afectados, el sector del turismo, los servicios sociales. Constatamos que tenemos un ocio vinculado al uso indiscriminado de alcohol. Queremos hacer un debate propositivo: que el representante del ocio nocturno pueda explicarse ante el de la asociación de vecinos y al revés. Queremos superar la coraza exclusivamente policial e ir al fondo del problema, y debatir sobre el modelo de ocio nocturno. Este verano hemos visto los botellones, agraviados por la pandemia, pero los botellones han existido siempre. Hay que tener presente la irritabilidad que ha supuesto la pandemia. Quién vive en una casa de 120 metros cuadrados lo ha vivido de una manera, pero quien vive en una de 45 metros donde conviven tres generaciones lo ha vivido de otra.

¿Cómo está funcionando la coordinación con los Mossos?
Muy bien. Esta es una de las cosas que yo me impuse. Asumí la tenencia de alcaldía de seguridad en un momento en el que la seguridad era la principal preocupación de la ciudad, y en el que había una situación de desconfianza entre los cuerpos policiales. Hemos visto una situación penosa de cargarse una resolución en el Parlamento de apoyo a los cuerpos policiales. Me propuse recomponer las relaciones entre la Guardia Urbana y Mossos, que nosotros mirábamos de reojo, y estoy muy satisfecho de cómo ha ido, tanto a nivel de responsables como a pie de calle. Las relaciones personales también son básicas y tengo con el conseller Elena una magnífica interlocución.

¿Y con el resto de policías?
Con la Guardia Civil, tenemos una relación más periférica porque tiene otras competencias. Con la Policía Nacional sí que tenemos más relación, por ejemplo con operaciones contra la multirreincidencia. Hay una buena relación entre todas las policías. Siempre he repetido el principio que toda policía en Barcelona es policía de Barcelona, a pesar de que cada cual llevará su uniforme. Es obvio que hoy en día Mossos y Guardia Urbana están prácticamente a la par en cuanto a despliegue en la ciudad con unos 3.000 a 3.500 efectivos cada cuerpo. La presencia de la Policía Nacional es muy menor y más administrativa, con gestiones de pasaportes y documentos de identidad.

¿Y en cuanto al área metropolitana, hay una buena coordinación entre las policías?
Bien, este es uno de los problemas que tenemos. No hay ningún instrumento de coordinación metropolitana en materia de seguridad. Formal, no. Hay de informales. Hay 27 municipios y cada uno tiene su policía municipal. Y los Mossos tienen tres regiones policiales por este territorio. Pero hay cinco municipios que tendrían que tener más coordinación, que son Barcelona, la Hospitalet, Badalona, Santa Coloma y San Adrià. Aquí tenemos relaciones informales. Estuve con la alcaldesa de San Adrià hace poco, y está en una región policial donde la capital está en Granollers, pero dónde hay Sabadell, Terrassa, Mataró, Sant Cugat, Rubí. Es decir, esta región va de la cumbre de Sant Llorenç en la playa de San Pol, y desde el Cerro del Hombre en las playas de Sant Adrià de Besòs. Esto dificulta las cosas. Haría falta un instrumento de mínima coordinación metropolitana. Y que lo dirigieran los Mossos, no pido ningún protagonismo.

Tiene una larga trayectoria política muy ligada en el área de Interior. Recuerdo que hace años, el primer ministro francés Lionel Jospin, un dirigente socialista, dijo que el orden público también era un valor progresista, si era «un orden compartido». Quizás en nuestro país esto todavía es difícil de asumir. ¿Cree que a la sociedad catalana, en general, todavía le falta una cultura de seguridad?
Totalmente. El hecho de no haber tenido durante muchos años instituciones propias hace que desconfiamos de las instituciones propias que tenemos. Esto puede tener sus virtudes pero tiene sus inconvenientes. En Madrid, el Teatro Real lo hace el Estado, en Cataluña el Liceo lo hace la burguesía. El mismo podemos decir del Palau de la Música y de muchas más instituciones. Hay una desconfianza en todos los estamentos sociales respecto de las instituciones estatales. Hay una alma anarquista.

Fotografia: Josep Grau-Soldevila (izquierda) y Carles Grau (derecha)

CARLES GRAU: «CON LA TECNOLOGÍA SE PUEDE COMBATIR LA BRECHA DIGITAL»

El director general de la fundación Mobile World Capital Barcelona considera que el sector tecnológico es estratégico para impulsar el crecimiento de la metrópolis

Por Josep Grau-Soldevila

La MWC Barcelona (Mobile World Capital) es la fundación promovida por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación digital, la Generalitat de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona, la Fira de Barcelona y el propio GSMA (entidad organizadora del Mobile). La MWC Capital BCN está presidida por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Carles Grau es el director general desde el 2017. Grau es un ingeniero Industrial con una destacada trayectoria profesional en el ámbito de las TIC, y ha ocupado cargos en empresas multinacionales del sector.

