«LA REALIDAD METROPOLITANA DEBE CONSEGUIR UN ‘WIN-WIN’ CON SU ENTORNO PARA QUE TODO EL MUNDO SALGA GANANDO»

Damià Calvet, vicepresidente de la AMB y concejal del Ayuntamiento de Barcelona por JxCat, reflexiona sobre cómo se debe articular la nueva área metropolitana y su ampliación, y analiza los pros y los contras de un hipotético superalcalde metropolitano

Por Manel Manchón

Voluntad constructiva, pero con ambición por ir “mucho más allá”. Damià Calvet (Vilanova y la Geltrú, 1968) tiene detrás una larga experiencia como gestor. Es vicepresidente del AMB y concejal del Ayuntamiento de Barcelona por JxCat. Ha sido consejero de Territorio y presidente del Puerto de Barcelona. Pero también director del Institut Català del Sòl. Esta trayectoria le inclina por una apuesta clara por la prestación de servicios, con una defensa de la metrópolis, del área metropolitana de Barcelona, pero siempre que se respete el papel de cada uno. Quiere ampliar sus competencias, pero entiende que, por ahora, no sería bueno un debate sobre la gobernanza, sobre un posible superalcalde metropolitano. Su mensaje para Rethink Barcelona es claro: “Lo que no puede ocurrir es un aprovechamiento indebido del área metropolitana de Barcelona a partir de las potencialidades del conjunto del territorio”.

El Área Metropolitana de Barcelona es una realidad que ahora está de nuevo en el centro de la agenda política. ¿Hacia dónde considera que debería dirigirse en los próximos años?

Podemos empezar con Barcelona, entendida como una realidad en sí misma, la capital del país, en permanente construcción, pero que tiene una relación con la metrópoli que de hecho redimensiona la ciudad. Es un fenómeno que se da a otras partes del mundo que deben afrontar retos en diferentes ámbitos como el medioambiental, el económico, el social o el cultural. Es una realidad metropolitana que debe planificarse y gestionarse correctamente, con mecanismos de financiación y de gobernanza correctos. Necesita, por decirlo claro, ponerse al día. En el caso del Área Metropolitana de Barcelona, podemos decir que tiene la suerte y el privilegio, que se ha buscado, de ser un área constituida por ley. Pero no es suficiente. Necesitamos ir más allá, porque en la metrópoli debemos encontrar una economía más sostenible, una mejor formación y una mejor cultura, una extensión de servicios para los ciudadanos. Y vivienda accesible. Al mismo tiempo, debemos poder hiperconectar esta metrópoli con la región metropolitana, con el país y con el mundo. El objetivo es que se convierta en una gran generadora de oportunidades.

Ha hablado de gobernanza. Es lo que hay que afrontar ahora, o llegar más tarde, al tiempo que la posible figura de un superalcalde metropolitano, una vez haya consenso sobre una ampliación de competencias, tal y como ha defendido el alcalde de Barcelona , Jaume Collboni?

Hay que hablar de gobernanza, pero no debe ser el punto inicial, porque entonces nos atascaríamos. No debemos centrar los esfuerzos en la forma, sino en el fondo, desde la soberanía municipal y la identidad. Pero deben mancomunarse servicios y ver cómo generamos oportunidades. Si lo hacemos, después acabaremos encontrando soluciones respecto a la gobernanza y la necesidad, en su caso, de determinadas figuras políticas metropolitanas. Yo apuesto por reforzar la realidad metropolitana y que llegue a conectarse mejor con su entorno, consiguiendo un win-win con su entorno para que todo el mundo salga ganando, con una agenda socioeconómica clara. Lo que no puede ocurrir es que haya un aprovechamiento indebido por parte del área metropolitana de Barcelona de las potencialidades del conjunto del territorio. Si así fuera, fracasaríamos. Debemos encontrar el valor añadido para todos. En mi etapa al frente del Instituto Catalán del Suelo, me encontré con que debíamos explicarnos en todas partes, en las diversas ferias mundiales. Habíamos ido con conceptos precisos, desde el punto de vista técnico, hablando de triángulos de innovación. Pero en una de esas ferias pensé que había que hacer algo más. Decidí que teníamos que ir con el nombre de Barcelona-Catalònia. Todo el mundo sabe de lo que estás hablando cuando pronuncias esta referencia. Es una realidad. Barcelona es muy conocida. Y nos referenciamos con ese doble nombre. Esto es un buen ejemplo de beneficio mutuo. Por eso decía que es necesario hacer un esfuerzo conjunto, con una gobernanza que cuente con los municipios, ya partir de una estrategia común.

