JOSEP MAYORAL: «NO HAY UNA VISIÓN CLARA DE LA REGIÓN METROPOLITANA Y DE SU POTENCIALIDAD»

El ex alcalde de Granollers reflexiona sobre las comunicaciones, entendidas como un elemento clave de desarrollo y uno de los retos que aborda la capital del Vallès Oriental

Per Joan Foguet

Josep Mayoral (Granollers, 1954), ha sido alcalde de Granollers durante 18 años, hasta el marzo del mismo año 2022. Conoce bien el territorio y ha seguido la evolución de la Región Metropolitana. Como país, ¿tenemos las comunicaciones que nos merecemos?
Granollers es históricamente un cruce de caminos. Por eso la reflexión sobre las comunicaciones siempre ha estado muy presente en la ciudad. Es un elemento clave. Y en esta reflexión hace falta hoy una mirada muy especial a las comunicaciones ferroviarias. Hay que sacar coches de la carretera y es necesario un sistema de transporte público eficiente que debe tener como centro de gravedad el tren. El plan de Rodalies apunta futuro. Necesitamos un metro regional de verdad que conecte la región metropolitana de una manera eficiente. Desde este punto de vista hay que mejorar lo que hay. Necesitamos unas mejores cercanías. Pero también es fundamental dar un salto adelante. Hay que romper con la radialidad de la red ferroviaria, es imprescindible la conexión ferroviaria entre los Vallesos.

Pero ¿cómo?
Un grave déficit del área metropolitana es que no ha desplegado su Plan Territorial. Recordemos que en la época del Quim Nadal de conseller y con Oriol Nel·lo se aprobó este Plan Territorial que explica el camino a seguir, pero desgraciadamente no se ha desplegado suficientemente. Ni en infraestructuras ni en sus órganos de gobernanza. El Plan debía desarrollarse a partir de una comisión paritaria entre Generalitat y mundo local. En los más de 10 años de vigencia del Plan esta comisión no se ha reunido ninguna vez. La primera y única reunión se realizó hace dos meses por insistencia de las ciudades del Arco Metropolitano. Actualizar y desarrollar el Plan Territorial de la Región Metropolita de forma consensuada es primordial. Y en el marco de este Plan, hay que reforzar la malla ferroviaria. Estando pasando cosas interesantes como el desdoblamiento de la R3 que está ya adjudicado en el tramo de Parets a La Garriga pero que tendrá que llegar a Vic y hasta Barcelona. También hay que conectar la R4 con la R8. Queremos ir en tren a Sabadell y a Terrassa. Hay que conectar los municipios del Arco Metropolitano. Recordemos que este ámbito es el 50% del PIB industrial del país. Y que tiene una dotación de infraestructuras claramente insuficiente.

¿Pesa mucho el barcelonacentrismo?
Me parece evidente. Por eso las ciudades metropolitanas decidimos hace años trabajar juntas y últimamente constituirnos como asociación, Arco Metropolitano. Es bueno recordar en cifras de inversión que el Plan Director de Infraestructuras 2000-2010, el 90% iban a la primera corona del área metropolitana y tan solo el 10% a la segunda corona. Por lo tanto un desequilibrio evidente. En el plan 2010-2020 avanzamos un poco, se pasó al 80% y al 20%, pero no corresponde a lo que corresponde a esta zona y a su peso específico.

¿Esto pasa por desconocimiento?
Es porque no hay una visión clara de la región metropolitana y de la potencialidad de la propia región. Las decisiones se toman mucho desde el ámbito central y pensando prioritariamente en el ámbito central. Hablamos mucho de la L9 y la L10 y en cambio no se habla de la conexión ferroviaria entre las comarcas del Arco. Olvidamos, por ejemplo, que una de las zonas más exportadoras de Cataluña es la suma de los dos Vallesos. Esta zona nunca ha tenido la musculatura de infraestructuras que necesitaba. Aquí hay grandes carencias provocadas por un déficit histórico de planeamiento territorial. Uno de los grandes méritos del gobierno tripartito fue formalizar un acuerdo entre primera y segunda corona y hacer el plan territorial después de muchos años de debate. Pero no se ha desplegado suficientemente.