Después de este “annus horribilis”, tenemos Mobile en Barcelona hasta el 2024, ¿cómo ve la continuidad del acontecimiento?
El acuerdo con la GSMA lo tenemos garantizado hasta el 2024, de hecho, era hasta el 2023, pero se llegó a un acuerdo para alargar un año más dada la situación de emergencia sanitaria. Ahora hay que iniciar un nuevo proceso, el Mobile se acuerda por periodos de cinco años, esto nos permitiría tener Mobile en Barcelona hasta el 2029, el proceso se iniciará el 2023.

Han sido dos años muy difíciles para el Mobile a causa del COVID: el febrero del 2020 se suspendió el Mobile y este 2021 se ha celebrado con muchas limitaciones por la emergencia sanitaria, con un formato de asistencia que mezclaba el presencial y el virtual.
Es evidente que la emergencia sanitaria lo ha complicado todo, aun así, este año hemos tenido 20.500 asistentes presenciales y 100.000 asistentes en línea. Los patrones de la Capital y GSMA se han comprometido y han hecho un gran esfuerzo para hacerlo con la máxima seguridad. La Fira también ha hecho un esfuerzo extraordinario para desplegar todas las recomendaciones sanitarias. De hecho, el Mobile 2021 fue el primer congreso ferial a nivel mundial que contó con más de 20.000 asistentes.

¿Éste será el formato para futuras ediciones?
Todo apunta que este formato híbrido se mantendrá, y a medida que los países vayan entrando en la normalidad de la crisis sanitaria mundial se mejorará su presencialidad. Este modelo ha llegado para quedarse. La GSMA está trabajando para que 2024 podamos tener unos 150.000 asistentes y un 1 millón en línea.

Los últimos años el Mobile ha aportado a la economía de la región metropolitana alrededor de 350-400M€ en 4 días. ¿Cómo puede afectar la crisis del COVID este nuevo formato?
El Mobile de Barcelona es cuatro veces más grande que el de Los Angeles y dos veces más que el de Shangái. La MWC Barcelona es la única entidad en el mundo que se ha creado como legado del Mobile, no existe otra entidad jurídica como “la capital”. Es más un acontecimiento tecnológico que una feria de dispositivos, a parte que sitúa en Barcelona como su capital mundial. La Capital desarrolla actividades todo el año, 360 días, antes y después de la fiesta de cuatro días, en Barcelona, en Cataluña y también por España.

Estos días hemos visto que Microsoft ha anunciado la creación de un centro europeo de investigación de inteligencia artificial (AI) en Barcelona. Una compañía de la cual usted fue director general.
Microsoft hace tiempo que desarrolla programas colaborativos para centros de investigación en todo el mundo. Actualmente, el vicepresidente de la compañía en este ámbito es Jordi Ribas, un manresano que lleva más de diez años en centros colaborativos distribuidos fuera de Richmond (EE. UU.) y en Cambridge. Microsoft ha tomado la decisión de apostar por Barcelona, dotando este centro de recursos, con la previsión de dotarlo de 120 profesionales en dos años. En definitiva, es una muy buena noticia para Barcelona. Es un hecho que multinacionales como Nestlé, Novartis, Zurich, Amazon, y ahora Microsoft, instalan un centro de investigación en la metrópolis. Los directivos a menudo comentan que tomaron la decisión después de participar en un Mobile. Vinieron a un Mobile, aprovecharon para hacer convenciones internacionales con directivos, y descubrieron su clima, la seguridad, la conectividad, la calidad de vida, la cultura… y la capacitación digital y el talento digital que tiene la ciudad. La decisión ha sido invertir en centros de investigación y desarrollo digital en Barcelona, algunas de ellos con más de 500 profesionales que prestan servicios corporativos al resto del mundo.

