EL TERCER SECTOR COMO DETECTOR DE NECESIDADES

Entrevista a Llum Delàs.

Les proponemos, en formato entrevista, las notas que Llum Delàs, Presidenta de la Fundación Roure, preparó para la conferencia/entrevista que se realizó el 14 de febrero de 2023 en RethinkBCN. Se organizó en el marco del ciclo de conferencias Fer Metròpolis y llevaba por título «El tercer sector como detector de necesidades».  Delàs destacó la enorme «importancia de poner de manifiesto las confluencias entre la empresa y la mejora social de nuestro mundo».

 

¿Cómo y a partir de qué necesidad nació Fundación Roure? ¿Y por qué justamente en Ciutat Vella, donde está tan arraigada?

La Fundación Roure nace a raíz de la construcción de la nueva Barcelona de las Olimpiadas. Nos situamos en el año 1992. Las personas de Ciutat Vella vimos peligrar los barrios empobrecidos por un aislamiento que escondía la pobreza y la mala salud de las personas que vivíamos allí.

En concreto, vemos unas viviendas muy precarias, envejecidos y unas personas mayores, fruto de la inmigración de los años anteriores (sobre todo del sur de España), invisibles y vulnerables en su casa.

Bajo el lema «Aquí hay ganas de hacer cosas», comenzó la acción social con las Personas Mayores. Se creó un Centro de Día, atención en los domicilios y escucha de las personas con necesidades urgentes. El foco era: Personas Mayores vulnerables.

No fue hasta los años 2007 que comenzó una etapa nueva, marcada por una crisis que obligó a cambiar de nombre y las estructuras de gobierno de la Entidad.

Pero esta aparente pérdida se convierte en una oportunidad para abrir el proyecto y comenzar una etapa de trabajo en red con otras fundaciones, asociaciones y mundo empresarial, que ve cómo concretar su Responsabilidad Social Corporativa, y siempre en complicidad con los Servicios Sociales que nos piden ayuda cuando ellos no pueden hacer frente a tanta demanda, por culpa de la precarización de tantas personas y familias.

Hoy tenemos 14 puestos de trabajo de proximidad diseminados por todo el barrio y esparcimos nuestros servicios por toda Barcelona. Con 63 profesionales contratados y unos 240 voluntarios implicados vemos como la proximidad, la escucha directa de cada persona y de cada familia nos ayuda a encontrar los recursos propios o ajenos para que se puedan levantar las personas a las que servimos y caminar para conseguir una vida autónoma. Este es el secreto: la proximidad, la mirada atenta a cada uno, la búsqueda conjunta de cómo pueden salir adelante sin centrarnos en unas ayudas económicas que, en muchas ocasiones, cronifican pobrezas… o los hacen dependientes de las ayudas públicas, sin poder acceder al mercado laboral. La crisis de pobreza que vivimos ha acentuado la necesidad de entidades que trabajen desde la proximidad, para ver, mirar, sentir, escuchar y acompañar los pobres que ha dejado la crisis, las crisis que sufrimos como ciudad, como país.

 

¿Cuáles son los objetivos prioritarios de su Fundación?

Nos dirijamos a las personas con pocos recursos y procuramos prevenir situaciones de marginación y aislamiento. Supervisamos el bienestar de las personas más frágiles para poder mejorar su calidad de vida. Proporcionamos unos servicios adecuados a cada uno o los derivamos a otras instituciones que se ajusten a sus necesidades. Intentamos encontrar las herramientas necesarias para conseguir la autonomía de la persona atendida. Y pretendemos sensibilizar hacia el mundo de la pobreza.

 

¿La Fundación Roure también lleva a cabo diferentes proyectos?