¿Hay un problema de gobernanza? ¿La ordenación territorial es adecuada? ¿Hay que adoptar una manera diferente de tomar decisiones?
Hay que distinguir entre ordenación y organización. La ordenación territorial tuvo este episodio que comentaba del plan territorial, que tenía elementos muy positivos y explicaba cómo se tenía que crecer y en qué conurbaciones urbanas. Y otra cosa muy importante: protegía una parte de esta región metropolitana como espacios abiertos, libres de construcciones. Incorporaba también un factor de gobernanza: la comisión de ordenación metropolitana. Pero este instrumento hasta 2022 no se ha reunido.

El nombre no hace la cosa, pero parece que no es útil.
Hay que aprovechar lo que tenemos. Es un organismo de gobernanza, paritario, es un buen instrumento. El planteamiento territorial está bien hecho. Obviamente siempre hay que actualizarlo, ponerlo al día, pero hay una buena base. Lo que está encallada es la organización territorial. Este país tiene una inflación de administraciones. Hay que hacer un replanteamiento sobre esta cuestión. Me parece imprescindible. Pero para hacerlo sólo hay un camino y es el del consenso. El consenso para modernizar las estructuras organizativas del país.

No es una palabra que esté de moda últimamente.
No, no lo está pero es el único vector que nos puede generar esperanza. Es una asignatura pendiente. Hay que mirar más allá. En la Región Metropolitana y en el conjunto del país. Cuando me pregunta sobre el área metropolitana vale la pena recordar que está muy centrada en la gestión de sus 36 municipios. Y que hace un trabajo excelente. Pero es necesario un debate abierto e intenso sobre el futuro. Un debate que ahora mismo no está sobre la mesa.

Pero ¿tiene sentido entonces hablar de primera y segunda corona? ¿O son la misma cosa?
Preferimos hablar de Arco Metropolitano, porque los municipios de este ámbito no queremos ser segundos en nada. Somos el 48% del PIB industrial del país y la tercera parte del PIB catalán!! Y en cambio, en términos de inversión, somos sólo el 20% de la región metropolitana. Es bueno recordar que el 55% de la ciudadanía de la región vive en el área metropolitana y el 45% en el arco metropolitano.

Cuando se habla de movilidad, y quizá por el barcelocentrismo, parece que no se entienda que los problemas de congestión no nacen y mueren en Barcelona. O que hay personas que han de mover para trabajar. ¿Se conoce este arco metropolitano o como mínimo se tiene conciencia de ello? ¿Se entiende el hecho metropolitano como un todo?
Es un debate pendiente. El poder se articula alrededor de las grandes ciudades. Hay mucha confusión entre el concepto de área y región. Tenemos que pensar en términos de región metropolitana. Incluso habría que debatir si es la que en su día imaginamos y está en los papeles. Es evidente que hay un ámbito funcional que interactúa globalmente con diversas polaridades y que tiene como referencia Barcelona.

¿Qué ejemplos podríamos tener de otros lugares como París o Frankfurt?
Cuando nos comparamos con otras áreas creo que tenemos muchas ventajas. Podemos articular esta región mediante ciudades históricas. El policentrismo de esta región nos hace muy singulares y nos puede hacer mejores. Pero hay que dar valor a cada una de estas piezas, teniendo en cuenta sus características y aspiraciones.

Pero ¿tenemos suficientes singularidades o nos pelearemos por la misma cosa?
Cuando vamos a constituir la asociación Arco Metropolitano lo vamos a hacer convencidos de que nos toca sumar. Tenemos que sumar porque tenemos una masa crítica importante para poder dialogar con todos. Y es necesario que este debate territorial se haga desde la horizontalidad. Estamos en la época del país en red. Que las ciudades articulen territorio a partir de sus potencialidad, con núcleos muy fuertes y con flujos bien dirigidos donde todo el mundo debe tener el peso que le corresponda. Y nunca supeditado a los intereses de otras ciudades por grandes que sean. Tenemos que generar una región donde todo el mundo pueda desarrollar sus proyectos. Siempre reconociendo el papel clave de la ciudad de Barcelona.