Es evidente que la tecnología de generación 5G está en despliegue comercial, permite funcionalidades técnicas y aplicaciones muy potentes. Todo indica que hay dos grandes tendencias, incluso regulatorias: una en América, liderada por EE. UU., y el otra Asia-Pacífico, liderada por China; Europa parece pendiente de qué posición tomar, y aquí la industria juega fuerte, que son players del Mobile.
Cuando analizas las conclusiones del World Economic Forum y otros organismos existe una relación directa entre la sociedad del bienestar, el desarrollo económico y la investigación. EE. UU. lidera todo lo que tiene que ver con cloud y las redes sociales, a través de grandes multinacionales americanas; por la otra parte, China lidera las tecnologías IoT y las infraestructuras de redes de 5G, y Midel-Este por Israel en ciberseguridad.
Europa tiene todas las piezas para desarrolar una política potente de investigación, y creo que tiene la oportunidad de liderazgo en tres líneas, los estándares de Industria 4, donde el modelo alemán está jugando un importante papel referente global. La otra, alrededor del humanismo tecnológico y gobernanza de los datos. Los datos son un activo, y la utilización de grandes volúmenes de datos con tecnologías de inteligencia artificial permite experiencias para tomar decisiones y actividad económica. Aquí hay dos modelos, el de las grandes multinacionales, principalmente americanas, que utilizan los datos con fines comerciales, y otro que es la utilización de los datos con el reconocimiento facial por parte del sector público, que lo vemos de manera clara con el gobierno chino, y veo el modelo europeo que es el de empoderarnos para formarnos y tomar decisiones alrededor de nuestros datos, para temas de salud, administración electrónica, etc. En definitiva, un modelo de gobernanza que permita la participación y qué pueden hacer con nuestros datos. Pienso que Europa, en estos aspectos más éticos y humanísticos, más de gobernanza, puede jugar un papel referente, por la propia estructura de sociedad del bienestar, sostenibilidad, la economía circular, puede ser un liderazgo de Europa, con una política orquestada de investigación y desarrollo más integrada, donde la tecnología juegue un papel clave.
Precisamente llevamos en Barcelona uno de los primeros acontecimientos mundiales, una sugerencia también de John Hoffman, en nuevos materiales de frontera, que vas más allá del grafeno o litio que afecta muchas industrias, como los dispositivos móviles o las baterías de gran consumo como el automóvil. En esta línea, Europa tiene la oportunidad de jugar un papel referente para liderar estos espacios a nivel global.

Ha hablado varias veces de la participación público-privado para las infraestructuras tecnológicas. ¿Cree que Barcelona y su metrópoli permite este modelo de colaboración?
He estado trabajando cuatro años en la MWC con un peso público importante, e históricamente también en el sector privado en compañías tecnológicas, en muchos casos que trabajaban para el sector público, y puedo decir que las complicidades efectivas entre agentes público y privados han hecho que se puedan hacer cosas de más impacto y más rápido obteniendo muchos buenos resultados si se genera un clima de confianza. Aquí tenemos una gestión privada más ágil y orientada a la rentabilidad, el público, con las dificultades de contratación, pero con orientación social, veo que, cuando se identifican áreas de colaboración aspiracionales y de futuro, se zanjan con compromisos, y se llegan a conseguir cosas extraordinarias.
Nuestra Fundación MWC es pequeña, joven y de pocos recursos; cuando analizas el impacto económico de la semana del congreso de unos 470M€ y 16.000 puestos de trabajo, las actuaciones de la Capital todo el año se duplica la cifra de la semana del Mobile, este colaboración público -privada está funcionando en tres ejes, un impulso de las Instituciones de la ciudad de Barcelona, un acompañamiento privado de los operadores y la industria tecnológica del país, y después una internacionalización que el Mobile nos da. Esta estructura poliédrica basada en estos ejes nos permite ser capaces de hacer cosas extraordinarias, superando los complejos históricos de que si somos capaces de liderarlo. Somos los primeros en el mundo en utilizar 5G en la salud para operaciones de cirugía, y esto tiene un impacto social importantísimo, esto llega a la gente.

En este sentido, ¿han analizado el impacto social que aporta el Mobile en Barcelona?
En este sentido impulsamos desde la Capital durante unos cuántos años el laboratorio de innovación BeeLab con resultados muy interesantes y empresas innovadoras, una de ellas de dispositivos para detectar ataques epilépticos y gestionar la movilidad de los afectados, esta empresa está a nivel internacional.
La Fundación ha impulsado el “robot emocional”, un robot fabricado por una compañía catalana que, mediante inteligencia artificial, da teleasistencia y acompaña a gente mayor de riesgo y ayuda a mejorar la calidad de vida de gente que vive sola a poder comunicarse con sus familiares. Ahora estamos trabajado con la brecha digital, nos hemos dado cuenta con la emergencia sanitaria de que una parte de la población no estaba conectada, estaba en emergencia digital: hemos desarrollado un proyecto en Nou Barris de Barcelona que ha permitido dotar de equipos, conectividad y formación más de 540 familias en riesgo de exclusión, esto ha sido posible gracias a la solidaridad y la generosidad de los operadores.
El éxito del programa de la MWC Barcelona ha hecho patente como la tecnología puede combatir la brecha. Se inició en la región metropolitana y se ha extendido a casi veinte territorios de Cataluña, y ahora a otros lugares de España.

