METRÓPOLIS BARCELONA, EL VALOR DEL TERRITORIO
El hecho de que exista una área metropolitana institucionalizada que no alcanza todo lo que podríamos denominar espacio/región metropolitana provoca debates e interrogantes. Si, además, es un gran concentrador de recursos y oportunidades, el debate gana fuerza.
Por Héctor Santcovsky, Director del área de Desarrollo Social y Económica · Área Metropolitana de Barcelona (AMB)
Es común decir —casi un tópico— que estamos en el siglo de la consolidación de las metrópolis. Aglomeraciones urbanas que por atracción y centralidad producen un efecto de acumulación de poder, recursos, innovación y capacidad de influencia.
Independiente de definiciones de cariz diverso, es evidente que ejercen un liderazgo territorial sobre ámbitos mucho más amplios que su estricta limitación geográfica y administrativa como son los casos de Londres, Sidney, Tokyo, México y la propia Barcelona.
La dimensión estructural de muchos problemas actuales como el cambio climático, la movilidad, las infraestructuras, la internacionalización, la planificación urbana… por su propia lógica funcional no pueden tener respuestas aisladas. necesitan una de escala supramunicipal para ganar efectividad que se concreta en una gestión común entre municipios basada en sinergías, economías de escala, eficiencia, espacios de cooperación y coordinación.
En el caso de Barcelona, el hecho de existir una área metropolitana institucionalizada que no alcanza todo lo que podríamos denominar espacio/región metropolitana provoca debates e interrogantes. Si, además, es un gran concentrador de recursos y oportunidades, el debate gana todavía más fuerza.
A nuestra metrópolis se ha producido el hecho que el Gobierno de Cataluña (a diferencia otros lugares del Estado) no va entomar con la contundencia y liderazgo suficiente (exceptuando, de manera negativa, su disolución en 1987) las problemáticas específicas y, por el contrario, durante mucho tiempo se ha visto la metrópoli como un contrapoder o un ámbito complejo de gestionar (las diferencias de color político no son ajenas a este hecho).
En el pasado el Estado tampoco ha tenido una actitud especialmente proactiva hacia las necesidades metropolitanas. Y, a parte, a diferencia otros países, el hecho de no existir instituciones metropolitanas, exceptuando Barcelona, ha provocado una indefinición de las competencias y los recursos de manera especial.
La ausencia de un liderazgo colectivo de las reclamaciones metropolitanas, sumado a la escasa defensa que practica la Generalitat en estos temas, deja huérfano al conjunto de los municipios de este territorio, fenómeno que queda más patente en el caso de los ayuntamientos que no pertenecen al AMB. En este contexto, la escasez de respuestas a algunas de las problemáticas lleva demasiada tiempo con temas pendientes de resolver, una situación agravada ahora por los efectos del covid-19.
Es obvio que la carencia de un liderazgo claro (no los referidos a la gestión de las competencias del AMB) depositado en algún representante público, resta bastante a la gestión y negociación de temas concretos con el Estado o la Generalitat.
La irrupción de discursos “metropolitanos” como por ejemplo “Más Vallès”, proponiendo la creación de nuevos espacios institucionales generan, a la vez, una sensación de cierta incomodidad al no tener como respuesta una política territorial como en su momento representó el Arco Metropolitano.
“El hecho de no existir instituciones metropolitanas, exceptuando Barcelona, ha provocado una indefinición de las competencias y los recursos de manera especial” |
Los ejes del debate de futuro
La primera constatación es que cuando muchos actores sociales1 hablan del tema metropolitano no se refieren al CON como institución, y su gestión de sus servicios, sino de una serie de aspectos que hacen referencia en el territorio real que va mucho más allá de los límites geográficos y administrativos de esta institución.
La mayoría a veces la sociedad civil se refiere al hecho metropolitano de Barcelona como un hecho territorial amplio, de alcance regional y que remite a temas de imagen, proyección, marca, estructura económica, tejidos sociales, identidades, u otros concretos como por ejemplo corredor mediterráneo, infraestructuras, peajes, puerto, rutas aéreas, ampliación del aeropuerto, etc. Insisten temas no resueltos ligados a la movilidad y las infraestructuras: cercanías, red y precio de la electricidad, gestión de los peajes, etc.
Necesariamente se presta atención en la promoción económica y en sus potencialidades, dificultades, amenazas, limitaciones, riesgos y oportunidades. Preocupan los mecanismos ligados al ámbito “internacional”: captación de inversiones, participación en mercados y ferias, imagen institucional, etc. Y sobre todo como hacer que las administraciones faciliten al máximo todos los mecanismos de creación y ampliación de empresas.