Hace poco el alcalde de Cornellà, Antoni Balmón, propuso que hubiera una política metropolitana en cuestión de Seguridad, ¿qué opina?
Las ciudades del Arco Metropolitano tienen, también, como gran objetivo la cohesión social. No sólo hablamos de infraestructuras. Hablamos de lucha contra desigualdades y las segregaciones. Conviene una lectura integral de la región. En todos los ámbitos. Por ejemplo, en Medio Ambiente. Fijándose en él si va en coche en un día de fuerte contaminación por la autovía de Castelldefels verá que le limitan la velocidad para reducir emisiones. En cambio, si va por autopista hacia Granollers no le limitan. Y el aire es el mismo. No entiende, de límites municipales. Desde la Mesa de Calidad del Aire que lidera el Gobierno de la Generalitat, no hemos sido capaces de generar visiones compartidas. Hay que hacer este ejercicio y poner en valor estos ámbitos regionales que requieren de una gobernanza diferente a la que tenemos.

Pero ¿la Diputación de Barcelona no podría ayudar en eso? Hablábamos antes de inflación de administraciones.
La Diputación ayuda, sin lugar a dudas, hace su trabajo pero no tiene competencias de gestión. Y la cuestión tiene que ver con la toma de decisiones. Lo que hace falta hoy es construir estos espacios de gobernanza compartida desde la confianza y desde la corresponsabilidad.

¿Y por dónde empezamos?
Pues, por ciudades que hablen. Y por ciudades que entiendan todas las ciudades. Que escuchen y que escuchen bien.  Sólo podemos generar una historia novedosa a través de esta visión horizontal y compartida

¿El Arco Metropolitano es una plataforma para conseguir esto?
El Arco, a diferencia del Área Metropolitana, no es una institución, es una agrupación voluntaria de municipios que se expresa con intención de crecer y con vocación de explicarse y, también, de buscar conjuntamente soluciones a problemas. Un ejemplo, hace pocas semanas hubo una reunión para tratar de un tema que se ha vuelto a poner de actualidad: los empleos fraudulentos. Muy recientemente se ha hecho una declaración especifica sobre la cuestión. Porque los municipios nos sentimos a menudo pocos apoyado por las decisiones que se toman y por las leyes que se hacen. Por eso estos municipios tomamos la iniciativa.

Los ayuntamientos siguen haciendo políticas que no les corresponden pero que no puede hacer nadie más.
Cuando hablamos de competencias habría que hablar también de financiación. En la práctica todos sabemos que el 30% del gasto de los ayuntamientos va a cuestiones que no son de su competencia. Vale la pena recordarlo. Los ayuntamientos nunca renuncian a afrontar los problemas reales de la ciudadanía. Se trata de recordar que ya no se puede gobernar como hace 30 años, hay que generar nuevas maneras que pasan por el diálogo, la corresponsabilidad y el respeto. Los ayuntamientos sentimos muchas veces que no se nos respeta lo suficiente. Los ayuntamientos resuelven problemas. La proximidad es un factor de calidad. Calidad de servicio, pero también calidad democrática.

Pero cuando se habla de nuevas gubernaturas y de horizontalidad parece que cuesta más tomar decisiones justamente mientras se busca los consenso. Parece que falte liderazgo.
Esta es una de las claves. En estos momento este país necesita liderazgo, no sólo en la región. La falta de liderazgo en el país es un problema muy grave. En Cataluña tenemos abiertos muchos debates, seguramente todos muy interesantes y muy necesarios, o quizás no tanto… En todo caso, el país necesita tener horizontes claros en economía, en cultura, en educación, en atención social, en salud, …. Y en estos momento mi percepción es que no los tenemos.

Pero ¿sólo en el mundo de la política o también a nivel económico y social?
Creo que los liderazgos políticos son claves y los sociales también y se interrelacionan. Ha habido épocas donde esto se ha relacionado bien. Y hablo por ejemplo de los Juegos Olímpicos de Barcelona. ¿Alguien se los imagina sin un liderazgo político nítido, pero también sin un acompañamiento de liderazgos sociales tan nítidos como el político? Seguramente no estemos en el mejor momento de nuestra historia.