ELSA ARTADI: «EL ACTUAL GOBIERNO DE BARCELONA ES EL MENOS METROPOLITANO QUE HEMOS TENIDO NUNCA»

La líder del grupo de Junts en el Ayuntamiento de Barcelona explica su proyecto y hace un análisis crítico del estado de la ciudad, que considera que tiene que recuperar liderazgo y capacidad de tracción

Por Pep Martí
Elsa Artadi (Barcelona, 1976) es economista por la UPF y cursó el doctorado en la Universidad de Harvard, becada por la Fundación la Caixa. Ha sido profesora de Economía en diversas universidades, entre ellas la Bocconi de Milán, y miembro del comité científico del Banco Mundial en Casablanca. Ya en el sector público, donde entró como asesora del consejero Andreu Mas-Colell, ha ejercido de directora general de Tributos, consejera de la Presidencia y portavoz del Govern. Actualmente lidera el grupo de Junts en el Ayuntamiento de Barcelona. En esta entrevista, Elsa Artadi explica su proyecto de ciudad y realiza un análisis crítico del estado de Barcelona, que considera que debe recuperar liderazgo y capacidad de tracción.

¿La elaboración de un proyecto alternativo de ciudad implica forzosamente una contraposición total a la actual gestión?

Al menos mayoritaria, viendo el resultado que están dando estos seis años, y especialmente los últimos dos, de tripartito de facto en la ciudad de Barcelona. Los comunes están gobernando con los socialistas y con la complicidad activa de Esquerra Republicana. Es una gestión que se percibe en todos los ámbitos de la ciudad, con una degradación muy obvia que se traslada a todos los espacios, desde la seguridad a la actividad económica, o a la limpieza. Nosotros queremos transformar la ciudad y generar una alternativa a estos años que estamos viviendo, en los que la ciudad, en vez de liderar, se degrada. Es necesario hacer una enmienda a la totalidad en todas las áreas.

¿Existe un tripartito de facto?

Creo que no hace falta que lo diga yo, lo dicen las votaciones en los plenarios, lo vemos en la aprobación de ordenanzas fiscales y en todas las iniciativas, desde cortar calles que provocan el caos circulatorio hasta el escepticismo obtenido de los tres partidos cuando hemos lanzado iniciativas para reforzar a la Guardia Urbana.

¿Cómo cree que funciona el AMB?

El AMB sirve para coordinar determinados servicios. Si tenemos que ser críticos, seguramente es la institución vista con más lejanía por la ciudadanía, la que entiende menos. Quizá esté por detrás de la percepción que se tiene de las diputaciones. Pero creo que la coordinación metropolitana va más allá. Se trata de poner en marcha proyectos con los alcaldes que vayan más allá de una frontera administrativa, y eso no está ocurriendo.

En algún momento, desde algunos sectores habían defendido la elección del presidente del AMB.

El peso que tiene Barcelona respecto al resto de municipios es muy desigual. Tiene sentido que Barcelona presida el Área. Pero esto debe ir acompañado de un liderazgo que refleje la importancia que tiene la ciudad.

En esta línea de visión metropolitana, ¿hay alguna iniciativa que debería ponerse en marcha?

El primer reto que tenemos es la mobilidad. Para que exista una integración sostenible, potente, de futuro, es necesario vertebrar la movilidad. Y ahí deben poder decir la suya los municipios del AMB y la región metropolitana. En este ámbito, debemos separar bien el gran reto, que es la entrada y salida diaria de Barcelona, ​​que ahora mismo es catastrófica. Tenemos miles de personas que vienen en coche pero que preferirían no hacerlo. Éste es el gran reto. El 85% de los que vivimos y trabajamos en Barcelona no utilizamos vehículo privado. El problema no lo estamos generando nosotros, sufrimos sus consecuencias. Pero no podemos poner trabas a los coches que entran sin darles una alternativa. Porque, entonces, lo que haces es ahogar la ciudad, ahogas a estas personas.