Esta reflexión “crítica” normalmente va más allá de la gestión recurrente de los temas que hoy en día ya gestiona l CON, algunos Consejos Comarcales o la propia Diputación de Barcelona.
Todo este debate se expresa, finalmente en un tipo de “problema de gobernanza” en el sentido de quien representa, quien hace de portavoz, quien “lidera”, quien sigue los temas, etc. Y si se quiere algo más “de exhaustividad” en el debate podríamos pensar quién manda, quién lo elige, como se organiza, como se ejerce la representatividad frente a los problemas existentes.
Es aquí donde hace falta que esta suma de actores públicos y privados tienen que encontrar un modelo que permita el salto de escala, aquella que alcanza la Región como metrópoli real, especialmente en los temas más estratégicos.
Sumar fuerzas, ganar consensos, concertar actuaciones, lograr retos metropolitanos
Si se comparte, aunque sea de forma parcial, esta aproximación habría que buscar acuerdos consensuados para conformar cierta “agenda metropolitana” entre todos los actores: Instituciones, sociedad civil, agentes sociales y económicos por los temas más destacados y estratégicos. Enumeramos aquellos más significativos que centran el debate hoy en día.
· Cohesión social, desigualdades y combate a la exclusión social.
· Promoción económica del territorio metropolitano, proyección exterior, marca, imagen, etc.
· Unificación de iniciativas concretas de investigación y captación de inversión, internacionalización, etc.
· Coordinación de iniciativas ligados con centros de excelencia dedicados a la innovación en el campo digital, tecnológico y de transición ecológica justa.
· Políticas de infraestructuras, cercanías, movilidad “metropolitana”, vías, etc. Coordinación en temas de transporte entre el territorio del AMB y la RMB.
· Planificación territorial y políticas de vivienda.
· Identidad y proyección cultural de la metrópolis.
· Coordinación en materia ambiental en temas de movilidad sostenible, calidad del aire, cambio climático, etc.
Estos temas deberían ser objeto de un debate abierto, altamente consensuado, y que permita pensar una gobernanza innovadora y concertada para la construcción de una agenda de futuro para un territorio metropolitano próspero e inclusivo.
Notas:
- Podemos definir un lista larga de instituciones que han opinado sobre el tema metropolitano como Fomento del Trabajo, Círculo de Economía, Barcelona Global, Amigos del País, etc.
Es común decir —casi un tópico— que estamos en el siglo de la consolidación de las metrópolis. Aglomeraciones urbanas que por atracción y centralidad producen un efecto de acumulación de poder, recursos, innovación y capacidad de influencia.
Independiente de definiciones de cariz diverso, es evidente que ejercen un liderazgo territorial sobre ámbitos mucho más amplios que su estricta limitación geográfica y administrativa como son los casos de Londres, Sidney, Tokyo, México y la propia Barcelona.
La dimensión estructural de muchos problemas actuales como el cambio climático, la movilidad, las infraestructuras, la internacionalización, la planificación urbana… por su propia lógica funcional no pueden tener respuestas aisladas. necesitan una de escala supramunicipal para ganar efectividad que se concreta en una gestión común entre municipios basada en sinergías, economías de escala, eficiencia, espacios de cooperación y coordinación.
En el caso de Barcelona, el hecho de existir una área metropolitana institucionalizada que no alcanza todo lo que podríamos denominar espacio/región metropolitana provoca debates e interrogantes. Si, además, es un gran concentrador de recursos y oportunidades, el debate gana todavía más fuerza.
A nuestra metrópolis se ha producido el hecho que el Gobierno de Cataluña (a diferencia otros lugares del Estado) no va entomar con la contundencia y liderazgo suficiente (exceptuando, de manera negativa, su disolución en 1987) las problemáticas específicas y, por el contrario, durante mucho tiempo se ha visto la metrópoli como un contrapoder o un ámbito complejo de gestionar (las diferencias de color político no son ajenas a este hecho).
En el pasado el Estado tampoco ha tenido una actitud especialmente proactiva hacia las necesidades metropolitanas. Y, a parte, a diferencia otros países, el hecho de no existir instituciones metropolitanas, exceptuando Barcelona, ha provocado una indefinición de las competencias y los recursos de manera especial.