Collboni, en su apuesta por ampliar las competencias del área metropolitana, decía que los municipios deben ceder competencias hacia el AMB, y también la Generalitat y el Estado. ¿Cómo debería actuar el Gobierno de la Generalidad en este punto al margen de su color político en cada momento?

Es verdad que existen unos precedentes que fueron conflictivos y que duraron unos años. Hace diez años se resolvió el problema con la constitución del AMB por unanimidad, con el convencimiento de que la metrópolis es la nueva dimensión que debe tener la ciudad. Tenemos servicios en transporte público o en urbanismo, por ejemplo, y deben añadirse nuevos servicios en el futuro. Se quiere incidir más en la vivienda, muy necesaria, con la creación de la empresa Vivienda Metrópolis Barcelona, de tipo público-privada, para aplicar mejores políticas en el interior de un continuo urbano, aunque no sea homogéneo, para que en el área metropolitana también existen bajas densidades. Pero la planificación territorial debe aplicarse en su conjunto, con la gestión de servicios, como el agua, los residuos o la energía, que son imprescindibles para la actividad humana. Por tanto, es aquí donde debemos actuar cediendo competencias, que ahora pueden ser de la Generalitat, y aplicarlas así a escala metropolitana. Tiene que haber delegaciones formales, no hacia uno u otro municipio, sino hacia esta realidad metropolitana. Y será necesario y natural, porque la propia área metropolitana lo pedirá. En la gestión de servicios es necesario que exista esta cesión, y en el caso del Estado debemos hablar de financiación, de una financiación específica para el área metropolitana, con instrumentos fiscales nuevos o participante de los existentes para poder realizar inversiones en puestos estratégicos. Son elementos que, sin romper los esquemas tradicionales, pueden facilitar el desarrollo del área metropolitana para poder realizar mejores políticas.

El economista Miquel Puig ha señalado la necesidad de que el propio presidente de la Generalitat sea como una especie de alcalde del área metropolitana, en el sentido de que debería asumir como uno de los grandes retos propios de la Generalitat el hecho de facilitar la vida de ese gran motor económico de todo el territorio.

De hecho, defiendo la idea de que todo el mundo debe aspirar siempre a actuar como un alcalde. En mi etapa como presidente del Puerto de Barcelona actuaba de esta forma, porque es la mejor opción para ser útil, para prestar el mejor servicio posible. En el caso del área metropolitana, existe una persona de referencia, su presidente, que puede dialogar con el presidente de la Generalitat y con el Estado. Respecto a la Generalitat, creo que la relación debe ser enriquecedora, teniendo en cuenta la importancia de estas grandes áreas para sus países, como ocurre con Londres y Reino Unido o Nueva York y EEUU. Si pensamos en contraposiciones políticas, entonces empezaremos a encontrar inconvenientes y suspicacias. Lo que debe defenderse, entiendo, es una gobernanza que respete, y que preste los mejores servicios posibles, buscando una relación natural, de beneficio por parte de todos.

En todo caso, no existe un mensaje claro por parte de la Generalitat respecto al AMB ya su posible ampliación.

No es un problema actual. A pesar de la ley de hace diez años, y ahora que existe una mancomunidad de servicios que ya funciona, entiendo que debemos ir un poco más allá. Hay que interiorizar cómo evoluciona el fenómeno urbano y metropolitano en todo el mundo y liderar algunos vectores, con una clara conciencia de país. Si la tenemos, avanzaremos más rápido en ese liderazgo.

¿Pero qué relación debe tener el área metropolitana con el resto del territorio? ¿Qué le pide?