Debe resolverse el problema de accesos a la ciudad, sobre todo con una alternativa de transporte público que funcione. Y aquí no vemos ningún tipo de diligencia. Yo nunca he oído a la alcaldesa hablar de cercanías o ir a exigir a sus compañeros de partido en Moncloa que afronten este problema. Ahora tenemos unos convoyes que son impuntuales y con una capacidad en horas punta por encima del 100%. Mucha gente coge el coche y no sube a Cercanías porque literalmente no cabe. Y, después, está el tema de cómo gestionamos la movilidad dentro de la ciudad. Lo que se ha hecho juega en contra de una movilidad fluida: poniendo trabas en las motos, obstáculos en toda la ciudad, reduciendo carriles. Y esto genera colapso y mayor contaminación. Lo que se hace para reducir la contaminación se ve contrapuesto por el caos circulatorio que tenemos. No se ha hecho nada por gestionar mercancías, cada día hay menos plazas para mercancías. No hay cargadores eléctricos.

Un tema que hemos trabajado es que tenemos plazas de aparcamiento subterráneo que no están siendo utilizadas al 100%. Se debe poder sacar vehículo de superficie, pero dando una alternativa. Lo único que se ha hecho ha sido cortar calles y pintarlas.

Si tuviera que señalar los otros retos pendientes que ve en la ciudad, ¿cuáles serían?

La seguridad, el nuevo clásico que había dejado de serlo. Esto me preocupa porque es la primera política del estado del bienestar. También las trabas democráticas y la normativa absurda que tenemos en el Ayuntamiento, que impide una actividad económica dinámica. La carencia de interlocución es muy problemática. Una de las cosas que se hicieron en la etapa de Xavier Trias fue un plan de distritos para ayudar a las licencias. Que haya que esperar ocho meses para obtener una licencia es aberrante.

De pequeña, como explicó en la presentación de su proyecto el 7 de octubre en el cine Phenomena, jugaba en el laberinto de Horta. ¿Conseguía encontrar la salida?

Yo tuve la suerte, en aquellos momentos, de ir con mis primos, que eran mayores. Era como Alicia en el país de las maravillas. La cuestión es si salimos ahora, del laberinto, el laberinto de circular por Barcelona, de abrir un negocio, de tener oportunidades para todos y de poder ir tranquilo de noche.

SALVADOR ALEMANY: «EL ENEMIGO SON LAS EMISIONES DE DIÓXIDO DE CARBONO, NO EL COCHE»

El presidente de Saba Infraestructuras y patrón de la Fundación “la Caixa” y del Instituto Cerdà considera que el objetivo de protección del medio ambiente es compatible con el de garantizar la movilidad necesaria para que Barcelona continúe siendo una metrópoli

Por Pep Martí

Salvador Alemany (Barcelona, 1944) nació en el barrio del Raval, en el seno de una familia de comerciantes. Entonces, el Gran Teatro del Liceo, a pesar de que lo tenía físicamente bien cerca, era para él una cosa mentalmente lejana. Ahora preside desde hace cinco años la Fundación de la institución operística, donde acaba de ser renovado en el cargo. El joven del Raval se abrió camino, empezando en el sector de la auditoría, la informática y la banca y, a partir de 1986, siguiendo siempre ligado al sector de la automoción y la movilidad, aprovechando la experiencia adquirida en tiempo de estudiante, cuando su padre abrió un pequeño garaje cerca de la Sagrada Familia. Ha sido presidente de Abertis y ahora preside Saba Infraestructuras y es patrón de la Fundación “la Caixa” y del Instituto Cerdà. Pero sus intereses siempre han sido muy diversos (ha ejercido como presidente del Gremio de Garajes y el Asociación Española de Aparcamientos y Garages, presidente de Cruz Roja de Barcelona, como presidente del Círculo de Economía, del CAREC, y del Consejo Social de la UB, presidente del Barça de baloncesto y cofundador del Euroleague…) y sus reflexiones suelen ir más allá de un interés sectorial.

Es evidente que el reto climático se ha convertido ya en una prioridad de presente. Aquí encontraríamos seguramente un gran consenso social e institucional. Y a la vez hay el reto de preservar Barcelona como gran metrópoli del Mediterráneo. ¿Hasta qué punto son compatibles los dos retos?
Deben ser compatibles. No podemos ignorar la problemática del cambio climático, especialmente en cuanto a la calidad del aire que respiramos. Aquí hay que distinguir entre el gran problema planetario y el problema específico que nosotros vivimos. Respecto al primero, tenemos una influencia relativamente pequeña. Todo cuenta, pero será pequeña. En relación con la calidad del aire que respiramos, la incidencia de las decisiones que tomemos es muy importante. Aun así hay que proteger el equilibrio, no tendría ningún sentido adoptar medidas que llegaran a ahogar el progreso y la potencialidad de nuestra ciudad. Y, por lo tanto, deben ser compatibles con las medidas que se tomen sobre el efecto medio ambiental y de la calidad y bienestar de nuestra población.