Usted se ha jubilado, ya no es alcalde. Quizás como país, y teniendo en cuenta que ya no se vive como hace 30 años, quizás personas en edad de jubilación no deberían poder seguir aportando a la sociedad?
Creo que no podemos prescindir de nadie. Ni de las personas de mi edad, pero tampoco de los jóvenes. En determinados debates echo en falta voces que quizás existen pero que no se sienten. Y pienso en esta gente joven. Hay una generación que ha sufrido de forma brutal la pandemia y la crisis económica, y realmente tiene muchos problemas para abrirse un camino. Este país no puede prescindir de nadie. Los buenos liderazgos son los que generan espacios para que todo el mundo pueda hablar.

Hablando de debates y diálogo, Barcelona es el escenario de una nueva manera de hacer política de espacio urbano y ha adoptado medidas de urbanismo táctico que han generado cierta polémica. ¿Se está siendo poco pragmático?
Creo que a veces nos perdemos con las palabras. Y también debe tener que ver con la necesidad de etiquetar cosas con cierta celeridad. Los problemas de movilidad o de urbanismo deben resolverse caso por caso. Y especialmente a partir del consenso. Tiene que haber apuestas claras por la calidad. Y a la vez hay que tener en cuenta que somos lo que somos. Sobre el urbanismo táctico, hemos visto muchas ciudades resolver bien problemas funcionales sólo con pintura. Nueva York por ejemplo. Hay que tener en cuenta la imperiosa necesidad de cambiar modelos de movilidad para respetar al medio ambiente. Hay que hacerlo teniendo en cuenta la calidad del espacio y hay que hacerlo siempre con la gente. El consenso es esencial. En Granollers hemos resuelto cosas con pintura y otras con obra pública. Pero siempre hay que compartir decisiones, trabajar con la gente. Sólo se puede hacer así.

¿Entonces cree que se hace lo suficiente para incentivar la colaboración público-privada o estamos perdiendo esta manera de tejer complicidades?
Volvería a los Juegos Olímpicos, pero no estamos en el mismo momento. Ha habido muchas cuestiones que han hecho que esta ecuación no esté en su mejor momento. Pero es imprescindible. La mejor administración pública con el mejor sector privado, trabajando juntos pueden hacer el mejor país.

¿Y la receta para seducirse el uno al otro de nuevo?
Los liderazgos y la capacidad que tengan éstos para compartir proyectos.

Per Joan Foguet

Josep Mayoral (Granollers, 1954), ha sido alcalde de Granollers durante 18 años, hasta el marzo del mismo año 2022. Conoce bien el territorio y ha seguido la evolución de la Región Metropolitana. Como país, ¿tenemos las comunicaciones que nos merecemos?
Granollers es históricamente un cruce de caminos. Por eso la reflexión sobre las comunicaciones siempre ha estado muy presente en la ciudad. Es un elemento clave. Y en esta reflexión hace falta hoy una mirada muy especial a las comunicaciones ferroviarias. Hay que sacar coches de la carretera y es necesario un sistema de transporte público eficiente que debe tener como centro de gravedad el tren. El plan de Rodalies apunta futuro. Necesitamos un metro regional de verdad que conecte la región metropolitana de una manera eficiente. Desde este punto de vista hay que mejorar lo que hay. Necesitamos unas mejores cercanías. Pero también es fundamental dar un salto adelante. Hay que romper con la radialidad de la red ferroviaria, es imprescindible la conexión ferroviaria entre los Vallesos.

Pero ¿cómo?
Un grave déficit del área metropolitana es que no ha desplegado su Plan Territorial. Recordemos que en la época del Quim Nadal de conseller y con Oriol Nel·lo se aprobó este Plan Territorial que explica el camino a seguir, pero desgraciadamente no se ha desplegado suficientemente. Ni en infraestructuras ni en sus órganos de gobernanza. El Plan debía desarrollarse a partir de una comisión paritaria entre Generalitat y mundo local. En los más de 10 años de vigencia del Plan esta comisión no se ha reunido ninguna vez. La primera y única reunión se realizó hace dos meses por insistencia de las ciudades del Arco Metropolitano. Actualizar y desarrollar el Plan Territorial de la Región Metropolita de forma consensuada es primordial. Y en el marco de este Plan, hay que reforzar la malla ferroviaria. Estando pasando cosas interesantes como el desdoblamiento de la R3 que está ya adjudicado en el tramo de Parets a La Garriga pero que tendrá que llegar a Vic y hasta Barcelona. También hay que conectar la R4 con la R8. Queremos ir en tren a Sabadell y a Terrassa. Hay que conectar los municipios del Arco Metropolitano. Recordemos que este ámbito es el 50% del PIB industrial del país. Y que tiene una dotación de infraestructuras claramente insuficiente.