Lo que diría es que no haya recelos. En ocasiones se contrapone la agenda urbana con la rural. Esto es un error. Estamos hablando de la misma agenda, con los objetivos de desarrollo sostenible de 2030, marcados por Naciones Unidas. Es necesario tener una buena relación con el territorio menos poblado, porque no tiene sentido renunciar a nada. El país necesita un área metropolitana con un grado de ocupación importante, industrial y de servicios, un mercado metropolitano con un determinado consumo y con turismo. Necesita sumar talento. Y esta realidad metropolitana también se da en Tarragona y Girona, con un conjunto de ciudades y pueblos que la van conformando. Creo que no deben haber recelos. Lo que cuenta es generar oportunidades y talento suficiente para liderar algunos aspectos en urbanismo, vivienda o movilidad. También en aspectos en los que vamos más atrasados, como el energético o con la agenda social.

”No deben haber recelos. Lo que cuenta es generar oportunidades y el talento suficiente para liderar algunos aspectos en urbanismo, vivienda y movilidad.”

¿Se ha colaborado bastante entre el área metropolitana y la Generalitat?

En algunas cosas sí, en otras no tanto. En el ámbito del transporte público es evidente el salto dado, y que damos por supuesto, como la integración tarifaria, por ejemplo. Se ha realizado en beneficio de todos los ciudadanos. Todo ocurre por una buena planificación. Tenemos el PGM de 1976 que ha quedado obsoleto. Por tanto, está claro que hay que hacer un esfuerzo por renovar esta planificación con consenso, para poder ir mucho más allá.

Hay un caso en el que hay que mejorar mucho, ¿no? Hablamos de la vivienda en todo el territorio y, en particular, en el área metropolitana.

El caso de la vivienda es muy complejo. La Generalitat dispone de la competencia, pero hay elementos importantes que es necesario cambiar. Uno es el déficit fiscal de la Generalitat. Es evidente que con más recursos podría hacerse mucho más. Los recursos deben venir del Estado. Hemos visto cómo en el País Vasco las cosas iban de otra forma, porque dispone de un concierto económico. Pero, al margen de la financiación, debe decirse que la legislación no ha favorecido los planes de vivienda. Existen aspectos legislativos de la Ley de Vivienda que te condicionan. Los planes que vienen del Ministerio, de leyes estatales, no sé si son positivos, porque las realidades son muy diferentes. La diversidad autonómica es muy grande, al igual que existen diferencias entre el área metropolitana y el resto del territorio. La Generalitat se encargó en su día de muchas deficiencias de anteriores planes, de los polígonos franquistas, con graves carencias estructurales. Se actuó en barrios como San Roque, San Cosme, Vía Trajana, Las Casas del Gobernador, o Espronceda (Sabadell), con gran esfuerzo y dedicación de recursos. Luego están las diferencias respecto a otros países, como los nórdicos, más proclives a planes de alquiler. Aquí se ayudó a la compra de vivienda, más que al alquiler. Son diferencias de partida. Y ahora nos encontramos con la necesidad de garantizar el acceso, por situaciones de emergencia y para garantizar el acceso a los más jóvenes, a causa de los altos precios. Nos encontramos, además, con nuevas medidas que no funcionan, como la limitación de los precios del alquiler, que ha logrado el efecto contrario. Y es que se ha reducido la oferta de alquiler. Lo que necesitamos es una planificación que genere oferta y que venga marcada por un acceso asequible. El PGM de 1976 definió tres centros direccionales o centralidades: El Prat Nord, entre la C-31 y la C-32; Cerdanyola-Sant Cugat, ahora con el Sincrotrón; y La Sagrera. Debemos volver a definir centralidades metropolitanas, y generar oferta, con un urbanismo ágil, que pueda desarrollarse de forma rápida, y con mecanismos de gobernanza también ágiles. La administración debe saber, también, cambiar y facilitar las licencias de edificación y actividad de otra forma.

Volvemos al principio. ¿Todo esto no se podría visualizar mejor con un superalcalde metropolitano?