Tenemos varios proyectos que en su conjunto cada día atienden a más de 2.300 personas. Algunos de estos proyectos son «Vivir y Convivir» en los que facilitamos la convivencia solidaria entre personas mayores y estudiantes universitarios. Otro proyecto es «Comidas en Familia», que es un comedor social que proporciona alimentos a familias y a personas en situación de fragilidad. Existe el proyecto de «Duchas Sociales» que están adaptadas para personas mayores, sin hogar o con graves carencias en sus viviendas, sin olvidar el proyecto de «Tiendas Solidarias» donde está la venta de ropa y de artículos de hogar de segunda mano, taller y formación en costura, lavandería solidaria, entre otros.

 

¿Cuál es la pobreza que ve a diario, y cómo ha afrontado el reto de reducirla?

Intentamos aliar tanto sufrimiento de personas de aquí como de fuera que no pueden cubrir sus necesidades básicas (alimentación, educación, salud, relaciones humanas, etc.). También se ha reído a la hora de buscar los recursos que se necesitan para levantar personas que están sumidas en el desánimo, ya que no saben salir de la exclusión social a la que les ha abocado la crisis económica, política y de valores que estamos viviendo. Trabajamos en red con entidades, grupos, asociaciones, fundaciones, personas de la Administración y empresas, sensibles a la causa social de la lucha contra la pobreza, voluntarios que se comprometen con entidades sociales. Por otro lado, intentamos minimizar los costes de estructura, y hacer que todo vaya orientado a la acción directa. Nosotros colaboraremos con la Administración cuando podemos aportar nuestra ayuda complementaria. En todo caso, siempre priorizamos los encuentros persona a persona y en grupo. Es así como se transmite mejor la esperanza que nos anima a apostar por la recuperación de personas y grupos familiares. Además, dirigimos los casos que vamos acompañando. A partir de aquí, creamos los criterios orientadores de la acción social que proponemos y contagiamos.

 

¿Qué significado tiene para usted términos como derechos, obligaciones, devociones?

Hace tiempo nos hemos situado en el paradigma de los derechos, pero no podemos perder de vista las obligaciones convertidas en devociones. El mundo de la devoción es revolucionario, tanto como lo fueron el mundo de la expresión de los derechos. Simplemente no ha estado de moda todavía… Empezamos a saborear qué supone dejarnos llevar por el sentido que tiene la obra que hacemos, que proponemos, no sólo como «principio» de acción sino como acción misma. Hay un maltrato que no respeta las libertades personales, porque no se cambia la visión de unas obligaciones que nos hacen más responsables con el entorno, más honestos con el otro, más encaminados al buen trato y al diálogo y no al enfrentamiento.  Devoción, según la Rae, es un sentimiento de profundo respeto y admiración inspirado por la dignidad, la virtud o los méritos de una persona, una institución, una causa y efecto a gente fieles, leales. Devoto es quien aplica su carácter diligentemente a alguna obra, veneración fervor, unción, celo, inclinación, afecto, afición, entusiasmo, adhesión, amistad, cumplimiento, fidelidad, franqueza, honradez, lealtad, nobleza, observancia, admiración, adoración, amor, culto, aprecio, fervor…

 

 

Y en este contexto, y teniendo en cuenta las dificultades para encontrar financiación, ¿cuál cree que es el papel de las alianzas? ¿Cómo han alcanzado sus objetivos durante más de 30 años?

Para vivir honestamente en un mundo injustamente desigual, creo que podemos apelar a dos cosas: El compromiso político para revertir esta situación de injusticia y la solidaridad de la sociedad civil organizada que, a través de la generosidad de tanta gente, de la responsabilidad social de las empresas, del trabajo en red de Entidades Sociales, no trabajan en competencia sino en colaboración, de la filantropía de aquellos que comparten sus bienes con quien más lo necesita.

 

¿Qué debemos aprender?