¿Existe el riesgo de confundirnos de enemigo? ¿Tendría que ser el coche el objetivo a combatir?
No debemos confundirnos de enemigo. El enemigo son las emisiones de dióxido de carbono, no es el coche, no es la movilidad. Consiguientemente, hay que gestionar la movilidad de manera coherente con el objetivo de protección del medio ambiente, pero a la vez mantener la movilidad necesaria para hacer que Barcelona continúe siendo la metrópoli que ha sido y que la ha llevado a lo que es hoy.

¿Hasta qué punto hay intervenciones urbanísticas en estos momentos en Barcelona que pueden afectar la capacidad de la infraestructura viaria?
Que se han tomado medidas -espero que de manera puntual- que afecten a la capacidad de la infraestructura viaria es muy evidente. Otra cosa es que estas medidas sean coyunturales debido a la pandemia o que queden establecidas. Confío en que estamos a tiempo de revertir la situación.

¿Habría algún ejemplo muy evidente de esto?
Especialmente me preocupan las medidas adoptadas para la restricción de la movilidad en los accesos en la ciudad. Los accesos en la ciudad son vitales para que Barcelona continúe siendo una ciudad abierta. Y se han adoptado algunas decisiones que afectan precisamente estos accesos y también en el área metropolitana.
Por otro lado, hay algunos direccionamientos dentro de la ciudad que están solo orientados a que algunas vías no se utilicen, para desmotivar el uso del vehículo privado. Puedo entender el objetivo pero no comparto la manera de conseguirlo, porque entiendo que el balance es negativo, incluso en términos de contaminación.

¿Barcelona y su área metropolitana disponen de un parque suficiente de aparcamientos?
En general, diría que tanto en Barcelona como para el área metropolitana, la red de aparcamientos está mucho por encima de la media latina. Si comparamos Barcelona con Roma, por ejemplo, no hay color. Barcelona tiene una red de aparcamientos públicos extraordinaria. Con otras ciudades italianas también, pero quizás no tanto. No tenemos nada que envidiar a París o Londres. Ahora bien, no podemos comparar las necesidades superiores de una ciudad latina con las que pueda tener una ciudad como Los Angeles o San Francisco, o incluso Estocolmo. Son configuraciones urbanas diversas que no son comparables. Con urbanismo intenso y híbrido como el nuestro, donde vivienda, oficina y comercio comparten el espacio, la situación es muy exigente en el uso eficiente del espacio. Barcelona, desde hace cincuenta años y pico, y el área metropolitana en parte también, se ha ido dotando de una muy buena red de aparcamientos públicos subterráneos.

Ha mencionado Roma y Estocolmo. ¿Qué ciudades de nuestro entorno están haciendo políticas de movilidad que tendríamos que tomar como referencia?
Esta es una pregunta que me han hecho muchas veces y reconozco que no tengo una respuesta. Cada ciudad y cada barrio tiene unas características peculiares. El aparcamiento tiene sentido en función que se haya construido de acuerdo con la configuración demográfica cuantitativa y cualitativa de cada barrio. Resulta muy difícil de comparar. Por ejemplo, creo que el barrio de Salamanca, e incluso Madrid central, tiene una dotación similar al de Barcelona. Más recientemente, Lisboa y Oporto. Estamos hablando de ciudades latinas con edificios construidos hace más de setenta años, sin aparcamiento propio. En el caso de Roma, es muy difícil trabajar el subterráneo por su peculiaridad arqueológica.

¿No tiene miedo que su discurso pueda ser definido como simplemente «desarrollista»?
No, somos un agente útil para la lucha contra las emisiones, pero queremos que un manresano, un villafranquino o un mataronino pueda ir al Liceo y pueda venir a comprar o a hacer cualquier otra gestión. Porque, si no, morirá todo el terciario de Barcelona. Aquella persona de Lleida, o de Anglesola -que era el pueblo de mi padre- o de más allá de Cataluña, cuando venga, pueda hacerlo con el medio que le sea más cómodo, pero progresivamente menos contaminante. Esta es la ciudad y el país que todos debemos defender.