Tenemos una realidad. Se vota en los municipios, y, después, hay elecciones indirectas para elegir a los responsables de los órganos supramunicipales. Es bueno que así sea, hasta que no se llegue a una nueva gobernanza. Empezar la cuestión por la forma y no por el contenido creo que sería un error.

 

Por Manel Manchón

Voluntad constructiva, pero con ambición por ir “mucho más allá”. Damià Calvet (Vilanova y la Geltrú, 1968) tiene detrás una larga experiencia como gestor. Es vicepresidente del AMB y concejal del Ayuntamiento de Barcelona por JxCat. Ha sido consejero de Territorio y presidente del Puerto de Barcelona. Pero también director del Institut Català del Sòl. Esta trayectoria le inclina por una apuesta clara por la prestación de servicios, con una defensa de la metrópolis, del área metropolitana de Barcelona, pero siempre que se respete el papel de cada uno. Quiere ampliar sus competencias, pero entiende que, por ahora, no sería bueno un debate sobre la gobernanza, sobre un posible superalcalde metropolitano. Su mensaje para Rethink Barcelona es claro: “Lo que no puede ocurrir es un aprovechamiento indebido del área metropolitana de Barcelona a partir de las potencialidades del conjunto del territorio”.

El Área Metropolitana de Barcelona es una realidad que ahora está de nuevo en el centro de la agenda política. ¿Hacia dónde considera que debería dirigirse en los próximos años?

Podemos empezar con Barcelona, entendida como una realidad en sí misma, la capital del país, en permanente construcción, pero que tiene una relación con la metrópoli que de hecho redimensiona la ciudad. Es un fenómeno que se da a otras partes del mundo que deben afrontar retos en diferentes ámbitos como el medioambiental, el económico, el social o el cultural. Es una realidad metropolitana que debe planificarse y gestionarse correctamente, con mecanismos de financiación y de gobernanza correctos. Necesita, por decirlo claro, ponerse al día. En el caso del Área Metropolitana de Barcelona, podemos decir que tiene la suerte y el privilegio, que se ha buscado, de ser un área constituida por ley. Pero no es suficiente. Necesitamos ir más allá, porque en la metrópoli debemos encontrar una economía más sostenible, una mejor formación y una mejor cultura, una extensión de servicios para los ciudadanos. Y vivienda accesible. Al mismo tiempo, debemos poder hiperconectar esta metrópoli con la región metropolitana, con el país y con el mundo. El objetivo es que se convierta en una gran generadora de oportunidades.

Ha hablado de gobernanza. Es lo que hay que afrontar ahora, o llegar más tarde, al tiempo que la posible figura de un superalcalde metropolitano, una vez haya consenso sobre una ampliación de competencias, tal y como ha defendido el alcalde de Barcelona , Jaume Collboni?

Hay que hablar de gobernanza, pero no debe ser el punto inicial, porque entonces nos atascaríamos. No debemos centrar los esfuerzos en la forma, sino en el fondo, desde la soberanía municipal y la identidad. Pero deben mancomunarse servicios y ver cómo generamos oportunidades. Si lo hacemos, después acabaremos encontrando soluciones respecto a la gobernanza y la necesidad, en su caso, de determinadas figuras políticas metropolitanas. Yo apuesto por reforzar la realidad metropolitana y que llegue a conectarse mejor con su entorno, consiguiendo un win-win con su entorno para que todo el mundo salga ganando, con una agenda socioeconómica clara. Lo que no puede ocurrir es que haya un aprovechamiento indebido por parte del área metropolitana de Barcelona de las potencialidades del conjunto del territorio. Si así fuera, fracasaríamos. Debemos encontrar el valor añadido para todos. En mi etapa al frente del Instituto Catalán del Suelo, me encontré con que debíamos explicarnos en todas partes, en las diversas ferias mundiales. Habíamos ido con conceptos precisos, desde el punto de vista técnico, hablando de triángulos de innovación. Pero en una de esas ferias pensé que había que hacer algo más. Decidí que teníamos que ir con el nombre de Barcelona-Catalònia. Todo el mundo sabe de lo que estás hablando cuando pronuncias esta referencia. Es una realidad. Barcelona es muy conocida. Y nos referenciamos con ese doble nombre. Esto es un buen ejemplo de beneficio mutuo. Por eso decía que es necesario hacer un esfuerzo conjunto, con una gobernanza que cuente con los municipios, ya partir de una estrategia común.