¿Pesa mucho el barcelonacentrismo?
Me parece evidente. Por eso las ciudades metropolitanas decidimos hace años trabajar juntas y últimamente constituirnos como asociación, Arco Metropolitano. Es bueno recordar en cifras de inversión que el Plan Director de Infraestructuras 2000-2010, el 90% iban a la primera corona del área metropolitana y tan solo el 10% a la segunda corona. Por lo tanto un desequilibrio evidente. En el plan 2010-2020 avanzamos un poco, se pasó al 80% y al 20%, pero no corresponde a lo que corresponde a esta zona y a su peso específico.

¿Esto pasa por desconocimiento?
Es porque no hay una visión clara de la región metropolitana y de la potencialidad de la propia región. Las decisiones se toman mucho desde el ámbito central y pensando prioritariamente en el ámbito central. Hablamos mucho de la L9 y la L10 y en cambio no se habla de la conexión ferroviaria entre las comarcas del Arco. Olvidamos, por ejemplo, que una de las zonas más exportadoras de Cataluña es la suma de los dos Vallesos. Esta zona nunca ha tenido la musculatura de infraestructuras que necesitaba. Aquí hay grandes carencias provocadas por un déficit histórico de planeamiento territorial. Uno de los grandes méritos del gobierno tripartito fue formalizar un acuerdo entre primera y segunda corona y hacer el plan territorial después de muchos años de debate. Pero no se ha desplegado suficientemente.

¿Hay un problema de gobernanza? ¿La ordenación territorial es adecuada? ¿Hay que adoptar una manera diferente de tomar decisiones?
Hay que distinguir entre ordenación y organización. La ordenación territorial tuvo este episodio que comentaba del plan territorial, que tenía elementos muy positivos y explicaba cómo se tenía que crecer y en qué conurbaciones urbanas. Y otra cosa muy importante: protegía una parte de esta región metropolitana como espacios abiertos, libres de construcciones. Incorporaba también un factor de gobernanza: la comisión de ordenación metropolitana. Pero este instrumento hasta 2022 no se ha reunido.

El nombre no hace la cosa, pero parece que no es útil.
Hay que aprovechar lo que tenemos. Es un organismo de gobernanza, paritario, es un buen instrumento. El planteamiento territorial está bien hecho. Obviamente siempre hay que actualizarlo, ponerlo al día, pero hay una buena base. Lo que está encallada es la organización territorial. Este país tiene una inflación de administraciones. Hay que hacer un replanteamiento sobre esta cuestión. Me parece imprescindible. Pero para hacerlo sólo hay un camino y es el del consenso. El consenso para modernizar las estructuras organizativas del país.

No es una palabra que esté de moda últimamente.
No, no lo está pero es el único vector que nos puede generar esperanza. Es una asignatura pendiente. Hay que mirar más allá. En la Región Metropolitana y en el conjunto del país. Cuando me pregunta sobre el área metropolitana vale la pena recordar que está muy centrada en la gestión de sus 36 municipios. Y que hace un trabajo excelente. Pero es necesario un debate abierto e intenso sobre el futuro. Un debate que ahora mismo no está sobre la mesa.

Pero ¿tiene sentido entonces hablar de primera y segunda corona? ¿O son la misma cosa?
Preferimos hablar de Arco Metropolitano, porque los municipios de este ámbito no queremos ser segundos en nada. Somos el 48% del PIB industrial del país y la tercera parte del PIB catalán!! Y en cambio, en términos de inversión, somos sólo el 20% de la región metropolitana. Es bueno recordar que el 55% de la ciudadanía de la región vive en el área metropolitana y el 45% en el arco metropolitano.