ALBERT BATLLE: «NO TENEMOS UN PROBLEMA DE POLICÍA, SINO DE DEGRADACIÓN DEL ENTORNO URBANO»

El responsable del área de Prevención y Seguridad del ayuntamiento de Barcelona considera que uno de los problemas actuales es la carencia de instrumento de coordinación metropolitana en materia de seguridad

Por Pep Martí
Lleva diecisiete años dedicado a temas de seguridad pública, desde que el conseller de Justicia del primer Gobierno tripartito, Josep Maria Vallès, le ofreció la secretaría de Servicios Penitenciarios. Después vendría la dirección adjunta de la Oficina Anti-Fraude, la dirección general de la Policía de Cataluña y, en estos momentos, la quinta tenencia de alcaldía de Barcelona y la responsabilidad del área de Prevención y Seguridad. Albert Batlle (Barcelona, 1953) es abogado de formación y conoce a fondo el funcionamiento de la administración pública, desde que el 1983 entró como regidor de Deportes dentro del equipo del alcalde Pasqual Maragall. En esta entrevista, analiza la situación en una carpeta que siempre es delicada y que ahora está bajo un intenso debate público.

La seguridad se ha situado en medio del debate sobre la ciudad. ¿Barcelona es una ciudad segura?
No se puede responder a esta pregunta con un sí o uno no rotundo. Tendríamos que empezar por decir qué es la seguridad, un concepto cada vez más líquido. Recientemente, The Economist situaba Barcelona como la undécima ciudad más segura del mundo y la cuarta de Europa. Se tendría que hacer un análisis cualitativo del concepto de seguridad. En una situación de crisis como la que sufrimos, que es sanitaria, de valores, etc., el concepto de seguridad afecta muchos ámbitos. No es solo la seguridad física de si serás víctima de un robo, sino la seguridad por el puesto de trabajo, la seguridad por la vivienda, por la educación de tus hijos. Y a menudo, cuando la gente expresa su inseguridad, es difícil que lo concrete en un aspecto definido. Yo piso bastante el territorio y me reúno mucho con la ciudad. Ya he hecho dos rondas por los distritos, reuniéndome con los consejos de seguridad. La conclusión a la cual siempre llegamos es que no hablamos tanto de inseguridad como de incivismo: el bus que no te deja dormir, los restos de los perros, el estado del espacio público, que afecta también el Ayuntamiento.

¿Inseguridad se confunde a menudo con incivismo?
Sí, muchas veces sí. Hay problemas importantes de convivencia. Este verano, ha habido una gradación de problemas, que debemos afrontar. Pero yendo al núcleo, Barcelona tiene un problema de delincuencia de bajo nivel. Respecto de los delitos contra las personas, que son los realmente graves, tiene unos estándares no solo homologables, sino probablemente muy mejores que ciudades como las que nos tenemos que asemejar. Es decir, en homicidios, asesinatos o crimen organizado dentro de la ciudad. Tenemos un problema de multi reincidencia, tenemos un problema con los hurtos. Este es un problema que da una sensación de inseguridad difusa y que proviene de esto. No es un problema muy grave pero sí muy molesto, muchas veces derivado no solo de la problemática de la ciudad sino de una determinada legislación. Por otro lado, también nos estamos dando cuenta -y la pandemia lo ha puesto de manifiesto- de lo pequeña que es la ciudad. Tenemos ciento kilómetros cuadrados. Si sacamos Montjuic y el Tibidabo, vivimos 15.000 personas por kilómetro cuadrado. En una situación de tensión de todo tipo, esto crea una situación de irritabilidad extraordinaria, que después se traduce en este tipo de comportamientos y de reacciones a estos comportamientos. Sí, tenemos un problema de seguridad y después tenemos un problema de percepción, y las percepciones son muy difíciles de tumbar. Hay un dato que es significativo, cuando se pregunta a la gente si considera que la ciudad es segura, el porcentaje de los que la consideran insegura es muy superior a los que consideran inseguro su barrio. Excepto Ciutat Vella, que es otro caso, en el resto es mucho más alto el porcentaje de la gente que dice que la ciudad es insegura que el que te dice que su barrio es inseguro. Hay también un hecho objetivo, que es el incremento importante de efectivos policiales en los últimos dos años. Barcelona tenía un problema de dotación policial, tanto por parte del Ayuntamiento como de la Generalitat. No olvidamos que la responsabilidad última de la seguridad ciudadana la tiene la policía integral del país, que son los Mossos d’Esquadra. También había el problema de desconfianza que había entre la Guardia Urbana y el poder político, que creo que es uno de los temas que hemos trabajado bien en el último periodo, tanto desde el Ayuntamiento como del departamento de Interior. Este ha sido un verano muy convulso, pero la alcaldesa ha estado en contacto permanente con los comanaments policiales y conmigo mismo.