Tantas cosas que no se pueden resumir en una serie de ideas. Hay que ir aprendiendo a medida que se escucha cada necesidad. Cada vacío de respuesta eficiente por parte de las Administraciones, nos deja como paralizados por la impotencia de las mismas. Hace falta valentía para decir, sin odio pero con libertad y claridad lo que no va bien tanto de las personas como de las instituciones. Sí hemos constatado que cada dificultad puede convertirse en una oportunidad para nosotros, tanto personal como colectivamente como Fundación.

 

¿Cómo y a partir de qué necesidad nació Fundación Roure? ¿Y por qué justamente en Ciutat Vella, donde está tan arraigada?

La Fundación Roure nace a raíz de la construcción de la nueva Barcelona de las Olimpiadas. Nos situamos en el año 1992. Las personas de Ciutat Vella vimos peligrar los barrios empobrecidos por un aislamiento que escondía la pobreza y la mala salud de las personas que vivíamos allí.

En concreto, vemos unas viviendas muy precarias, envejecidos y unas personas mayores, fruto de la inmigración de los años anteriores (sobre todo del sur de España), invisibles y vulnerables en su casa.

Bajo el lema «Aquí hay ganas de hacer cosas», comenzó la acción social con las Personas Mayores. Se creó un Centro de Día, atención en los domicilios y escucha de las personas con necesidades urgentes. El foco era: Personas Mayores vulnerables.

No fue hasta los años 2007 que comenzó una etapa nueva, marcada por una crisis que obligó a cambiar de nombre y las estructuras de gobierno de la Entidad.

Pero esta aparente pérdida se convierte en una oportunidad para abrir el proyecto y comenzar una etapa de trabajo en red con otras fundaciones, asociaciones y mundo empresarial, que ve cómo concretar su Responsabilidad Social Corporativa, y siempre en complicidad con los Servicios Sociales que nos piden ayuda cuando ellos no pueden hacer frente a tanta demanda, por culpa de la precarización de tantas personas y familias.

Hoy tenemos 14 puestos de trabajo de proximidad diseminados por todo el barrio y esparcimos nuestros servicios por toda Barcelona. Con 63 profesionales contratados y unos 240 voluntarios implicados vemos como la proximidad, la escucha directa de cada persona y de cada familia nos ayuda a encontrar los recursos propios o ajenos para que se puedan levantar las personas a las que servimos y caminar para conseguir una vida autónoma. Este es el secreto: la proximidad, la mirada atenta a cada uno, la búsqueda conjunta de cómo pueden salir adelante sin centrarnos en unas ayudas económicas que, en muchas ocasiones, cronifican pobrezas… o los hacen dependientes de las ayudas públicas, sin poder acceder al mercado laboral. La crisis de pobreza que vivimos ha acentuado la necesidad de entidades que trabajen desde la proximidad, para ver, mirar, sentir, escuchar y acompañar los pobres que ha dejado la crisis, las crisis que sufrimos como ciudad, como país.

 

¿Cuáles son los objetivos prioritarios de su Fundación?

Nos dirijamos a las personas con pocos recursos y procuramos prevenir situaciones de marginación y aislamiento. Supervisamos el bienestar de las personas más frágiles para poder mejorar su calidad de vida. Proporcionamos unos servicios adecuados a cada uno o los derivamos a otras instituciones que se ajusten a sus necesidades. Intentamos encontrar las herramientas necesarias para conseguir la autonomía de la persona atendida. Y pretendemos sensibilizar hacia el mundo de la pobreza.

 

¿La Fundación Roure también lleva a cabo diferentes proyectos?

Tenemos varios proyectos que en su conjunto cada día atienden a más de 2.300 personas. Algunos de estos proyectos son «Vivir y Convivir» en los que facilitamos la convivencia solidaria entre personas mayores y estudiantes universitarios. Otro proyecto es «Comidas en Familia», que es un comedor social que proporciona alimentos a familias y a personas en situación de fragilidad. Existe el proyecto de «Duchas Sociales» que están adaptadas para personas mayores, sin hogar o con graves carencias en sus viviendas, sin olvidar el proyecto de «Tiendas Solidarias» donde está la venta de ropa y de artículos de hogar de segunda mano, taller y formación en costura, lavandería solidaria, entre otros.