Cuando se habla de movilidad, y quizá por el barcelocentrismo, parece que no se entienda que los problemas de congestión no nacen y mueren en Barcelona. O que hay personas que han de mover para trabajar. ¿Se conoce este arco metropolitano o como mínimo se tiene conciencia de ello? ¿Se entiende el hecho metropolitano como un todo?
Es un debate pendiente. El poder se articula alrededor de las grandes ciudades. Hay mucha confusión entre el concepto de área y región. Tenemos que pensar en términos de región metropolitana. Incluso habría que debatir si es la que en su día imaginamos y está en los papeles. Es evidente que hay un ámbito funcional que interactúa globalmente con diversas polaridades y que tiene como referencia Barcelona.

¿Qué ejemplos podríamos tener de otros lugares como París o Frankfurt?
Cuando nos comparamos con otras áreas creo que tenemos muchas ventajas. Podemos articular esta región mediante ciudades históricas. El policentrismo de esta región nos hace muy singulares y nos puede hacer mejores. Pero hay que dar valor a cada una de estas piezas, teniendo en cuenta sus características y aspiraciones.

Pero ¿tenemos suficientes singularidades o nos pelearemos por la misma cosa?
Cuando vamos a constituir la asociación Arco Metropolitano lo vamos a hacer convencidos de que nos toca sumar. Tenemos que sumar porque tenemos una masa crítica importante para poder dialogar con todos. Y es necesario que este debate territorial se haga desde la horizontalidad. Estamos en la época del país en red. Que las ciudades articulen territorio a partir de sus potencialidad, con núcleos muy fuertes y con flujos bien dirigidos donde todo el mundo debe tener el peso que le corresponda. Y nunca supeditado a los intereses de otras ciudades por grandes que sean. Tenemos que generar una región donde todo el mundo pueda desarrollar sus proyectos. Siempre reconociendo el papel clave de la ciudad de Barcelona.

Hace poco el alcalde de Cornellà, Antoni Balmón, propuso que hubiera una política metropolitana en cuestión de Seguridad, ¿qué opina?
Las ciudades del Arco Metropolitano tienen, también, como gran objetivo la cohesión social. No sólo hablamos de infraestructuras. Hablamos de lucha contra desigualdades y las segregaciones. Conviene una lectura integral de la región. En todos los ámbitos. Por ejemplo, en Medio Ambiente. Fijándose en él si va en coche en un día de fuerte contaminación por la autovía de Castelldefels verá que le limitan la velocidad para reducir emisiones. En cambio, si va por autopista hacia Granollers no le limitan. Y el aire es el mismo. No entiende, de límites municipales. Desde la Mesa de Calidad del Aire que lidera el Gobierno de la Generalitat, no hemos sido capaces de generar visiones compartidas. Hay que hacer este ejercicio y poner en valor estos ámbitos regionales que requieren de una gobernanza diferente a la que tenemos.

Pero ¿la Diputación de Barcelona no podría ayudar en eso? Hablábamos antes de inflación de administraciones.
La Diputación ayuda, sin lugar a dudas, hace su trabajo pero no tiene competencias de gestión. Y la cuestión tiene que ver con la toma de decisiones. Lo que hace falta hoy es construir estos espacios de gobernanza compartida desde la confianza y desde la corresponsabilidad.

¿Y por dónde empezamos?
Pues, por ciudades que hablen. Y por ciudades que entiendan todas las ciudades. Que escuchen y que escuchen bien.  Sólo podemos generar una historia novedosa a través de esta visión horizontal y compartida

¿El Arco Metropolitano es una plataforma para conseguir esto?
El Arco, a diferencia del Área Metropolitana, no es una institución, es una agrupación voluntaria de municipios que se expresa con intención de crecer y con vocación de explicarse y, también, de buscar conjuntamente soluciones a problemas. Un ejemplo, hace pocas semanas hubo una reunión para tratar de un tema que se ha vuelto a poner de actualidad: los empleos fraudulentos. Muy recientemente se ha hecho una declaración especifica sobre la cuestión. Porque los municipios nos sentimos a menudo pocos apoyado por las decisiones que se toman y por las leyes que se hacen. Por eso estos municipios tomamos la iniciativa.