¿Qué medidas pueden estar en el ámbito de la política municipal que tengan una efectividad para reducir estos brotes de violencia?
Nosotros hemos anunciado la creación de una mesa para una noche cívica y segura. Lo que queremos es entrar en debate con todos los sectores, del movimiento vecinal a los gremios afectados, el sector del turismo, los servicios sociales. Constatamos que tenemos un ocio vinculado al uso indiscriminado de alcohol. Queremos hacer un debate propositivo: que el representante del ocio nocturno pueda explicarse ante el de la asociación de vecinos y al revés. Queremos superar la coraza exclusivamente policial e ir al fondo del problema, y debatir sobre el modelo de ocio nocturno. Este verano hemos visto los botellones, agraviados por la pandemia, pero los botellones han existido siempre. Hay que tener presente la irritabilidad que ha supuesto la pandemia. Quién vive en una casa de 120 metros cuadrados lo ha vivido de una manera, pero quien vive en una de 45 metros donde conviven tres generaciones lo ha vivido de otra.

¿Cómo está funcionando la coordinación con los Mossos?
Muy bien. Esta es una de las cosas que yo me impuse. Asumí la tenencia de alcaldía de seguridad en un momento en el que la seguridad era la principal preocupación de la ciudad, y en el que había una situación de desconfianza entre los cuerpos policiales. Hemos visto una situación penosa de cargarse una resolución en el Parlamento de apoyo a los cuerpos policiales. Me propuse recomponer las relaciones entre la Guardia Urbana y Mossos, que nosotros mirábamos de reojo, y estoy muy satisfecho de cómo ha ido, tanto a nivel de responsables como a pie de calle. Las relaciones personales también son básicas y tengo con el conseller Elena una magnífica interlocución.

¿Y con el resto de policías?
Con la Guardia Civil, tenemos una relación más periférica porque tiene otras competencias. Con la Policía Nacional sí que tenemos más relación, por ejemplo con operaciones contra la multirreincidencia. Hay una buena relación entre todas las policías. Siempre he repetido el principio que toda policía en Barcelona es policía de Barcelona, a pesar de que cada cual llevará su uniforme. Es obvio que hoy en día Mossos y Guardia Urbana están prácticamente a la par en cuanto a despliegue en la ciudad con unos 3.000 a 3.500 efectivos cada cuerpo. La presencia de la Policía Nacional es muy menor y más administrativa, con gestiones de pasaportes y documentos de identidad.

¿Y en cuanto al área metropolitana, hay una buena coordinación entre las policías?
Bien, este es uno de los problemas que tenemos. No hay ningún instrumento de coordinación metropolitana en materia de seguridad. Formal, no. Hay de informales. Hay 27 municipios y cada uno tiene su policía municipal. Y los Mossos tienen tres regiones policiales por este territorio. Pero hay cinco municipios que tendrían que tener más coordinación, que son Barcelona, la Hospitalet, Badalona, Santa Coloma y San Adrià. Aquí tenemos relaciones informales. Estuve con la alcaldesa de San Adrià hace poco, y está en una región policial donde la capital está en Granollers, pero dónde hay Sabadell, Terrassa, Mataró, Sant Cugat, Rubí. Es decir, esta región va de la cumbre de Sant Llorenç en la playa de San Pol, y desde el Cerro del Hombre en las playas de Sant Adrià de Besòs. Esto dificulta las cosas. Haría falta un instrumento de mínima coordinación metropolitana. Y que lo dirigieran los Mossos, no pido ningún protagonismo.

Tiene una larga trayectoria política muy ligada en el área de Interior. Recuerdo que hace años, el primer ministro francés Lionel Jospin, un dirigente socialista, dijo que el orden público también era un valor progresista, si era «un orden compartido». Quizás en nuestro país esto todavía es difícil de asumir. ¿Cree que a la sociedad catalana, en general, todavía le falta una cultura de seguridad?
Totalmente. El hecho de no haber tenido durante muchos años instituciones propias hace que desconfiamos de las instituciones propias que tenemos. Esto puede tener sus virtudes pero tiene sus inconvenientes. En Madrid, el Teatro Real lo hace el Estado, en Cataluña el Liceo lo hace la burguesía. El mismo podemos decir del Palau de la Música y de muchas más instituciones. Hay una desconfianza en todos los estamentos sociales respecto de las instituciones estatales. Hay una alma anarquista.

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