Collboni, en su apuesta por ampliar las competencias del área metropolitana, decía que los municipios deben ceder competencias hacia el AMB, y también la Generalitat y el Estado. ¿Cómo debería actuar el Gobierno de la Generalidad en este punto al margen de su color político en cada momento?

Es verdad que existen unos precedentes que fueron conflictivos y que duraron unos años. Hace diez años se resolvió el problema con la constitución del AMB por unanimidad, con el convencimiento de que la metrópolis es la nueva dimensión que debe tener la ciudad. Tenemos servicios en transporte público o en urbanismo, por ejemplo, y deben añadirse nuevos servicios en el futuro. Se quiere incidir más en la vivienda, muy necesaria, con la creación de la empresa Vivienda Metrópolis Barcelona, de tipo público-privada, para aplicar mejores políticas en el interior de un continuo urbano, aunque no sea homogéneo, para que en el área metropolitana también existen bajas densidades. Pero la planificación territorial debe aplicarse en su conjunto, con la gestión de servicios, como el agua, los residuos o la energía, que son imprescindibles para la actividad humana. Por tanto, es aquí donde debemos actuar cediendo competencias, que ahora pueden ser de la Generalitat, y aplicarlas así a escala metropolitana. Tiene que haber delegaciones formales, no hacia uno u otro municipio, sino hacia esta realidad metropolitana. Y será necesario y natural, porque la propia área metropolitana lo pedirá. En la gestión de servicios es necesario que exista esta cesión, y en el caso del Estado debemos hablar de financiación, de una financiación específica para el área metropolitana, con instrumentos fiscales nuevos o participante de los existentes para poder realizar inversiones en puestos estratégicos. Son elementos que, sin romper los esquemas tradicionales, pueden facilitar el desarrollo del área metropolitana para poder realizar mejores políticas.

El economista Miquel Puig ha señalado la necesidad de que el propio presidente de la Generalitat sea como una especie de alcalde del área metropolitana, en el sentido de que debería asumir como uno de los grandes retos propios de la Generalitat el hecho de facilitar la vida de ese gran motor económico de todo el territorio.

De hecho, defiendo la idea de que todo el mundo debe aspirar siempre a actuar como un alcalde. En mi etapa como presidente del Puerto de Barcelona actuaba de esta forma, porque es la mejor opción para ser útil, para prestar el mejor servicio posible. En el caso del área metropolitana, existe una persona de referencia, su presidente, que puede dialogar con el presidente de la Generalitat y con el Estado. Respecto a la Generalitat, creo que la relación debe ser enriquecedora, teniendo en cuenta la importancia de estas grandes áreas para sus países, como ocurre con Londres y Reino Unido o Nueva York y EEUU. Si pensamos en contraposiciones políticas, entonces empezaremos a encontrar inconvenientes y suspicacias. Lo que debe defenderse, entiendo, es una gobernanza que respete, y que preste los mejores servicios posibles, buscando una relación natural, de beneficio por parte de todos.

En todo caso, no existe un mensaje claro por parte de la Generalitat respecto al AMB ya su posible ampliación.

No es un problema actual. A pesar de la ley de hace diez años, y ahora que existe una mancomunidad de servicios que ya funciona, entiendo que debemos ir un poco más allá. Hay que interiorizar cómo evoluciona el fenómeno urbano y metropolitano en todo el mundo y liderar algunos vectores, con una clara conciencia de país. Si la tenemos, avanzaremos más rápido en ese liderazgo.

¿Pero qué relación debe tener el área metropolitana con el resto del territorio? ¿Qué le pide?