Los ayuntamientos siguen haciendo políticas que no les corresponden pero que no puede hacer nadie más.
Cuando hablamos de competencias habría que hablar también de financiación. En la práctica todos sabemos que el 30% del gasto de los ayuntamientos va a cuestiones que no son de su competencia. Vale la pena recordarlo. Los ayuntamientos nunca renuncian a afrontar los problemas reales de la ciudadanía. Se trata de recordar que ya no se puede gobernar como hace 30 años, hay que generar nuevas maneras que pasan por el diálogo, la corresponsabilidad y el respeto. Los ayuntamientos sentimos muchas veces que no se nos respeta lo suficiente. Los ayuntamientos resuelven problemas. La proximidad es un factor de calidad. Calidad de servicio, pero también calidad democrática.

Pero cuando se habla de nuevas gubernaturas y de horizontalidad parece que cuesta más tomar decisiones justamente mientras se busca los consenso. Parece que falte liderazgo.
Esta es una de las claves. En estos momento este país necesita liderazgo, no sólo en la región. La falta de liderazgo en el país es un problema muy grave. En Cataluña tenemos abiertos muchos debates, seguramente todos muy interesantes y muy necesarios, o quizás no tanto… En todo caso, el país necesita tener horizontes claros en economía, en cultura, en educación, en atención social, en salud, …. Y en estos momento mi percepción es que no los tenemos.

Pero ¿sólo en el mundo de la política o también a nivel económico y social?
Creo que los liderazgos políticos son claves y los sociales también y se interrelacionan. Ha habido épocas donde esto se ha relacionado bien. Y hablo por ejemplo de los Juegos Olímpicos de Barcelona. ¿Alguien se los imagina sin un liderazgo político nítido, pero también sin un acompañamiento de liderazgos sociales tan nítidos como el político? Seguramente no estemos en el mejor momento de nuestra historia.

Usted se ha jubilado, ya no es alcalde. Quizás como país, y teniendo en cuenta que ya no se vive como hace 30 años, quizás personas en edad de jubilación no deberían poder seguir aportando a la sociedad?
Creo que no podemos prescindir de nadie. Ni de las personas de mi edad, pero tampoco de los jóvenes. En determinados debates echo en falta voces que quizás existen pero que no se sienten. Y pienso en esta gente joven. Hay una generación que ha sufrido de forma brutal la pandemia y la crisis económica, y realmente tiene muchos problemas para abrirse un camino. Este país no puede prescindir de nadie. Los buenos liderazgos son los que generan espacios para que todo el mundo pueda hablar.

Hablando de debates y diálogo, Barcelona es el escenario de una nueva manera de hacer política de espacio urbano y ha adoptado medidas de urbanismo táctico que han generado cierta polémica. ¿Se está siendo poco pragmático?
Creo que a veces nos perdemos con las palabras. Y también debe tener que ver con la necesidad de etiquetar cosas con cierta celeridad. Los problemas de movilidad o de urbanismo deben resolverse caso por caso. Y especialmente a partir del consenso. Tiene que haber apuestas claras por la calidad. Y a la vez hay que tener en cuenta que somos lo que somos. Sobre el urbanismo táctico, hemos visto muchas ciudades resolver bien problemas funcionales sólo con pintura. Nueva York por ejemplo. Hay que tener en cuenta la imperiosa necesidad de cambiar modelos de movilidad para respetar al medio ambiente. Hay que hacerlo teniendo en cuenta la calidad del espacio y hay que hacerlo siempre con la gente. El consenso es esencial. En Granollers hemos resuelto cosas con pintura y otras con obra pública. Pero siempre hay que compartir decisiones, trabajar con la gente. Sólo se puede hacer así.

¿Entonces cree que se hace lo suficiente para incentivar la colaboración público-privada o estamos perdiendo esta manera de tejer complicidades?
Volvería a los Juegos Olímpicos, pero no estamos en el mismo momento. Ha habido muchas cuestiones que han hecho que esta ecuación no esté en su mejor momento. Pero es imprescindible. La mejor administración pública con el mejor sector privado, trabajando juntos pueden hacer el mejor país.

¿Y la receta para seducirse el uno al otro de nuevo?
Los liderazgos y la capacidad que tengan éstos para compartir proyectos.

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