 

¿Cuál es la pobreza que ve a diario, y cómo ha afrontado el reto de reducirla?

Intentamos aliar tanto sufrimiento de personas de aquí como de fuera que no pueden cubrir sus necesidades básicas (alimentación, educación, salud, relaciones humanas, etc.). También se ha reído a la hora de buscar los recursos que se necesitan para levantar personas que están sumidas en el desánimo, ya que no saben salir de la exclusión social a la que les ha abocado la crisis económica, política y de valores que estamos viviendo. Trabajamos en red con entidades, grupos, asociaciones, fundaciones, personas de la Administración y empresas, sensibles a la causa social de la lucha contra la pobreza, voluntarios que se comprometen con entidades sociales. Por otro lado, intentamos minimizar los costes de estructura, y hacer que todo vaya orientado a la acción directa. Nosotros colaboraremos con la Administración cuando podemos aportar nuestra ayuda complementaria. En todo caso, siempre priorizamos los encuentros persona a persona y en grupo. Es así como se transmite mejor la esperanza que nos anima a apostar por la recuperación de personas y grupos familiares. Además, dirigimos los casos que vamos acompañando. A partir de aquí, creamos los criterios orientadores de la acción social que proponemos y contagiamos.

 

¿Qué significado tiene para usted términos como derechos, obligaciones, devociones?

Hace tiempo nos hemos situado en el paradigma de los derechos, pero no podemos perder de vista las obligaciones convertidas en devociones. El mundo de la devoción es revolucionario, tanto como lo fueron el mundo de la expresión de los derechos. Simplemente no ha estado de moda todavía… Empezamos a saborear qué supone dejarnos llevar por el sentido que tiene la obra que hacemos, que proponemos, no sólo como «principio» de acción sino como acción misma. Hay un maltrato que no respeta las libertades personales, porque no se cambia la visión de unas obligaciones que nos hacen más responsables con el entorno, más honestos con el otro, más encaminados al buen trato y al diálogo y no al enfrentamiento.  Devoción, según la Rae, es un sentimiento de profundo respeto y admiración inspirado por la dignidad, la virtud o los méritos de una persona, una institución, una causa y efecto a gente fieles, leales. Devoto es quien aplica su carácter diligentemente a alguna obra, veneración fervor, unción, celo, inclinación, afecto, afición, entusiasmo, adhesión, amistad, cumplimiento, fidelidad, franqueza, honradez, lealtad, nobleza, observancia, admiración, adoración, amor, culto, aprecio, fervor…

 

 

Y en este contexto, y teniendo en cuenta las dificultades para encontrar financiación, ¿cuál cree que es el papel de las alianzas? ¿Cómo han alcanzado sus objetivos durante más de 30 años?

Para vivir honestamente en un mundo injustamente desigual, creo que podemos apelar a dos cosas: El compromiso político para revertir esta situación de injusticia y la solidaridad de la sociedad civil organizada que, a través de la generosidad de tanta gente, de la responsabilidad social de las empresas, del trabajo en red de Entidades Sociales, no trabajan en competencia sino en colaboración, de la filantropía de aquellos que comparten sus bienes con quien más lo necesita.

 

¿Qué debemos aprender?

Tantas cosas que no se pueden resumir en una serie de ideas. Hay que ir aprendiendo a medida que se escucha cada necesidad. Cada vacío de respuesta eficiente por parte de las Administraciones, nos deja como paralizados por la impotencia de las mismas. Hace falta valentía para decir, sin odio pero con libertad y claridad lo que no va bien tanto de las personas como de las instituciones. Sí hemos constatado que cada dificultad puede convertirse en una oportunidad para nosotros, tanto personal como colectivamente como Fundación.

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