Lo que diría es que no haya recelos. En ocasiones se contrapone la agenda urbana con la rural. Esto es un error. Estamos hablando de la misma agenda, con los objetivos de desarrollo sostenible de 2030, marcados por Naciones Unidas. Es necesario tener una buena relación con el territorio menos poblado, porque no tiene sentido renunciar a nada. El país necesita un área metropolitana con un grado de ocupación importante, industrial y de servicios, un mercado metropolitano con un determinado consumo y con turismo. Necesita sumar talento. Y esta realidad metropolitana también se da en Tarragona y Girona, con un conjunto de ciudades y pueblos que la van conformando. Creo que no deben haber recelos. Lo que cuenta es generar oportunidades y talento suficiente para liderar algunos aspectos en urbanismo, vivienda o movilidad. También en aspectos en los que vamos más atrasados, como el energético o con la agenda social.

”No deben haber recelos. Lo que cuenta es generar oportunidades y el talento suficiente para liderar algunos aspectos en urbanismo, vivienda y movilidad”

 

 

 

¿Se ha colaborado bastante entre el área metropolitana y la Generalitat?

En algunas cosas sí, en otras no tanto. En el ámbito del transporte público es evidente el salto dado, y que damos por supuesto, como la integración tarifaria, por ejemplo. Se ha realizado en beneficio de todos los ciudadanos. Todo ocurre por una buena planificación. Tenemos el PGM de 1976 que ha quedado obsoleto. Por tanto, está claro que hay que hacer un esfuerzo por renovar esta planificación con consenso, para poder ir mucho más allá.

Hay un caso en el que hay que mejorar mucho, ¿no? Hablamos de la vivienda en todo el territorio y, en particular, en el área metropolitana.

El caso de la vivienda es muy complejo. La Generalitat dispone de la competencia, pero hay elementos importantes que es necesario cambiar. Uno es el déficit fiscal de la Generalitat. Es evidente que con más recursos podría hacerse mucho más. Los recursos deben venir del Estado. Hemos visto cómo en el País Vasco las cosas iban de otra forma, porque dispone de un concierto económico. Pero, al margen de la financiación, debe decirse que la legislación no ha favorecido los planes de vivienda. Existen aspectos legislativos de la Ley de Vivienda que te condicionan. Los planes que vienen del Ministerio, de leyes estatales, no sé si son positivos, porque las realidades son muy diferentes. La diversidad autonómica es muy grande, al igual que existen diferencias entre el área metropolitana y el resto del territorio. La Generalitat se encargó en su día de muchas deficiencias de anteriores planes, de los polígonos franquistas, con graves carencias estructurales. Se actuó en barrios como San Roque, San Cosme, Vía Trajana, Las Casas del Gobernador, o Espronceda (Sabadell), con gran esfuerzo y dedicación de recursos. Luego están las diferencias respecto a otros países, como los nórdicos, más proclives a planes de alquiler. Aquí se ayudó a la compra de vivienda, más que al alquiler. Son diferencias de partida. Y ahora nos encontramos con la necesidad de garantizar el acceso, por situaciones de emergencia y para garantizar el acceso a los más jóvenes, a causa de los altos precios. Nos encontramos, además, con nuevas medidas que no funcionan, como la limitación de los precios del alquiler, que ha logrado el efecto contrario. Y es que se ha reducido la oferta de alquiler. Lo que necesitamos es una planificación que genere oferta y que venga marcada por un acceso asequible. El PGM de 1976 definió tres centros direccionales o centralidades: El Prat Nord, entre la C-31 y la C-32; Cerdanyola-Sant Cugat, ahora con el Sincrotrón; y La Sagrera. Debemos volver a definir centralidades metropolitanas, y generar oferta, con un urbanismo ágil, que pueda desarrollarse de forma rápida, y con mecanismos de gobernanza también ágiles. La administración debe saber, también, cambiar y facilitar las licencias de edificación y actividad de otra forma.

Volvemos al principio. ¿Todo esto no se podría visualizar mejor con un superalcalde metropolitano?

Tenemos una realidad. Se vota en los municipios, y, después, hay elecciones indirectas para elegir a los responsables de los órganos supramunicipales. Es bueno que así sea, hasta que no se llegue a una nueva gobernanza. Empezar la cuestión por la forma y no por el contenido creo que sería un error.

 

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