La ausencia de un liderazgo colectivo de las reclamaciones metropolitanas, sumado a la escasa defensa que practica la Generalitat en estos temas, deja huérfano al conjunto de los municipios de este territorio, fenómeno que queda más patente en el caso de los ayuntamientos que no pertenecen al AMB. En este contexto, la escasez de respuestas a algunas de las problemáticas lleva demasiada tiempo con temas pendientes de resolver, una situación agravada ahora por los efectos del covid-19.
Es obvio que la carencia de un liderazgo claro (no los referidos a la gestión de las competencias del AMB) depositado en algún representante público, resta bastante a la gestión y negociación de temas concretos con el Estado o la Generalitat.
La irrupción de discursos “metropolitanos” como por ejemplo “Más Vallès”, proponiendo la creación de nuevos espacios institucionales generan, a la vez, una sensación de cierta incomodidad al no tener como respuesta una política territorial como en su momento representó el Arco Metropolitano.
“El hecho de no existir instituciones metropolitanas, exceptuando Barcelona, ha provocado una indefinición de las competencias y los recursos de manera especial” |
Los ejes del debate de futuro
La primera constatación es que cuando muchos actores sociales1 hablan del tema metropolitano no se refieren al CON como institución, y su gestión de sus servicios, sino de una serie de aspectos que hacen referencia en el territorio real que va mucho más allá de los límites geográficos y administrativos de esta institución.
La mayoría a veces la sociedad civil se refiere al hecho metropolitano de Barcelona como un hecho territorial amplio, de alcance regional y que remite a temas de imagen, proyección, marca, estructura económica, tejidos sociales, identidades, u otros concretos como por ejemplo corredor mediterráneo, infraestructuras, peajes, puerto, rutas aéreas, ampliación del aeropuerto, etc. Insisten temas no resueltos ligados a la movilidad y las infraestructuras: cercanías, red y precio de la electricidad, gestión de los peajes, etc.
Necesariamente se presta atención en la promoción económica y en sus potencialidades, dificultades, amenazas, limitaciones, riesgos y oportunidades. Preocupan los mecanismos ligados al ámbito “internacional”: captación de inversiones, participación en mercados y ferias, imagen institucional, etc. Y sobre todo como hacer que las administraciones faciliten al máximo todos los mecanismos de creación y ampliación de empresas.
Esta reflexión “crítica” normalmente va más allá de la gestión recurrente de los temas que hoy en día ya gestiona l CON, algunos Consejos Comarcales o la propia Diputación de Barcelona.
Todo este debate se expresa, finalmente en un tipo de “problema de gobernanza” en el sentido de quien representa, quien hace de portavoz, quien “lidera”, quien sigue los temas, etc. Y si se quiere algo más “de exhaustividad” en el debate podríamos pensar quién manda, quién lo elige, como se organiza, como se ejerce la representatividad frente a los problemas existentes.
Es aquí donde hace falta que esta suma de actores públicos y privados tienen que encontrar un modelo que permita el salto de escala, aquella que alcanza la Región como metrópoli real, especialmente en los temas más estratégicos.
Sumar fuerzas, ganar consensos, concertar actuaciones, lograr retos metropolitanos
Si se comparte, aunque sea de forma parcial, esta aproximación habría que buscar acuerdos consensuados para conformar cierta “agenda metropolitana” entre todos los actores: Instituciones, sociedad civil, agentes sociales y económicos por los temas más destacados y estratégicos. Enumeramos aquellos más significativos que centran el debate hoy en día.
· Cohesión social, desigualdades y combate a la exclusión social.
· Promoción económica del territorio metropolitano, proyección exterior, marca, imagen, etc.
· Unificación de iniciativas concretas de investigación y captación de inversión, internacionalización, etc.
· Coordinación de iniciativas ligados con centros de excelencia dedicados a la innovación en el campo digital, tecnológico y de transición ecológica justa.
· Políticas de infraestructuras, cercanías, movilidad “metropolitana”, vías, etc. Coordinación en temas de transporte entre el territorio del AMB y la RMB.
· Planificación territorial y políticas de vivienda.
· Identidad y proyección cultural de la metrópolis.
· Coordinación en materia ambiental en temas de movilidad sostenible, calidad del aire, cambio climático, etc.
Estos temas deberían ser objeto de un debate abierto, altamente consensuado, y que permita pensar una gobernanza innovadora y concertada para la construcción de una agenda de futuro para un territorio metropolitano próspero e inclusivo.
Notas:
- Podemos definir un lista larga de instituciones que han opinado sobre el tema metropolitano como Fomento del Trabajo, Círculo de Economía, Barcelona Global, Amigos del País, etc.
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